Reportajes y Especiales

Elizabeth Salazar: “Una mujer no debe verse obligada a mostrar su seno enfermo para pedir medicinas”

12 de junio de 2018

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Elizabeth Salazar, 64 años. Ella tiene ocho meses con cáncer de mama. Desafió el pudor por su vida el pasado martes, 5 de junio, cuando, en medio de una concentración de pacientes crónicos en el Ministerio de Salud, decidió mostrar su seno izquierdo destrozado por el avance de la enfermedad ante las cámaras de televisión para pedir auxilio al Gobierno. Lo hizo para solicitar las quimioterapias que necesita para frenar la multiplicación de las células malignas que le van restando energías. Ella es solo una cara visible de los miles pacientes que chocan de frente contra un sistema de salud que está en emergencia. “Ninguna mujer tiene que verse en la necesidad de mostrar su seno enfermo para que el Gobierno le brinde ayuda, para que el Gobierno cumpla con el derecho a la salud, pero necesitaba mostrar cómo me sentía”.

La voz de Elizabeth es pausada y da la idea de que está tranquila. Así, al menos, admitió que se sentía cuando decidió repasar una vez más, desde su hogar, ubicado en Charallave, estado Miranda, la odisea que atravesó desde el momento en que el médico oncólogo le confirmó que tenía cáncer de mama. Estaba cansada, pero no tenía dolor en su seno, porque le donaron calmantes y antibióticos. Esos tratamientos los recibió gracias a la solidaridad de organizaciones y particulares que se sensibilizaron al ver las fuertes imágenes de ella mostrando su mama en las redes sociales. Desde el martes, el celular de su esposo, Luis Rafael Ugas, no ha parado de sonar de tantas llamadas que recibe por las donaciones.

Las quimioterapias era lo que le pedía Elizabeth al Ministerio de Salud, en esa concentración en la que otros pacientes con enfermedades crónicas le exigían medicinas. “Conseguir mi tratamiento se convirtió en una lucha”. El trajín empezó cuando el médico del Hospital Oncológico Padre Machado, ubicado en El Cementerio, al sur de Caracas, le mandó hacerse una serie de exámenes. Solo pudo practicarse algunos, pero los más importantes, como una tomografía y una gammagrafía ósea, no se los pudo realizar por no contar con dinero, incluso porque en los hospitales públicos que visitó no los hacían por falta de reactivos. Sin esas pruebas, Elizabeth no podía comenzar el tratamiento para reducir el tumor.

“Pasaron meses hasta que le dije al doctor que no podía seguir esperando, pues la piel del seno comenzaba a ponerse negra; me picaba. En principio me había mandado hacer una tomografía, pero necesitaba el contraste, que nunca conseguí sino hasta que fui al Pérez Carreño. Ese día que acudí, no me hicieron el examen porque tenía la presión alta. Luego me di cuenta de que el contraste era una solución yodada que me daba alergia y el médico me recomendó hacerme la tomografía sin el reactivo. Tres semanas después, por fin, me dijeron que recibiría quimioterapia, y allí comenzó mi otra lucha”, contó.

El diagnóstico preciso de Elizabeth es cáncer ductal de mama, un tumor que incluso hizo metástasis en otras partes del cuerpo. Para hacerle frente a las células malignas, el médico oncólogo le dijo el 3 de mayo que debía cumplir un ciclo de diez sesiones de quimioterapia, con aplicación de una línea de tratamiento que comprende la aplicación de Docetaxel de 100 mg, Dexametasona de 16 mg, Ondasetron de 8 mg y Neupogen de 300 mg.

Ninguno de los medicamentos lo consiguió en los hospitales del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss) ni en el Banco de Drogas Antineoplásicas (Badan). En medio de la búsqueda, la piel de su seno izquierdo comenzó a oscurecérsele, se le empezó a infectar. Lo único que había conseguido era diez ampollas de las veinte de Dexametasona, que le otorgaron en la Fundación Pueblo Soberano y aún permanecen bajo refrigeración en su nevera.

“En la fundación me dijeron que fuera al Domingo Luciani para conseguir el resto de los medicamentos, pero allí nos dijeron que habían sido desviados. Luego llamamos a un contacto de ese hospital y nos comentó que sí había y después le dijimos al director del Padre Machado, Divis Antúnez. Nos preguntó quién nos había dicho eso y después nos dijo que era mentira, que no había existencia de medicamentos, que ellos harían lo posible por ayudarme, pero no nos dieron respuesta”, relató.

Elizabeth espera que en su próxima cita médica, que está fijada para el 13 de junio, sepa cuándo comenzará el tratamiento de quimioterapia. Está consciente también de que le extirparan su mama. No le inquieta; dice que no se acompleja por esos asuntos, que solo le preocupan a la gente que, a su juicio, es vanidosa. “Yo soy una hija de Dios, eso yo lo acepté. A mí me mostraron unos implantes de seno y unas pelucas, pero yo eso no lo voy a usar”.

─¿Había planteado con anterioridad mostrar las lesiones de su seno ante las cámaras como un acto de denuncia?

─Jamás. Eso se me ocurrió allí. Me dije ꞌqué pierdo yoꞌ; si tengo que morir, me iré con el Señor, pero si me puedo salvar, le mostraré al mundo el estado en el que estoy. Soy una mujer sin recursos, que tiene un seno infectado. Estaba desesperada.

─¿Cree que otras mujeres con cáncer deban llegar a ese extremo?

─Si hay un Estado responsable, no. Por eso, el Gobierno es garante del derecho a la salud y la vida. Lo que debe haber es organización para que el Gobierno atienda las necesidades del pueblo. Un gobierno es un trabajador social.

─Su caso despertó la solidaridad de los venezolanos. ¿Qué medicamentos le han donado desde entonces?

─Me han dado varias medicinas para el dolor e insumos; incluso nos han dado dinero. Con esa plata hemos comprado comida. Antes de las donaciones, no teníamos qué comer, nos acostábamos muchas veces con el estómago vacío. Hay mucha necesidad; incluso a la puerta nos toca gente pidiendo comida. Aquí hay muchos niños pasando hambre. Las medicinas me han calmado el dolor, por qué cómo aguanté dolor…

─¿Cómo se trataba la lesión de su seno cuando no tenía los tratamientos?

─La gente ha sido muy bella y me ha traído hojas de tua tua, que sirven como antibiótico, que me las colocaba sobre el seno después de lavármelo con jabón azul. Hasta hace días, cuando hablé con la gente de Senos Salud, donde me dieron unas pastillas que me calmaron el dolor.

─¿Qué le pasó por la mente cuando supo su diagnóstico?

─Pensé en mis hijos, en mi esposo, en cómo darle la noticia. Me puse hablar con Dios, a orar, a cantar. Le canté al Señor.

─En ese ajetreo de conseguir medicinas, ¿vendió pertenencias suyas?

─Cuando a mi esposo y a mí nos dijeron que las medicinas no estaban en el país, nos miramos a la cara. Comencé a sentirme angustiada. Luego, mi esposo y mis hijos comenzaron a buscar ayuda por internet y vimos que mucha gente estaba interesada en ayudarnos. Tuvimos que vender una ponchera nueva, un televisor, una escalera, una cafetera. Pero el dinero que tuvimos no alcanzó para medicinas, sino más bien compramos alimentos, pues si no comía bien podía descompensarme y me avanzaba la enfermedad. Hoy en cada comida se deja hasta un millón de bolívares.

─¿Quién le donó los tratamientos de quimioterapia?

─Ayer nos llamó el diputado Julio Borges para darnos la noticia de que nos va dar los tratamientos. Mi esposo fue hoy a buscar los récipes al hospital. Me siento muy contenta.

─¿Tomará alguna acción judicial para denunciar la falta de respuesta del Gobierno ante sus demandas?

─Mi esposo y yo vamos a introducir, con el apoyo de las organizaciones, un amparo constitucional ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Agotaremos las instancias internas y luego denunciaremos el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

─Después de que el Ministerio de Salud no atendiera a los activistas de derechos humanos en aquella concentración, ¿qué es lo que piensa del Gobierno?

─Siento que al presidente Maduro lo que lo mueve es la soberbia y la deshumanización. Se comporta como niño irresponsable. No es posible que una persona, ante el reclamo de los enfermos crónicos que están a punto de morir, siga con una actitud de malcriadez, no dé su brazo a torcer. Lo que pienso es que es un irresponsable.

─Usted dijo que apoyó a Maduro en las recientes elecciones presidenciales. ¿Se arrepiente ahora de haber votado?

─No es que me arrepienta de haber votado, lo que siento es que el Presidente debe abrir su corazón y aceptar la ayuda humanitaria para la sanación y bienestar del pueblo.

─¿Cree que el Gobierno realmente terminará por aceptar la ayuda humanitaria?

─No lo creo; para eso primero debe arrepentirse, humillarse. Él debe entender que es el Presidente de todos los venezolanos, independientemente de cómo piense cada quien. Yo creo, como defensora de los derechos humanos que soy, que las luchas políticas no deben ir en contra de los derechos de los ciudadanos, que son inherentes a cada persona, son indestructibles. Maduro no va lograr su objetivo en esta tierra hasta que no entienda que todos somos humanos.

─Usted se dedicó con su esposo a la defensa de los derechos humanos por mucho tiempo con la Fundación para las Garantías, Prevención y Defensa de los Derechos Humanos. ¿Nacerá alguna iniciativa después de esto que ha experimentado?

─He planteado con mi esposo crear una fundación que defienda el derecho a la salud de todos los pacientes crónicos del país.

─¿Cuál es su apreciación sobre la muerte?

─Al principio, cuando estás en la oscuridad, la muerte te parece terrible. No estoy aferrada a la vida, pero me duelen mis seres queridos, lo que dejas acá. Pero cuando aceptas que la muerte es un proceso normal de la vida y que al irte estarás con Dios, poco preocupa. Publicó El Pitazo

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