Reportajes y Especiales

“En Brasil es traumático ser paciente covid”

29 de agosto de 2020

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«Nunca sentí miedo, no pensé que moriría, mi actitud fue optimista y lo dejé en mano de Dios»


Por Bleima Márquez / @bleimamr

Milaila Ríos es una venezolana, nacida en Caracas, pero creció entre las bellas montañas de El Cobre, estado Táchira, y luego hizo su vida en Tucupita – Delta Amacuro.

Ella partió a Brasil con un morral cargado de ilusiones y esperanzas. Abandonó Venezuela porque no pudo financiar el tratamiento médico adecuado para su madre, quien padecía de cáncer. Nunca imaginó la travesía que debía recorrer y los duros momentos que tuvo que vivir.  Sin más alternativas, también dejó atrás a sus hijos.

Todo comenzó el 3 de julio del 2018, cuando llegó a Pacaraima, un municipio de Brasil, donde permaneció por tres días para tramitar algunos documentos indispensables para poder llegar hasta Boa Vista.

Los días en ese poblado fueron duros. Cuando los negocios bajaban la santamaría, se instalaba en la calle y allí pasaba la noche.

Llevó su currículo a una iglesia jesuita. Al recibir reiteradas llamadas de su casa para informarle sobre la gravedad de su mamá, y el requerimiento de medicinas, Mialila desesperó porque pasaban los días y no encontraba trabajo.

En medio de la angustia y cuando menos lo esperaba, recibió una llamada de la iglesia para una entrevista de trabajo. «Fuimos cinco personas a la cita, pero resulté la elegida. Yo no sabía dónde iba a trabajar, con quién ni cómo. Lo que me importaba era que iba a tener un sueldo».

A partir de ese momento. el panorama comenzó a cambiar, aunque el camino que tenía que transitar estaba lleno de espinas.

Todo se paga…

«En el extranjero se paga todo. Aquí lo que uno trabaja sirve, no para vivir con lujo, sino para no pasar las carencias de Venezuela, que si no hay gas, no hay comida, tampoco transporte, y muchas cosas más. Aquí tengo algunas comodidades, pero no se puede ahorrar», expresa.

Llegó la pandemia

Brasil es uno de los países con mayor índice de casos covid-19 en el mundo y el primero en Suramérica.

Milaila no escapó de este virus, no resultó ilesa. Ella también se contagió.

En su trabajo comenzaron a caer algunos compañeros y, con ellos, sus familiares. La covid-19 se expandía rápidamente.

«A un compañero de trabajo le dio. También a su papá y al hermano. Los llevaron al hospital, los intubaron y los tenían en cuarentena. Como al mes nos enteramos que mi compañero superó el virus, pero su padre y hermano murieron; eso fue horrible».

A raíz de ese lamentable hecho, la empresa donde Milaila laboraba implementó medidas de higiene extremas. «Nos mandaban a pasar, dos veces al día, tres coletos: uno con jabón, el segundo con pura agua y el último con cloro».

Milaila partió de Venezuela a Brasil en busca de una mejor vida (Foto / Bleima Márquez)

Para Milaila, la faena propiciada por la covid-19 ha sido traumática. Aún se pregunta si los dolores que tiene se deben al exceso de trabajo o son secuelas del coronavirus.

Las cifras por la pandemia en la población donde vive esta venezolana son muy elevadas, al punto de instalarse un hospital de emergencia para atender a los contagiados. «Mucha gente muere».

En Boa Vista – Roraima, los casos superan los 42 mil, pero en San Pablo, donde está el aeropuerto internacional, las estadísticas se desbordaron.

Higienización

Otras de las medidas tomadas para evitar la covid-19 en su trabajo fue la creación del área de higienización, donde fue asignada.

Además de la limpieza del establecimiento, Milaila, junto a otra compañera, se dedicaba a lavar las caretas y la indumentaria utilizada por el personal.

Fue entonces cuando recordó que de pequeña había sufrido de asma. «Pero le eché pichón».

“Me contagié”

A Milaila siempre le ha preocupado la salud, pero la gravedad de su madre, la crisis económica en Venezuela, y luego la odisea de llegar y sobrevivir en Brasil, hicieron que ese aspecto pasara a un segundo plano, no era su prioridad.

Pero un día le planteó a su jefe, quien coordinó para que se realizara un chequeo médico. Le hicieron todos los exámenes y salió muy bien, excepto los triglicéridos, que los tenía un poco altos.

Alegre por su condición de salud, Milaila bromeó con la médica. «Ahora sí estoy buena para recibir el coronavirus. Es la covid o soy yo. Me siento capacitada». La profesional de la salud sonrió.

Eso sucedió un viernes y el martes siguiente amaneció con el malestar típico del virus. Fue entonces cuando Milaila supo que ella sumaba una cifra más a las estadísticas por covid-19.

Comunicó a la empresa lo sucedido y le indicaron mantenerse en cuarentena en su habitación.

Obviamente, tuvo que pasar por una consulta donde le indicaron tratamiento médico y confinamiento. Entre las muchas medicinas que debía tomar solo compró la Azitromicina y Dipirona para el dolor de cabeza.

Cuando tenía una semana con síntomas, le realizaron la prueba PCR para confirmar el diagnóstico.

«Me metieron un palito por la nariz, eso fue muy desagradable. Yo ya sabía que tenía el virus».

Justo a los ocho días siguientes Milaila recibe una llamada del hospital para decirle que arrojó positivo para covid-19. Realmente, diariamente la contactaban vía telefónica para verificar la evolución de la enfermedad.

Nunca sintió miedo, no pensó que moriría, su actitud fue optimista y confió en Dios.

No les contó a sus hijos, para no preocuparlos, y el aislamiento no pudo cumplirlo a cabalidad, porque vive sola y debía comprar sus alimentos.

«No le tuve miedo al virus, me levantaba en la madrugada con asfixia y el pecho apretado, pero me imaginaba que era un ataque de asma. La vida me ha enseñado a ser fuerte».

Pero en medio de tanto malestar, Milaila decidió no acudir al médico, solo lo haría en última instancia. «Los que no han sufrido de asma y sienten el pecho apretado piensan que van a morir y corren al hospital, allá les ponen los tubos y poco después mueren».

Para Milaila, en los centros asistenciales meten a los pacientes covid-19 en un cuarto con más enfermos y nadie está pendiente. A su criterio, la gente desespera y eso provoca más muertes.

“Tomé té caliente”

Milaila comenzó a tomar té caliente con frecuencia, está segura de que es un excelente aliado para combatir el virus. Además realizaba ejercicios de respiración.

Un día se vio forzada a salir para realizar compras porque no tenía alimentos en la despensa. Sentía una gran debilidad, su cuerpo no respondía, sintió un desmayo terrible.

Como pudo llegó al establecimiento comercial, y al entrar decidió comprar solamente zanahoria, remolacha y naranja. Durante varios días ese fue su alimento y realmente le dio la fuerza para aguantar.

«Si se pone uno nervioso y a pensar en la muerte, hasta allí llega».

“Superé la pandemia”

Los síntomas fueron minimizándose poco a poco, cada día Milaila se iba recuperando.

Hasta que pudo comenzar a trabajar nuevamente. Los primeros días se sentía cansada, un agotamiento la invadía, pero su persistencia la ayuda.

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