Reportajes y Especiales
Koraima Galavis en el campo infinito del conocimiento // Tachirenses en el mundo
22 de mayo de 2021
Hace algunos años, en el sector “El Cañaveral” del municipio Junín, vivía una niña que soñaba con ser abogada y hasta presidenta de Venezuela. Apenas estudiaba segundo grado de primaria, pero ya se proyectaba hacia su futuro profesional.
Norma Pérez
En el bachillerato, su inclinación por las matemáticas, física y química, la condujo hacia otros rumbos y hoy ostenta el título de ingeniero mecánico que le otorgó la Universidad Simón Bolívar, una de las más prestigiosas de Latinoamérica.
Con el mayor índice de su promoción académica, conformada por 159 graduandos de diferentes carreras, se abrieron nuevas posibilidades para proseguir su formación. Actualmente se encuentra en España, a donde viajó con una beca otorgada por el programa “Erasmus Mundus”, promovido por la Unión Europea, con miras a realizar un máster en ingeniería mecatrónica.
La protagonista de esta historia es Koraima Paola Galavis Rojas, nativa de Rubio, estado Táchira. Tiene 24 años de edad, y un mundo de oportunidades, producto de su constancia, a toda prueba, y de una férrea voluntad para cumplir las metas que se propone.
Prioridad: estudiar
Desde muy pequeña, Koraima Galavis manifestó su gusto por aprender. En la unidad educativa “Pablo Emilio Ostos”, donde cursó la primaria, nunca faltó a clases, ni siquiera cuando su mamá, en los días de lluvia y frío, le decía que se quedara en casa, lo que ella refutaba muy molesta porque siempre quería llegar puntualmente al aula.
“Me encantaba ir a la escuela, a estudiar, a aprender cosas nuevas, que llegaba a contarle a mi mamá, mientras cocinaba. Ella es la mejor peluquera de Rubio, trabajo que comparte con las labores del hogar; mi papá es comerciante. Me gustaban las matemáticas y leer. Quería ser abogada y hasta presidenta de mi país”.
Estudió bachillerato en el Colegio “Los Andes”, donde se graduó en el año 2012: “De mis estudios de primaria y secundaria tengo muchos recuerdos gratos. Dejé grandes amigos. Siempre fui muy aplicada, en la secundaria no me retrasaba en las tareas, y mis asignaturas preferidas eran matemáticas, física y química. Los profesores de esas materias y mis padres me asesoraron para que aplicara por la ingeniería”.
La prueba vocacional también se orientó hacia esta área. Quería estudiar ingeniería química, pero por razones económicas no pudo hacerlo en ese momento, pues esto ameritaba trasladarse a la capital. Después de revisar varias opciones, escogió la carrera de ingeniería mecánica, “pues soy muy de ver, crear, diseñar algo y verlo materializado”.
Ese mismo año ingresó a la Universidad Nacional Experimental del Táchira, pero en el estado se suscitaron diversos hechos que no le permitieron avanzar al ritmo deseado.
“Aunque me iba muy bien y mantuve un índice de 8.7, desistí de seguir en la Unet debido a, que después de cuatro años, solo había cursado tres semestres. Esto, por los problemas políticos y sociales que surgieron en esa época en el Táchira.
Decide trasladarse a Caracas para inscribirse en la Universidad Simón Bolívar, donde después de tres años culmina con honores su carrera.
“Ingresé a la USB en 2016 y terminé en 2019; aposté todo al cambio, que fue drástico, pero me fui adaptando. El ritmo era mucho más rápido, pero también avanzaba con mayor velocidad. El departamento de mi carrera siempre me apoyó cuando pedía permisos especiales para cursar más asignaturas. Solicité más carga académica y la aprobaron, así pude aprovechar el tiempo al máximo”.
Durante su paso por esta casa de estudios fue integrante del grupo de biomecánica, participó en el Congreso de Bioingeniería que se realizó en el estado Zulia en el 2017, con proyectos que respaldaban a la “Operación Sonrisa”-Venezuela. “Fueron muchas experiencias enriquecedoras durante mi vida como estudiante universitaria”.
Dice que la investigación marcó una pauta en su aprendizaje, se inclinó hacia las ramas de la biomecánica y biomecatrónica, áreas de interés que espera ampliar y que brindaron experiencias a nivel profesional y técnico.
“Me encanta mi carrera, no la cambiaría por nada. Al igual que la Universidad Simón Bolívar, con la que me identifico. Soy uesebista de corazón; la universidad se encargó de enamorarme. Allí hice familia, amigos, porque estaba a una gran distancia de todo lo que conocía. Era la primera vez que me separaba de mis padres y estaba lejos de ellos.
Koraima Galavis se ubicó en el primer lugar de su promoción académica; obtuvo el más alto índice, de 4,82 sobre 5. “Debimos esperar porque fue el año del apagón nacional, y la fecha del acto de grado debió posponerse”.
Consolidar la formación
Después de graduarse realizó varios trabajos en la industria alimentaria, farmacéutica y en procesos de investigación, para incursionar en el ámbito laboral; también cursó un diplomado de Gestión de mantenimiento en entorno industrial.
En enero del año pasado aplicó por una beca del programa “Erasmus Mundus”, para hacer un máster en ingeniería mecatrónica; nuevamente sus referencias académicas le permitieron acceder a esta oportunidad de formación en el exterior.
Obtuvo una beca completa que le cubre la matrícula en la universidad y la manutención durante su estadía en Europa. Además, cuenta con seguro médico y el pago de todos los gastos de viaje.
El plan de estudio se cumple en universidades de dos países: “inicié en la Universidad de Oviedo, en el campus de la ciudad de Gijón, España, donde me encuentro actualmente. El siguiente año voy a la Escuela Nacional Superior de Mecánica y Microtecnología de Besanzón, en Francia”.
Debido a la pandemia tuvo que afrontar algunos obstáculos, pero con la cooperación del personal de la Unión Europea y el Consulado de España en Venezuela, logró subsanarlos y llegó unos días después de haber comenzado las clases
“La experiencia ha sido increíble, conozco gente de diferentes partes del mundo, hay mucha receptividad; es un aprendizaje en todos los sentidos. Para los jóvenes es una oportunidad excepcional que nos llena de conocimientos. Hay mucho respeto y se genera un intercambio multicultural. Hoy siento que no soy la misma que llegó hace diez meses, por el crecimiento profesional, personal, de fortaleza y de cambios”.
Muchas de las actividades académicas las desarrolla de manera remota, pero ya se levantaron algunas restricciones y comenzaron a retornar a la modalidad presencial, mientras no haya un repunte del covid-19. Para consolidar su aprendizaje, planifica aprender el idioma alemán, pues domina el inglés y el francés.
Siempre continuar
Algunas veces, la nostalgia por sus querencias inunda el alma de esta joven profesional: “Lo que más extraño es a mi familia y mis amigos. Ya son cinco años fuera del estado Táchira, de mi casa. También a mis compañeros de Caracas. Extraño el clima de Venezuela, sus paisajes y su comida”.
De su vivencia como universitaria en un país, donde las casas de estudios superiores padecen múltiples carencias que no les permiten un normal funcionamiento, dice que no es fácil, pero a pesar de la adversidad no hay que desmayar.
Su mensaje para los jóvenes venezolanos resume el sentir de muchos estudiantes, a la espera de poder proseguir con su formación: “fui parte de ese momento difícil en el que nos sentimos perdidos y pensamos que no lo vamos a lograr. Sentí rabia, frustración y necesidades, momentos en los que no había nada, pero siempre prevaleció una sola cosa, que marcó la diferencia, y fueron las ganas. Porque a veces no tenemos motivación, pero queda la disciplina, la constancia, y a eso tenemos que aferrarnos. Hay que continuar, aunque el día parezca completamente gris, oscuro o con apagones. Debemos seguir creyendo en nosotros, con entereza y la capacidad que nos mueve por dentro. No resignarnos ni conformarnos. Que cambie la vida, depende de nosotros, del esfuerzo y el empeño que le pongamos”.
Considera que todos los caminos tienen obstáculos y aunque se caigan muchas veces y lloren, lo importante es levantarse, secarse las lágrimas y continuar:
“Entiendo la situación frustrante y desmotivadora, pero si estamos claros en nuestras metas y tenemos la constancia, estoy segura de que se puede lograr. Soy una persona común, sin grandes recursos económicos, pero todo lo que he hecho en mi carrera profesional lo he trazado con esfuerzo, dedicación y a partir del mérito propio. Siempre podemos demostrar que los venezolanos buenos somos más”.
Koraima Galavis conserva la capacidad de asombro de su niñez y en parte, de allí su interés en indagar y la emoción por descubrir y aprender algo nuevo cada día. Ese es su mundo, el campo infinito del conocimiento.