Reportajes y Especiales

La destreza deportiva femenina escribe su historia en el kickingball de La Fría

28 de febrero de 2023

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Por Génesis Daniela Prada

Un torneo de kickingball en la zona norte de la capital del municipio Francisco García de Hevia dos años atrás sería el inicio de un proyecto deportivo que hoy reúne a más de 10 niñas y adolescentes en la competencia por anotar carreras.

La iniciativa fue emprendida por Liliana Pardo, profesora de educación física y recreación, oriunda de La Fría, quien creó el Club Unión Deportiva de Kickingball tras descubrir el talento atlético femenino en esta ciudad tachirense.

Los logros del club dirigido por Liliana Pardo le permitieron convertirse en representante de la Asociación Tachirense de Kickingball en la zona norte de La Fría.

Con el propósito de ayudar a pacientes oncológicos, llevó a cabo un campeonato de recaudación de fondos a partir del cual logró advertir el interés por el kickingball, pues resultó en el único deporte de mujeres con gran capacidad de convocatoria en el lugar.

Una vez finalizó el encuentro, Liliana tomó la decisión de conformar un grupo de categoría libre con las participantes del evento deportivo a beneficio, pero a causa de obstáculos inesperados la ilusión perdió fuerza. Sin embargo, serían las hijas de las jugadoras las responsables de revivir el sueño.

“Me percaté que las niñas no eran tomadas en cuenta. No tenían ni espacio ni club. Acompañaban a sus madres a las actividades y preguntaban cuándo serían ellas las jugadoras y quién las entrenaría. Nadie salía en defensa de esas categorías menores. Si bien son el futuro del kickingball, estaban totalmente descuidadas”, recuerda.

En el proceso de entrenar a pequeñas entre los ocho y 16 años de edad, el equipo ha encontrado distintos desafíos fuera del campo de juego: las brechas de género y las visiones sexistas han permeado la búsqueda de oportunidades para el crecimiento y reconocimiento del club.

La falta de espacios para entrenamiento y eventos deportivos es el obstáculo más grande a enfrentar por Liliana y las niñas, situación que compromete su desarrollo, así como su seguridad, mientras el futbol masculino goza de los sitios de formación y colaboración comercial.

“Los retos por tratarse de un deporte femenino son grandes en La Fría, comenzando por el nulo respaldo de las autoridades municipales. Además, solo recibimos apatía de los grandes comercios en cuanto al apoyo de un deporte distinto al futbol”, reconoce la entrenadora.

Las desiguales por razones de género en el deporte -especialmente- responden a la asignación de habilidades atléticas basadas en el sexo, más no en las capacidades particulares demostradas por las y los atletas en la práctica de su especialidad, así las mujeres pueden percibirse menos competentes frente a los hombres en el futbol, baloncesto o balonmano.

El portal The Conversation explica que estas expectativas respecto a las facultades deportivas de mujeres y hombres tienen su origen en los estereotipos de género, a partir de estos “se espera que las féminas sean buenas en gimnasia, patinaje, voleibol o nado sincronizado”.

Tales posturas limitan la relación de mujeres y niñas con el deporte, pues elegir ámbitos deportivos distintos a los caracterizados por la expresión corporal implicaría vivir al margen del fracaso, uno anticipado solo por el entorno; inmersas en los intentos por encajar, pese a poseer las aptitudes necesarias para destacar.

Una competencia desleal

Los roles socialmente impuestos también impactan en la atención pública diferenciada entre un deporte y otro. De acuerdo con Liliana, en La Fría el futbol de campo y futsal reciben el patrocinio de los negocios mayores, soporte de los entes públicos y promoción radial, a su vez disfrutan de los recintos para efectuar campeonatos con entrada paga.

El torneo que Liliana tuvo oportunidad de planificar ocurrió en 2020, en el Polideportivo Humberto Laureano, cuyo acondicionamiento corrió por cuenta de la profesora. Si bien la receptividad de aquel evento deportivo superó las esperanzas de sus organizadores, al termino del encuentro les fue negada la posibilidad de volver a utilizar las instalaciones.

Liliana debió utilizar sus propios recursos para arreglar el campo que fue escenario del partido.

Polideportivo de La Fría acondicionado dos años atrás por la entrenadora de kickingball.

El club dirigido por la entrenadora venezolana debe autofinanciarse para continuar existiendo. Realizan distintas actividades, como rifas y vendimias, a fin de comprar los uniformes de las niñas y obtener equipamiento.

“Si pedimos un balón a una empresa o tienda pequeña, para solicitar apoyo nuevamente con algún insumo debemos esperar tres o cinco meses porque la situación económica de estos no les permite ayudarnos de manera continua”, cuenta.

El grupo de kickingball está integrado por 18 niñas, distribuidas en las categorías pre infantil, infantil y junior, quienes provienen de las zonas populares de García de Hevia. También son dirigidas por los entrenadores Sharon Contreras y Cristopher Noriega, que trabajan ad honores junto a Liliana.

Las practicas suceden tres veces por semana, pero “todos los campos son destinados a los entrenamientos de futbol”, advierte, para las pruebas de kickingball apenas les conceden unos cuantos metros dentro de esos mismos campos.

“Los niños y adolescentes pueden jugar futbol sin ningún inconveniente. Invaden nuestro espacio sin importar que su tamaño y velocidad pueda perjudicar a alguna de nuestras jugadoras”.

Atletas imparables

Las niñas y adolescentes del equipo de kickingball recienten los efectos de las constantes negativas sobre su desenvolvimiento deportivo, al considerarlas actitudes egoístas desprovistas de justificación. No obstante, los profesores les orientan para concentrar sus energías en sus capacidades y el provecho de sus posibilidades.

“Queremos que trabajen duro para conseguir sus objetivos, sin reparar en el rechazo. Los limites solo existen si son alimentados, por ello las alentamos a reconocer su propio valor y fortalecer sus habilidades”, subraya Liliana.

Algunas de las pequeñas asumen grandes responsabilidades en sus hogares, como encargarse de los hermanos menores y el cuidado de la casa mientras sus padres trabajan. Otras integrantes del grupo residen en zonas alejadas de los campos deportivos y no cuentan con medios de transporte para aliviar las distancias.

Sin embargo, no se detienen ante las circunstancias que comprometen su tiempo y disponibilidad. La sororidad, la camaradería y la integración se han convertido en los alicientes para promover el compromiso y la voluntad de hacer sacrificios en las pequeñas: su deseo de progresar es más poderoso que cualquier tropiezo.

Dos jugadoras de la categoría junior, procedentes de Mata de Curo, municipio Ayacucho, participaron en la selección tachirense de Kickingball, un logro por el cual Liliana siente profundo orgullo, pues “en el sector reina el contrabando y la vida fácil, y esta clase de triunfos nos permiten incentivarlas con algo distinto al delito o la búsqueda de marido”.

Los resultados conseguidos por el Club Unión Deportiva de Kickingball – La Fría les han permitido asistir a torneos estadales oficiales y alcanzar la victoria. De hecho, su destacada actuación en las competencias regionales fue el boleto de entrada de cuatro jóvenes al campeonato nacional.

Liliana Pardo realizó su primera convocatoria en 2022, cuando comenzó a ilusionarse con la posibilidad de entrenar a niñas para anotar carreras. Cuatro pequeñas acudieron al llamado y tres balones tenían para practicar. Un año más tarde los balones se desgastan con rapidez entre más de 10 pares de pies. Dispuestas están a demostrar con destreza deportiva que ningún estereotipo puede detenerlas.

*Esta historia pertenece a la Red de Mujeres Constructoras de Paz en alianza con Diario La Nación