Reportajes y Especiales
Los rostros detrás de las cifras de migrantes venezolanos en Argentina
20 de mayo de 2021
Seis de cada 10 venezolanos que emigraron a la Argentina llegaron con un título en la maleta. Ingenieros, administradores y trabajadores de la salud son las tres profesiones que más se repiten cuando se indaga al respecto
La diáspora que padece Venezuela desde 2016 convirtió a la Argentina en el cuarto territorio de la región que más alberga migrantes venezolanos. Cuatro años después de haber iniciado su desplazamiento, la cifra oficial de connacionales radicados en la nación austral llegó a los 175.799 en diciembre de 2020. Para marzo de ese mismo año, datos de la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, señalaban que la población migrante era de 4,9 millones.
Las facilidades migratorias de aquel país dieron cabida a aumento exponencial de las radicaciones de venezolanos que, según la consultora argentina Adecco, vienen creciendo sostenidamente desde hace diez años. Entre 2009 y 2018 se radicaron en Argentina 130.820. Sin embargo, de ese total, el 53,91% llegó en 2018.
Una de las principales razones por las que los venezolanos deciden migrar a esa nación es la «buena actitud hacia los inmigrantes». Y ¿Cómo no tenerla? Los impuestos que paga la población inmigrante generan una contribución fiscal neta equivalente al 2% del producto interno bruto (PIB) de Argentina, lo cual, de acuerdo con el estudio de la Organización Internacional de Trabajo y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) «¿Cómo los inmigrantes contribuyen a la economía de Argentina?», es un impacto económico positivo, aunque «no muy grande».
Pero esas cifras tienen rostro. Oswaldo Avendaño, uno de los tantos migrantes profesionales en Argentina, se ha tomado la tarea de retratar a aquellos que, como él, tuvieron que salir de Venezuela en busca de un mejor futuro y decidieron que esa nación era la mejor opción. Es el autor de #ShoSoyDeVenezuela, un proyecto cuyo objetivo es, a través de retratos y textos, humanizar y mostrar el lado amable de la migración venezolana.
“Los migrantes vivimos con sentimientos contradictorios: podemos estar felices en una reunión, pero tristes por no estar en esa reunión con las personas que amamos; podemos estar nostálgicos por no estar en Venezuela, pero felices al mismo tiempo por desarrollarnos en el país que escogimos para vivir y empezar de cero. Los retratos buscan evidenciar eso: las emociones con las que batallamos diariamente», explicó el periodista.
Él forma parte de lo 80.199 venezolanos que escogieron la Ciudad de Buenos Aires para vivir. Aunque no existen actualizaciones oficiales de esa cifra, más de la mitad de la población migrante de venezolanos se encontraba en la capital argentina para 2018, según la Dirección Nacional de Migraciones. También pertenece al 8% de connacionales que está en ese país cuya profesión es el periodismo.
Con su trabajo como periodista independiente busca contar no las historias de la diáspora que han sido marcadas por la desgracia, sino aquellas que visibilizan el verdadero aporte y contribución que han representado los venezolanos para la Argentina. Testimonios de ingenieros, abogados y de muchos otros profesionales que llegaron a ese país pueden leerse en el portal web #ShoSoyDeVenezuela, donde la diáspora venezolana deja de ser sólo número y se transforma en humanos.
Con los venezolanos, la Argentina está recibiendo la mano de obra más calificada de la historia, según dijo Lelio Mármora, director del Instituto de Políticas de Migraciones. Y es que seis de cada 10 venezolanos llegan a esa nación con un título universitario. Sin embargo, esto no garantiza que puedan obtener un empleo relacionado con su área de especialidad.
Médicos al rescate
Edith Ramos es cirujana. No pudo terminar su postgrado en Venezuela, pero obtuvo su título de médico y con eso se fue en 2018. Ya tiene casi tres años en la nación austral, pero no fue sino hasta 2020 cuando pudo empezar a ejercer su carrera. La pandemia la benefició, a ella y a los cerca de 250 doctores venezolanos que, por el decreto nacional 260/2020 del gobierno de Alberto Fernández, fueron autorizados a trabajar en hospitales de las provincias para atender pacientes contagiados con covid-19.
Aún no tiene matrícula, sigue buscando la convalidación de su título a través del ministerio de Salud argentino, pero mientras logra hacerlo se ha dedicado a cubrir la deficiencia de atención médica por escasez de profesionales de la salud que la OIM asegura existe en el interior de ese país. Cerca del 30% de las residencias que promociona el Estado argentino quedan vacantes, porque son lugares inhóspitos, pueblos rurales del norte y el sur de Argentina. Esos espacios están siendo cubiertos hoy por parte de la migración venezolana.
«Hay vacantes que no han sido ocupadas por médicos argentinos por ser zonas muy rurales. El decreto nacional de urgencia nos habilitó de forma extraordinaria para poder ejercer y llenar esos espacios en los hospitales que más lo necesitan. Hay médicos venezolanos en la provincia de Buenos Aires, Santa Cruz, La Pampa, Río Negro, Corrientes, La Rioja, Neuquén, Santa Fe», dijo Ramos a TalCual, quien además es la secretaria de la Asociación de Médicos Venezolanos en Argentina.
Al principio tenía sólo una guardia, pero a medida de que se fueron dando cuenta de lo trabajadora que era, de su calidad humana, fue haciendo nombre en el hospital municipal de San José, un pueblo «pintoresco» llamado Capilla del Señor, en donde el grueso de la población es longevo, y por tanto con mayor riesgo de complicarse por el virus. Ahora, aunque su especialidad sea otra, -cardiología, anestesiología, etc.- los médicos venezolanos distribuidos en los centros municipales de atención hospitalaria están atendiendo todo lo relacionado como medicina interna, porque es la clínica autorizada para tratar el covid-19.
«Hemos hecho una comunidad diversa en el hospital, en donde hemos compartido cultura. Ya ellos (en referencia a personal sanitario argentino) han adaptado hasta nuestras propias costumbres. Se enamoraron de las arepas. Ha habido muy buena la receptividad. Cuando dicen que soy médica venezolana a ellos se les pone una sonrisa en el rostro porque saben que somos personas que venimos a trabajar, preparadas. Nuestras universidades nos prepararon para atravesar cualquier pandemia porque somos brillantes. Y los pacientes siempre nos llevan detalles porque están muy agradecidos por la atención, nuestro trato es distinto, somos un poco más cálidos. Ellos eso lo notan, ven la diferencia», comentó la joven de 26 años.
Ramos desconoce si prorrogarán el decreto, pero espera que para diciembre de este año, mes en que se vence su validez, el estatus de su convalidación de título universitario haya avanzado, pues no le gustaría regresar a la inestabilidad laboral que experimentó a su llegada. Tuvo que trabajar en una charcutería, en una heladería como cajera y finalmente como asesora de ventas en una compañía que, aunque le costó encontrar y ya no forma parte de ella, ahora considera su familia.
Con el título en la maleta
Los migrantes venezolanos que migraron hacia Argentina, en su mayoría tienen estudios superiores: 60,4% llegó con un título universitario; un 7% con estudios de postgrado. Las cifras sobrepasan la de aquellos que sólo culminaron sus estudios de primaria o bachillerato. Casi roza el 10% aquellos que cursaron una tecnicatura superior o media, de acuerdo con datos del Monitoreo de Flujo perteneciente a la Matriz de Seguimiento de Desplazamiento (DTM), una herramienta de seguimiento a la dinámica de migrantes venezolanos desarrollada por el Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Para 2019, según cifras del Sistema de Admisión de Extranjeros que reseña Efecto Cocuyo, de casi 120.000 connacionales que había en esa fecha en Argentina, 16.234 eran ingenieros, 10.860 administradores y empresarios, 4.517 trabajadores de la salud, 3.377 abogados, 2.169 periodistas, 1.542 chef, 1.458 docentes y 1.290 arquitectos. El 64,8% restante ejercía otros oficios.
Albert Garrido entró en el grupo de los migrantes amantes de la cocina. Al principio encabezó el grueso del 60% de los venezolanos que no encontraba trabajo estable, pero luego eso cambió. Estuvo como chef en un restaurante que para él era el Miga’s venezolano. Allí pasó tres meses, pero no tuvo la libertad de innovar y fusionar la cultura venezolana y la argentina en sus platos porque ya tenían un menú preestablecido. Pero pronto, otro restaurante con cocina de autor le dio la oportunidad de tomar la batuta y allí se sintió finalmente a gusto.
«Acá a Argentina es un lugar que es muy gastronómico, se maneja mucho con la parte del turismo. La primera fuente de trabajo es la gastronomía, así que sí es algo fácil conseguir trabajo en esa área como tal, aunque, no te voy a negar, ahora se complica un poco con la pandemia. Siempre se consigue, la cosa es qué quieres encontrar«, comentó a TalCual.
Él decidía qué platos hacer, qué contornos acompañaban qué, y sentía que podía darle un toque criollo a la comida argentina que, según su experiencia, por ser siempre un país acostumbrado a la migración es multicultural en lo que a gastronomía se refiere, pese a que piensa que predomina la fusión asiática. «Siempre ves que eso acompaña alguna otra comida, y siempre ves parrillas, milanesas empanizadas, asado, etc», dijo.
Aunque le gusta su trabajo como chef, los fines de semana lo hacía como camarero, pues por las propinas a fin de mes puede duplicar o triplicar lo que hace como cocinero, que aparte del sueldo no tienen ingreso extra.