Reportajes y Especiales
Pacientes renales y trasplantados siguen padeciendo las fallas y faltas del gobierno nacional
13 de febrero de 2022
El pasado marzo de 2021, ElImpulso.com junto con los diarios TalCual de Caracas; La Mañana de Falcón; Yaracuy al Día y La Nación de Táchira, se unieron para ofrecer una visión más amplia de cómo se ha ido agravando la situación de los pacientes renales en el país. Diez meses más tarde, visitaron de nuevo algunos centro y pacientes y voceros para hacerle seguimiento a su situación
Por segundo año consecutivo, pacientes de la Unidad de Diálisis Juan Pablo II de Caracas le dieron la bienvenida a enero protestando por las fallas y falta en los tratamientos de las personas con patologías renales y/o trasplantes. No pueden esperar más, desde 2015 vienen padeciendo un calvario, al que en 2020 se le sumó la pandemia y la crisis del combustible. Su vida depende del gobierno.
El pasado marzo de 2021, ElImpulso.com junto con los diarios TalCual de Caracas; El Tiempo de Anzoátegui; Correo del Caroní de Bolívar; La Mañana de Falcón; Yaracuy al Día y La Nación de Táchira, se unieron para ofrecer una visión más amplia de cómo se ha ido agravando la situación de los pacientes renales en el país. Diez meses más tarde, visitaron de nuevo algunos centro y pacientes y voceros para hacerle seguimiento a su situación.
Siguen las fallas y dificultades para los pacientes renales: pocas máquinas en las unidades de diálisis, poco personal, escasez de medicamentos y retraso en el envío de las valijas. “La situación es la misma que a principios de 2021”, aseguró Reymer Villamizar, director de Amigos Trasplantados de Venezuela (ATV).
“En 2021 denunciamos la escasez de azatioprina (medicamento inmunosupresor), de bicarbonato –indispensable para el funcionamiento de algunas máquinas de riñón artificial (MRA)–, la tardía vacunación de los pacientes renales y la falta de un protocolo para el tratamiento de pacientes renales y/o trasplantados contagiados con la covid-19”, explicó Villamizar.
En “Informe sobre la privación de los derechos a la salud y la vida de personas con enfermedad renal crónica en Venezuela en el contexto de Covid-19 de 2021”, realizado por Codevida y ATV –documento que tomó parte de la información publicada en “Dializarse, el calvario de los pacientes renales en Venezuela”–, arroja que entre 2020 y 2021 fallecieron 46 personas trasplantas a causas de la covid-19.
En el informe también insisten en la reanudación de trasplantes en el país, suspendido en 2017. “El pasado noviembre el presidente Maduro anunció la reactivación de los trasplantes en el país, esperamos se dé, muchas personas están a la espera de un trasplante, y nos gustaría que se anunciara un plan de trasplante serio, responsable y viable”, señala Villamizar.
Continúa la lucha del joven Jesús Zea en Falcón
El joven falconiano Jesús Zea, tenía como meta para 2021 lograr conseguir un trasplante de riñón. Según Zea el año pasado el programa de donación de órganos en Venezuela atendió a 10 pacientes, entre los que esperaba estar.
El joven de profesión abogado, quien alterna las terapias de diálisis con las visitas a los tribunales, reclama la ausencia de una organización regional que vele por los derechos de los pacientes renales.
«Hay pacientes renales que pueden aún trabajar, es un punto a nuestro favor, pero las empresas no quieren darle trabajos, eso nos hace sentir mal ya que necesitamos un dinerito, para el tratamiento y no ser carga familiar, aportar para nuestras necesidades”, advierte Zea.
Al igual que muchos pacientes renales de su región y del país, a Zea no recibe siempre todos los medicamentos que requiere.
“Los insumos sí llegan, los medicamentos. Con frecuencia no vienen completos. Pero las unidades de diálisis que hay no dan abasto, están al máximo, a tal punto que tienen que ir a Coro, los que pueden hacerlo”, señala.
Yormi Morales, falconiano y trasplantado el pasado 2011, perdió el riñón donado por problemas en la recepción de los medicamentos de alto costo que requería tras la intervención. Actualmente, está de nuevo en el programa de diálisis del Centro Nefrológico de Coro.
Actualmente, en Paraguaná (Falcón) existen dos unidades de diálisis y tres en Coro; pero “se mantienen con apoyo” de los pacientes. También reportan fallas en el personal: faltan enfermeras capacitadas para el tratamiento de pacientes en diálisis.
De acuerdo a testimonios de pacientes de los distintos centros de diálisis de la capital de Falcón, la Unidad del Hospital Universitario Alfredo Van Grieken cuenta con 15 máquinas de las cuales nueve están dañadas y seis funcionando, una menos disponible con relación al año 2021, donde había siete funcionando. Y no hay protocolo para los pacientes renales con covid-19: deben compartir las máquinas de riñón artificial con no contagiados.
En Falcón también falla la frecuencia en el suministro de medicamentos para el tratamiento, así como el servicio eléctrico; los constantes cortes de luz obligan a suspender la terapia: no hay planta de emergencia en el Van Grieken.
Mientras que en Punto Fijo, el Centro de Nefrología del Hospital Calles Sierra de Paraguaná funciona al 80%, dializa 135 pacientes, 28 en cada turno mañana y tarde; en 2021 las unidades extrahospitalarias estaban en declive, pero actualmente contribuyen a evitar que los pacientes paraguaneros tengan que movilizarse a la ciudad capital, tal es el caso del Centro de Nefrología de Falcón (Ceninfalca), que presta el servicio de hemodiálisis a aproximadamente 72 pacientes distribuidos en dos turnos de lunes a sábados.
En el municipio Zamora, de 43 pacientes renales 35 han fallecido, 25 nuevos fallecimientos en relación a los diez que se contabilizaban hasta 2020. El municipio no cuenta con unidades de diálisis, los pacientes se deben trasladar desde Cumarebo hasta Coro; esto muchas veces es tarea imposible dependiendo de las condiciones mecánicas de la buseta, adscrita a la alcaldía de Zamora. Una vez que los pacientes llegan a Coro son distribuidos en tres unidades de diálisis: la «Elides Salas, del hospital Alfredo Van Grieken, la unidad de diálisis La Fe y en el Centro Nefrodial de Coro (Cenedic).
En Lara deben sortear las fallas de agua, luz e higiene
Chiripas y cucarachas caminan y salen de las máquinas de la Unidad de Diálisis Barquisimeto de Lara, denuncia Dayana Díaz, paciente renal que asiste a este centro. Recuerda que la última vez que fumigaron fue hace cuatro meses, pero reclama que sea más frecuente para evitar compartir asiento con los insectos.
También señala la falta de mantenimiento de los baños, aires acondicionados y la falta de personal. “Aquí tenemos unas enfermeras maravillosas, que se quedan con nosotros, cumpliendo doble turno; de manera gratuita, sólo por nuestra salud. Se requiere de mucho personal médico”, resalta.
Por otra parte, Juan Carlos Vicheria recuerda los retrasos y complicaciones que ha traído a los pacientes renales los recientes “apagones” (cortes de servicio eléctrico) y fallas en el suministro de agua. En los últimos meses, han arreciado las fallas en el servicio de agua potable en el estado occidental, comunidades de algunas zonas de la entidad han llegado a sumar hasta tres meses sin agua. La ausencia de ambos servicios ocasiona reducción en las horas de diálisis, lo que se traduce en que el paciente no consigue eliminar todas las toxinas de la sangre.
Vicheria espera por un trasplante desde 2013. Señala que actualmente el diputado Héctor Colmenares y el presidente de la Fundación de Pacientes Renales (Fundapre) están en gestiones en pro de la reactivación del Sistema de Procura de Órganos y Tejidos (SPOT).
En Táchira la Unidad de Diálisis del Hospital Central se cae a pedazos
En Táchira los pacientes renales deben sumar al calvario de acudir a sus tratamientos de diálisis, las deficiencias de los servicios básicos y la hiperinflación: largos cortes de electricidad, racionamiento de agua y limitaciones para surtir gasolina.
Muchas personas dependientes de una máquina para purificar la sangre viven lejos y para movilizarse tienen dos opciones: transporte público o sus propios vehículos, pero la segunda alternativa se complica por las limitantes para surtir combustible subsidiado, 30 litros semanales; y hasta la gasolina a precio internacional es sometida a un cronograma.
En el estado hay registrados 390 pacientes renales que se dializan en los siete centros de diálisis que funcionan. Seis en San Cristóbal y uno en Colón, municipio Ayacucho, de los cuales dos son hospitalarios: el del Hospital Central y el del Seguro Social; los cinco restantes son extrahospitalarios. Todos se encuentran funcionando, aunque con limitaciones.
Problemas graves presenta la Unidad de Nefrología del Hospital Central de San Cristóbal. La infraestructura de este servicio está muy deteriorada, una gran extensión del techo destruido, goteras, olor a humedad, y hasta un área con murciélagos.
Familiares de los enfermos renales afirman que esta situación, además de ser un riesgo para las personas que se encuentran en el lugar, también incide en el estado emocional, causa depresión. En este centro hospitalario dializan a los pacientes renales con covid-19; así como aquellos que por alguna u otra razón están hospitalizados.
A pesar del estado de la Unidad de Nefrología del Hospital de San Cristóbal, a Yimer Quintero, quien vive en Santa Bárbara de Barinas, se le hace más accesible cumplir con su tratamiento en este recinto. Los costos y las restricciones con la gasolina lo obligan a viajar a otro estado y reducir su tratamiento de tres a dos veces por semana.
Jornadas tardías de fístulas en Yaracuy
Hasta hace un año los pacientes renales de Yaracuy clamaban por jornadas de fístulas, mejoras a las máquinas de los centros de diálisis y en la distribución de los medicamentos y apoyo en el traslado a los recintos.
Las jornadas se hicieron, pero llegaron muy tarde, asegura Walter Parra, paciente renal de San Felipe; quien también denunció que siguen requiriendo los insumos para su tratamiento y asistencia técnica para el mantenimiento de las máquinas de riñón artificial (MRA).
Actualmente, en Yaracuy hay cuatro centros de diálisis, tres en San Felipe –una en el Hospital Central– y una en Chivacoa, inaugurada el pasado octubre; pero en este centro solo funciona una MRA.
“El centro de Chivacoa tiene deficiencias. Solo tiene dos máquinas, una se quemó y la otra no sirve”, denunció Douglas Salazar, paciente renal de Yaracuy.
El transporte sigue siendo una calamidad. El año pasado la gobernación habilitó unidades para el traslado de pacientes, pero no alcanza a todo. Las personas que viven fuera de San Felipe deben costear su traslado y limitar su tratamiento a los horarios del transporte.
Créditos: Bleima Márquez (La Nación); Redacción Yaracuy al Día; Magalys Hassan, Dixon Díaz y Luis Hidalgo (La Mañana); Luis Miguel Rodríguez (El Impulso) y Valentina Rodríguez y Luis Olaizola (TalCual)