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Reportajes y Especiales
¿Qué tan antigua es la celebración de San valentín?
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Víctor Matos
No hay nada más efímero que esta afirmación: “Nuestro amor será eterno”. Sin embargo, cada año se celebra una fecha, como la de este martes 14 de febrero, para enaltecer este sentimiento, elevar nuestros espíritus y mantener nuestras promesas, que se amplió para celebrarlo como “El Día del Amor y la Amistad”, en recuerdo del sacrificio del sacerdote san Valentín que sufrió la muerte por legalizar moralmente a las jóvenes parejas.
Y aunque la amistad es por siempre, el amor se extingue con el paso del tiempo, pero es el pretexto para los deslices de locura, promesas repetidas, compromisos jurados, pero siempre ya no razonando con el cerebro sino a través de los impulsos de nuestros corazones.
Alguien dijo una vez sobre este fenómeno: “El amor es un no sé qué. Empieza no sé cuándo, pero termina no sé cómo” por lo que jurar amor hasta la muerte, es la palabra que en la mayoría de veces cae en el olvido, a pesar de la sentencia que alguna vez señalara el escritor irlandés Oscar Wilde que decía: “Lo que ignoran los jóvenes de hoy, es que la verdadera felicidad del amor en las parejas, es el de envejecer juntos”, lo que solo se experimenta en los matrimonios longevos y en la dicha compartida.
Pero en este sentimiento, no todo es coser y cantar, pues los fracasos hoy en día suman mucho más que los aciertos, de allí que se originan los aumentos de divorcios en las jóvenes uniones, las diferencias encontradas entre ambos después de haber agotado cierto tiempo, la disparidad de caracteres, y tantas maneras de justificar la separación de quienes bebieron del acíbar del amor para toda la vida.
Claro que en el mundo de hoy, se han multiplicado los fracasos en el amor; el corazón roto, las ilusiones frustradas, el descalabro sentimental, la ruptura conyugal, el descubrimiento de infidelidades, la amargura por la desatención o lo que hoy conocemos como la siembra del desamor, han complicado la solidez de las parejas, ejemplo de nuestros hijos a quienes se les educa, se les sostiene, se les inculcan los valores, por simple ejercicio del amor.
Las dificultades obedecen, según los entendidos, a la mala comunicación con la pareja, al trato frío de una de las partes, al desinterés mutuo y a la inexpresividad sobre nuestras angustias y de nuestras alegrías.
Pero surge la interrogante: ¿Cómo saber si eres compatible con quien te gusta? ¿Puedes acoplarte al carácter, usos y costumbres de tu pareja? ¿Lo haces cómplice de tus logros y dificultades?
Estos son algunos de los problemas que surgen para un eventual rompimiento de lo que antes fuera la sólida unión de la pareja, reforzada con los eslabones filiales al nacer los hijos y de continuar con el mismo cariño, de acariciar los nietos, y los más bendecidos, hasta saludar el advenimiento de sus bisnietos.
En suma, ese es el AMOR, así, con mayúsculas, que fue la fecha festejada ayer, con regalos, flores, cenas y abundancia de abrazos, pues el ser humano es así: cuando quiere, no escatima sentimientos.
Mientras tanto, sigamos brindando, ¡y que se eternice el amor!
El mártir san Valentín trascendió a la historia
Corrían los años del tercer siglo de nuestra era, cuando un monje romano, Valentín, celebraba en secreto matrimonios para garantizar ante los altares la unión de las parejas jóvenes del Imperio, en la tierra y en los cielos, en nombre del amor y la igualdad.
Al saberse tal actividad, en época de persecución de los cristianos, el emperador Claudio II decidió arrestarlo, y luego por su reincidencia, sentenciarlo a muerte, por lo que fuera decapitado el año 270, bajo los cargos de desobediencia y rebeldía.
Por tal motivo, luego del sacrificio, el mundo católico decidió celebrar la fecha de su muerte, 14 de febrero, que se mantiene hasta hoy en el universo de la Iglesia de Cristo, como el Día del Amor y la Amistad, cuya acción se extendió a todo el planeta.
A este festejo y por su importancia a la exaltación del sentimiento más íntimo del ser humano, se sumó a Cupido, el ángel que en la antigua Grecia era conocido como Eros, hijo de Afrodita, la diosa del amor, y de Ares, a quien se le consideraba como ayudante que dirigía la fuerza primordial del corazón, quien lanzaba sus certeros flechazos a los jóvenes enamorados para su posterior unión de toda la vida.
La fecha selló los espíritus de los hombres y las mujeres en el universo, y se festeja tramitando regalos, multiplicando promesas y con los deseos abundantes de dicha, paz y felicidad por una unión permanente, lo que ha motorizado a las parejas, por los siglos de los siglos, a tal punto que febrero se convirtió en el “Mes del Amor” para que su consigna de unir al hombre y la mujer, se mantenga por siempre. (Víctor Matos)
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