Espera terminar su travesía, viajando en su vehículo de dos ruedas, desde San Antonio del Táchira hasta Carabobo, su estado de origen
Jonathan Maldonado
Hace más de siete meses, Douglas Pérez, venezolano, dejó su país para probar suerte en Perú. Allá consiguió trabajo rápidamente en el área de la electricidad, pero sin escaparse de los matices xenofóbicos que muchos han experimentado en esa nación. Tras el escenario provocado por la pandemia, decidió regresar a su tierra de una manera poco vista: en bicicleta.
Desde Perú y hasta la frontera, pedaleó 3.800 kilómetros. Sin embargo, al soltar la cifra, se sincera y recuerda que de ese número, 600 fueron gracias a los aventones. “La gente casi no quería montarme en sus carros por todo el equipaje que tenía”, precisa el caballero, quien anhela estar pronto en su estado, Carabobo.
“Muchos me ayudaron en el camino para no desfallecer”, rememoró Pérez al tiempo que calificaba lo vivido como una “travesía maravillosa”, en la que el esfuerzo y la tenacidad jugaron un rol primordial para llegar a la meta, pese al cansancio que, en muchas oportunidades, experimentó.
“La pandemia dañó mis planes”
En su bicicleta tiene las banderas de Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela —esta última la de mayor tamaño—. Todas las exhibe con orgullo, pues son los países que atravesó. “Cuando llegué al puente, viví algunos problemas, con las autoridades colombianas, para que me dejaran pasar con todo. Al final, lo logré”, señaló.
Aunque aseguró estar feliz por su retorno a Venezuela, deja claro que de no haber sido por la pandemia, aún estuviera en Perú, laborando en lo que sabe. “La pandemia dañó mis planes”, enfatizó para luego puntualizar que ya suma cinco días en el Terminal de Pasajeros a la espera de que le confirmen si termina de pasar el aislamiento allí o en un Punto de Asistencia Social Integral (PASI).
“Nunca imaginé que me regresaría en bicicleta, pero la necesidad me empujó a hacerlo. No fue fácil, pero lo disfruté. Cuando regresé a mi país, sentí felicidad, pues es mi país”, reiteró quien desea conseguir el permiso para continuar con su trayecto: “de San Antonio del Táchira a Carabobo, son 600 kilómetros más. No quisiera irme en autobús”, detalló.
Pío, su fiel acompañante
Durante el viaje siempre contó con la fiel compañía de Pío, un perro que ya tenía como mascota en Perú. “Se comportó muy bien, en el camino me contagió de la energía que posee cualquier cachorro”, agregó en tono de agradecimiento hacia el canino.
De Perú, lamenta el rechazo de muchos hacia los venezolanos. “El venezolano en esa nación no es bien recibido, allá no hay receptividad, sentí la xenofobia”, subrayó quien contaba con un buen empleo.
Su madre y hermano son las dos personas que lo están esperando en Carabobo. “Ojalá y me permitan continuar en bicicleta. De ser así, serían 4.400 los kilómetros que sumaría”, añadió quien una vez ingresó por el puente internacional Simón Bolívar le aplicaron la prueba rápida. “Es un protocolo que hacen con todos. Yo arrojé negativo”, remarcó.