La sangre es un elemento clave para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo y todos sus sistemas. En ocasiones, algunas personas presentan dificultades arteriales debido al espesor de la sangre que pueden ser solucionados con tratamientos de anticoagulación. Estos permiten que la sangre fluya con más normalidad en las venas y no genere una acumulación de plaquetas que pueda desencadenar dolores o en un peor caso, enfermedades.
Un coágulo de sangre es una afección grave que requiere tratamiento inmediato. Las personas con cáncer y las que reciben tratamiento para el cáncer tienen un mayor riesgo de formación de coágulos sanguíneos.
El proceso normal, llamado coagulación, es un proceso complejo. Las células sanguíneas especializadas, denominadas plaquetas, y distintas proteínas de la sangre, denominadas factores de coagulación, se aglutinan para cicatrizar vasos sanguíneos dañados y controlar el sangrado. Existe un delicado equilibrio entre los factores de coagulación que promueven el sangrado y aquellos que promueven la coagulación. Los trastornos de coagulación de la sangre se presentan cuando faltan o se dañan algunos factores de coagulación, y estos forman coágulos dentro del cuerpo. Esos coágulos pueden bloquear el flujo normal de la sangre y causar problemas graves.
Es necesario llevar un control de este tipo de tratamientos, para disminuir los riesgos y complicaciones que puedan generase durante su curso o por el uso de medicamentos.