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Asesino de tachirense Lisbeth Colmenares ya habría asesinado a una joven de 14 años

6 de marzo de 2021

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Hace siete meses, el vil asesinato de una venezolana en Bogotá, Colombia, causó conmoción en ambos países, sobre todo por la frialdad con la que actuó el asesino, un neogranadino que se obsesionó con ella. La tachirense Lisbeth Katiuska Araque Colmenares estuvo desaparecida varios días, antes de que fuera hallada asesinada.

Lo último que se supo de ella fue el 18 de agosto de 2020, día en el que iría a casa de su jefe, un reciclador llamado Rubén Darío Guzmán García. Lisbeth tomó un taxi desde su casa, donde vivía con su pareja, hasta la casa del sujeto. La acompañaba esa vez su bebé, de 1 año de vida, la cual fue hallada abandonada horas después por las autoridades policiales. Al día siguiente les fue entregada a los familiares. Pero Lisbeth seguía desaparecida.

La infructuosa búsqueda que iniciaron sus seres queridos les llevó hasta la casa del jefe de ella, quien, sin inmutarse, les dijo que ella se había fugado con un amante, un taxista. Una de las varias versiones que dio.

Ya recuperada la hija de Lisbeth, la alegría y la esperanza revivieron. Pero la preocupación en las horas siguientes nuevamente se apoderó de ellos. No había ninguna pista sobre el paradero de la tachirense. Las dudas y angustia invadieron a la familia, pues sabía que ella era incapaz de dejar abandonada a su hijita. ¿Pero, dónde estaba ella?, se preguntaban.

Tumban la coartada del asesino

Cumplido el lapso legal de tiempo, la Sijin de Colombia inició las investigaciones. Los análisis de las cámaras de seguridad, y lo que dijo Rubén a la familia, condujeron a los investigadores hasta el taxista, que ese 18 de agosto llevó a la muchacha y a su hija hasta la casa del jefe. Las fuertes dudas que recaían sobre el conductor del taxi poco a poco se fueron disipando. Y las sospechas comenzaron a recaer sobre el jefe.

Fueron esas mismas cámaras de seguridad, más de 150 horas de grabación, las que permitieron esclarecer el hecho. En una de ellas se observaba, como declaró el taxista, cuando Lisbeth y su hija llegaron a la casa del reciclador, incluso fue él quien le pagó la carrera. Más tarde se veía que el hombre salía con la niña, en un coche, del depósito de chatarra, cuando se la llevó para dejarla abandonada.

En otra grabación, más tarde, se le ve saliendo con una carreta. Allí llevaba el cadáver de la venezolana. Diecisiete días después, finalmente hallaron su cuerpo en una alcantarilla. Estaba en avanzado estado de descomposición, envuelto en sábanas y plástico. Un zapato deportivo fue rápidamente reconocido como suyo; pero no fue sino hasta el 8 de septiembre cuando Medicina Legal confirmó su identidad.

La detención de Rubén Guzmán se concretó e1 15 de septiembre de 2020. En uno de los tantos interrogatorios a los que fue sometido, terminó por confesar que ese día, al enterarse que ella era casada, lo invadió la ira y le disparó en la cabeza con un arma que se había encontrado. Dijo que él se había enamorado de ella, infiriendo que tenían una relación.

Diez años antes

En una reciente emisión del programa “Séptimo Día”, de Caracol Televisión, se reveló que de alguna manera la muerte de Lisbeth tendría un vínculo con otra ocurrida 10 años antes, ambas en similares circunstancias: el mismo asesino y un amor obsesivo.

De acuerdo con la familia de esta víctima, identificada como Angie Lorena Torres, de 14 años, estudiante del séptimo año de secundaria, en 2010 Rubén entró a su vida, para destrozárselas a todos. Pese a la gran diferencia de edad, Rubén, de más de 30 años para aquel entonces, se hizo amigo de la jovencita y, poco a poco, de toda la familia, a la que trató de ayudar, brindándoles trabajo como recicladores a ella y a su hermano mayor, Cristian.

La armonía duró unos pocos meses, cuando los adultos se percataron que las intenciones de Rubén eran amorosas y a pesar de que la familia trató de separarlo de la adolescente, creen que se seguían viendo a escondidas. Las amenazas del sujeto hacia la chica preocuparon a una hermana, al Angie confesarle que Rubén le advirtió que si la veía con un muchacho o se enteraba que tenía novio, la mataría. Pero los adultos no actuaron a tiempo.

“Séptimo Día” contó que, bajo el mismo modus operandi practicado con Lisbeth, el hombre embaucó a la jovencita, se veían a escondidas. El 29 octubre de 2010, Angie salió de su casa para el colegio. Había una actividad especial y ella era la reina del carnaval. No regresó jamás a casa. La vieron salir del liceo entre las 3:30 y 4 de la tarde, perdiéndole todo rastro en las cercanías de la residencia de Rubén.

Cuando era un hecho su desaparición, la madre de la menor incluso fue a la casa de Rubén, quien, aunque nervioso y asustado –como lo describió-, no le permitió que entrara al inmueble. Al contrario, le dijo que no se preocupara, que la acompañaría a buscarla. Al igual que pasó con Lisbeth, la hallaron asesinada posteriormente. Y las sospechas sobre el reciclador aumentaron.

Asesino en potencia

Para ese entonces, por falta de pruebas, la Fiscalía bogotana no actuó, archivó el caso de la menor, pese a las evidencias circunstanciales existentes, y no fue sino hasta que su familia se enteró del caso de la venezolana, cuando por fin se accedió a reabrir las averiguaciones.

A partir de su reciente detención, las autoridades colombianas han recibido otras denuncias contra mujeres en las que señalan a Rubén, como el autor de tales crímenes.

María Elisa, madre de Angie, lamentó que otra víctima fuera asesinada por ese hombre –según la familia- para que la justicia actuara; mientras que Marcelino, padre de Lisbeth, sostuvo que, de haberse hecho justicia hace 10 años, su hija estaría viva.

Miriam Bustos

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