Mary Adelina Hernández Velásquez, de 58 años, había llegado hace 15 días de Bogotá para instalarse nuevamente en su casa, ubicada en la vereda Camilo Torres, en Tienditas, en el municipio fronterizo Pedro María Ureña. El pasado viernes fue hallada muerta en su vivienda. Su hija menor, Marly, se encuentra detenida, como principal sospechosa del deceso.
Tres días después de haber arribado de Colombia, Hernández visitó a sus vecinos para preguntarles sobre un supuesto robo en su hogar, motivo que la hizo regresar de la capital colombiana. «Ningún vecino sabía de eso, lo que extrañó a Mary, pues ya algunos familiares manejaban la tesis de que su propia hija, quien durante casi un año estuvo sola en la casa, era quien había desaparecido los objetos. Le hacían falta dos aires acondicionados, vajillas, cubiertos y otras pertenencias; todo nuevo, ya que estaba remodelando su vivienda», narra una de las vecinas, quien, por seguridad, prefirió no ser identificada.
Según testimonios de los residentes, la víctima se encontraba remodelando desde hace dos años su casa. «Había recibido una herencia de su madre, quien era colombiana y tenía negocios en Bogotá. Con ese dinero, también compró carro y moto», contó la dama.
«La moto se la había regalado a su hija menor, quien decidió venderla recientemente. Otra razón que la hizo venirse es porque su hija quería venderle el carro, con la excusa de que se lo iban a robar», precisó la vecina, consternada y aún sin creer que su vereda sea noticia por tan «abominable acontecimiento».
«¡Hay un muerto!»
Eran cerca de las 7:40 p.m. del viernes 4 de octubre, cuando en la casa número 3-78 se escuchaba un grito que impactó a los vecinos: «¡Hay un muerto!», profirió una mujer, quien segundos antes había entrado a la vivienda de la señora y la había hallado muerta en su habitación. En su cabeza tenía una bolsa y encima un «trapo» blanco.
«Ella estaba allí porque minutos antes había mandado a su hija (una niña) a darle un recado a Marly, la hija menor de Mary Hernández. Cuando Marly recibe a la pequeña, se desmaya de inmediato. La niña, asustada, corre hasta donde sus padres y les avisa», detalló la vecina.
Ellos no titubearon en correr hacia esa vivienda. Al arribar, vieron a la chica tendida en el suelo. Cuando tratan de reanimarla, le preguntan «qué había pasado». Ella, aún no del todo consciente, balbuceó que la habían intentado robar. «Llamaron a una enfermera de la zona, quien aconsejó que la llevaran de inmediato al hospital Samuel Darío Maldonado, en San Antonio del Táchira; así se hizo», añadió.
Los que se quedaron en la fachada de la casa, tras haber auxiliado a Marly, «pensaron en la señora Mary e ingresaron a la residencia. Como ya habían cerrado la vivienda, buscaron la forma de entrar, hasta que lo lograron. Al llegar a la habitación de Hernández, estaba allí, sin vida», señaló.
Todo transcurrió en la oscuridad de la noche, pues no había luz, solo les acompañaban las pantallas de los celulares. «La policía llega a los minutos, y la luz también. Al comienzo solo hacían preguntas, no entraban. Fue por nuestra insistencia que pasaron a la vivienda y constataron que mi vecina se hallaba sin signos vitales. Aparentemente, ya tenía cinco horas o más de muerta», manifestó con un nudo en la garganta.
Discusión un día antes del deceso
Los residentes señalaron que el jueves 3 de octubre, un día antes del deceso, se escuchó una fuerte discusión entre la señora Hernández y su hija Marly, a quien corrió de la casa.
“Ella le decía, ‘tranquila mamá, yo me voy a ir’”, indicó una de las vecinas, al tiempo que puntualizó: «ya en la tarde vimos salir a la señora con un maletín y pensábamos que era ella quien se iba», dijo.
«Pero no fue así, porque la mañana del viernes se le vio barriendo el frente de su casa», recordó, para luego recalcar: «A Marly, la hija, se le vio salir en horas de la tarde con un hombre, que nunca habíamos visto. Era grande, con un aspecto de pocos amigos. Luego, como a eso de las cinco, llegó con una de sus dos hijas, la menor de cuatro años. La mayor, de cinco años, vive con su abuela paterna. De ahí, no sabemos más», precisó.
Mary Adelina Hernández tenía sus dos hijos mayores viviendo desde hacía varios lustros en Colombia. Jonathan y Carolina viajaron para el entierro en el cementerio Municipal de San Antonio del Táchira.
Marly, por su parte, continúa detenida.
Es un triste caso de parricidio: un hijo mata a uno de sus padres, según las investigaciones preliminares.
Jonathan Maldonado