Sucesos

Cuentan más de mil desaparecidos en la frontera colombo venezolana

19 de febrero de 2024

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Rosa Reyes no ve a su hijo Jhaylander desde el 1° de abril de 2022; Marbeligne Palmar perdió todo contacto con su hermano en julio de 2020; Lisbeth Zurita no volvió a saber nada de Enisael desde julio de 2019. Cada año se cuentan decenas de jóvenes desaparecidos en la frontera colombo venezolana; todos ellos coinciden en dos puntos: No hay ni una sola pista y ningún ente gubernamental los está buscando

Jhoana Suárez

Clara Ramírez, directora de FundaRedes, detalló que, de estos casos, 149 ocurrieron durante el año 2023 en los 6 municipios fronterizos que monitorea la organización, sin descartar a los grupos que actúan desde el interior del país, que traen a estas personas bajo engaño y que tal vez están reportados como desaparecidos en sus estados. 

La tarea de FundaRedes en el caso de desaparecidos es orientar y apoyar a los familiares. Lo primero es colocar la denuncia, un paso que resulta ser uno de los más complicados, porque el CICPC suele ignorar este tipo de hechos y lamentablemente no queda constancia de que esa persona desapareció. Si el hecho es en zona de frontera, hacen contacto con las ONG del vecino país para que los apoyen con la denuncia de ese lado de la frontera.

El monitoreo de la ONG, aclaró Ramírez, inició en 2019 cuando empiezan a ver que la gente estaba desapareciendo, pero no por secuestro, sino por otras circunstancias. Las primeras desapariciones registradas por FundaRedes ocurrieron en las costas; a la fecha se cuentan 214 desaparecidos en al menos 10 embarcaciones.

Pero la realidad les hizo desviar su atención a la frontera colombo venezolana. Decenas de desaparecidos empezaban a reportarse en los medios de comunicación y redes sociales y empezaron a hacerles seguimiento, descubriendo una realidad invisibilizada por las autoridades, pero latente y vigente en la frontera.

La iniciativa de los familiares

Aunque FundaRedes se ha dedicado a brindar apoyo a las familias víctimas de este flagelo desde 2019, una madre habría tomado la batuta desde de un grupo de Facebook y se habría convertido en el faro de estas familias. Lisbeth Zurita, madre de Enisael Contreras, un joven que desapareció en frontera en julio de 2019, creó un grupo de difusión llamado “Esperanza de Madre”.

Aunque nació de su frustración y desesperación, Esperanza de Madre se ha convertido en la guía y apoyo de todas las mamás que han tenido que enfrentar la desaparición de sus hijos. Desde abril de 2021, fecha en el que se fundó el grupo, Lisbeth se ha dedicado a contactar a las familias con seres queridos desaparecidos, buscando crear un lazo con ellos y ayudarlos a enfrentar este duro camino.

Al igual que todas las familias que atraviesan por esta situación, los primeros días y meses son de confusión, no se sabe a quién acudir, adónde ir, no se sabe nada y se necesita alguien que guíe y ayude. Lamentablemente, aseguró Lisbeth, las autoridades no son un apoyo, ellos han invisibilizado las desapariciones y las familias terminan buscando solos a su ser querido.

Actualmente, Esperanza de Madre cuenta 50 jóvenes desaparecidos en su grupo, una cifra que se incrementó notablemente durante el 2023. «No sabemos porqué tantas desapariciones, y no sólo de venezolanos en Colombia sino también de colombianos”.

Hoy día, Zurita maneja 3 o 4 casos que no están en el grupo por razones diversas. 50 son los casos activos, sin contar los que deciden no reportarlo por miedo. Otras han ocurrido dentro de Venezuela, pero nadie los reporta.

Asimismo, Esperanza de Madre se ha dedicado a la tarea de documentar los casos de desaparecidos que aparecieron vivos o muertos. Desde 2021 y hasta ahora, se ha conseguido uno vivo, que fue hallado en situación de calle en Medellín. Y se han encontrado 10 muertos, 5 de ellos documentados por el grupo.

La realidad del lado colombiano

La realidad en el país vecino, es aún peor. La Corporación Red Departamental de Defensores de DDHH del Norte de Santander (Corporeddeh) cuenta más de 6 mil desapariciones durante los últimos 50 años. 1.303 aparecieron vivos y 254 muertos. La mayoría de estas desapariciones donde se cuentan venezolanos y colombianos, ocurrieron en tres municipios fronterizos.

Enrique Pertuz, director general de Corporeddeh, explicó que en el caso del Departamento Norte de Santander, las desapariciones son un delito que está muy invisibilizado por parte de las autoridades del Estado y es un delito que si bien es cierto existía en el departamento, sobre todo en la zona de frontera, se incrementó a partir de la migración de Venezuela.

“Este delito suele estar asociado con otros que se registran en esta zona del país, entre estos: el reclutamiento forzado, la trata de personas, el tráfico de órganos y la esclavitud sexual”, añadió.

Detalló que solo durante el año 2023 desaparecieron en el Departamento Norte de Santander 146 personas, de las cuales 34 aparecieron vivas y una muerta. Llama la atención el número de mujeres que desaparecen en esta zona de frontera, cuyas edades están entre los 15 y 25 años, edades que dimensionan la gravedad de estos delitos en una población de mujeres muy jóvenes”.

Un patrón evidente

Para los representantes de las ONG y para los familiares de los desaparecidos existe un patrón que se ha hecho evidente. Las edades de las personas desaparecidas oscilan entre los 18 y los 35 años, y no solo los llevan para realizar trabajos forzados en alguna parte o para prostitución en el caso de las mujeres, FundaRedes descubrió que también operan las mafias de tráfico de órganos.

Entre las desapariciones en la frontera colombo venezolana, insistió Clara Ramírez, sucede algo muy similar, además de estar en el rango de edades, tiene el mismo patrón, la mayoría de madres aseguran que sus hijos hicieron el último contacto en San Antonio o en Cúcuta y luego no supieron más de ellos. 

Zurita también insiste que en todos los casos se pueden notar los mismos patrones: Muchachos muy jóvenes que trabajaban en frontera, que debían cruzar las trochas o que visitaban la zona. “Todos desaparecen y no hay siquiera una llamada para sus familias”.

Sin apoyo gubernamental

Las desapariciones se han convertido en un flagelo que las autoridades suelen “ignorar”. A juicio de la directora de FundaRedes, el Estado niega a los desaparecidos porque asumir que los tiene es reconocer que algo está muy mal. «Cada dos días hay una alerta de una persona desaparecida, entonces qué está pasando; como no son desapariciones violentas, nadie los ve y no quieren asumir que está ocurriendo». 

Explicó Ramírez que en Venezuela no se investigan las desapariciones, incluso no existe un protocolo para actuar ante personas desaparecidas. “A las personas cuando acuden al CICPC nunca les dan respuesta, lo que les suelen decir es ‘tranquila que eso vuelve’ o que se fue de rumba o con el novio o novia. No hay un plan de apoyo a los familiares”.

Comenta que la modalidad de estos grupos es ofrecer un trabajo bajo engaño, prometen que les pagarán en dólares por un lapso de tiempo de trabajo, la única condición es no comunicarse con nadie, y estas personas acceden, pero una vez que ingresan al grupo no pueden salir. “Muchos de ellos estarán con vida y ojalá sí, pero muchos de ellos no”.

“Los órganos de seguridad del Estado prefieren ignorar estos casos, porque para ellos los desaparecidos no existen y la verdad que es un fenómeno que ha venido incrementándose, antes solo teníamos desaparecidos en costas, ahora tenemos desaparecidos en frontera y hay un conflicto silencioso dentro del país que tiene sus víctimas y nadie habla de ello», añadió.

Insistió en que todos saben que hay fosas comunes en las trochas y la pregunta que se hace Ramírez es cuántos de estos desaparecidos habrá en esas fosas. «Nunca lo sabremos porque nadie investiga. Cuando declaró Mancuso, este hablaba de que hay 200 desaparecidos del lado colombiano, pero nosotros decimos que hay muchos más, sobre todo venezolanos que nadie está buscando».

Al igual que Ramírez, el director de Corporeddeh de Norte de Santander aseguró que este delito también ha sido invisibilizado por las autoridades colombianas porque frente a la falta de resultados, comúnmente esquivan su responsabilidad: “Cuando una persona desaparece, normalmente las autoridades les informan a los familiares de que esa persona se fue a trabajar; y en muchos casos, si es una mujer, que se escapó con el novio; y si es un hombre, que se fue a buscar mejores horizontes laborales, normalmente es lo que se dice a los familiares”.

Lamentablemente, aseguró Lisbeth Zurita, las autoridades no son un apoyo, ellos han invisibilizado las desapariciones. Para las madres, el apoyo de Fundaredes, la Cruz Roja Internacional y algunas ONG de Cúcuta como Progresar, se convierte en lo único que tienen, ni un solo organismo gubernamental de ninguno de los dos países se ha preocupado por buscar a los muchachos desaparecidos. Otras organizaciones como Provea y Amnistía también han brindado un acompañamiento muy oportuno

«La mayoría de madres que acudieron a un CICPC, un Sijin o a una Fiscalía no encontraron el apoyo que buscaban, no le atendieron su denuncia o peor, las trataron mal y les dijeron que andaban de rumba o se fueron con el novio o la novia. Entonces, uno estando tan mal en ese momento y va a una institución donde se supone deben apoyarte, orientarte y ayudarte en la búsqueda y se encuentra es con una pared, con una total falta de empatía».

La dolorosa realidad

Aunque la esperanza de las madres es que sus hijos estén con vida, muchos de ellos podrían no estarlo, según confiesa la directora de Fundaredes, Clara Ramírez, son más de mil jóvenes que desaparecieron hace años y no hay una señal de ellos.

Muchos de ellos, insistió, pueden estar vivos, ¿pero en qué condición? «Los pueden tener trabajando bajo la modalidad conocida como esclavitud moderna, pero ¿cómo están? ¿Algún día podrán salir de allí?».

Actualmente, hay una alta posibilidad de que estos jóvenes hayan accedido a lo que llaman “reclutamiento voluntario”, es decir, llegan les hacen la oferta de ir a trabajar con determinado grupo y no miden si tienen que ir a sembrar droga, no les importa y la necesidad es tal, que por el dinero se van a trabajar con ellos: “Lo que ellos no saben son las condiciones de trabajo cuando están adentro, nunca imaginan que cuando les dicen van a ir a trabajar en una finca, es un lugar pero con personas secuestradas, donde prostituyen mujeres, siembran coca y de ahí es muy difícil que salgan con vida”.

Hoy día, dijo Ramírez, los miembros de las disidencias de los grupos armados no son colombianos sino venezolanos, y esto confirma lo que se ha venido diciendo sobre el reclutamiento: «Ellos están reclutando jóvenes no solo para trabajar sino para entrenarlos y que finalmente conformen sus filas».

Pese a lo que puedan decir, Zurita tiene un sueño, y es conseguir que ambos gobiernos deleguen a una comisión que se encargue de revisar la situación de los desaparecidos:

«Yo quisiera que ellos hicieran lo posible por tener una pista sobre nuestros hijos. Si están reclutados, que pudieran hacer un convenio con estos grupos que le permitieran hacer una llamada a cada uno de ellos, que no sean tan crueles e inhumanos y permitan que las familias sepan de sus seres queridos. Yo no sé si estoy soñando mucho, pero sé que se puede hacer; te los quieres llevar, bueno, pero dale una señal a su familia».

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