Sucesos

Hallarlos vivos o «bajo tierra»: la incansable lucha de familiares

23 de diciembre de 2024

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Hay padres que suman hasta 10 años en un proceso que concluirá cuando aparezca su ser querido

Jonathan Maldonado

Detrás de cada caso de persona desaparecida, hay familiares que convierten el dolor en un motor de lucha para no desfallecer en el intento de búsqueda. Tal es el caso de tres madres, dos hermanas y un padre que mantienen intacta su fe pese al tiempo que ha transcurrido sin saber del paradero de su hijo o hermano.

El 18 de diciembre, a propósito del Día Internacional del Migrante, este grupo de venezolanos se congregó en el parque Santander, en la ciudad de Cúcuta. Allí desplegaron las fotos de sus seres queridos desaparecidos.

Todos pertenecen al grupo Esperanza de Madre 2, que reúne a casi 80 familias que han llegado con el mismo fin: hallar a su ser querido. Se conocieron en ese proceso que encierra dolor y angustia, pero también mucha esperanza de conseguirlos vivos, o «bajo tierra».

«Vivo con una incertidumbre que me mata»

Jhaylander Raúl Arévalo Reyes viajó el 1° de abril de 2022 de La Fría, en el Táchira, a Cúcuta, Norte de Santander, para averiguar sobre unos repuestos para el internet que iban a instalar en su casa; pero desapareció. Desde ese día, su familia, y en especial su madre, lo buscan incansablemente.

En ese momento, el joven rayaba los 23 años. “Ahorita tendría 25 años. Es mi único hijo”, subrayó Rosa Reyes, progenitora que su unió al grupo Esperanza de Madre 2, conformado en su mayoría por familias venezolanas, cuyos parientes, migrantes venezolanos, desaparecieron en frontera o en el corazón de Colombia.

Reyes contó a La Nación que por más de tres meses pegaron panfletos de él con la palabra «Desaparecido»: “Lo buscamos por todas partes en Cúcuta, por las canales, pensando que le pudieron haber hecho algo para robarlo, pero no hemos tenido respuesta”.

Sin poder contener las lágrimas, indicó que el dolor que la ha embargado en casi tres años, ha sido indescriptible: “No hay dolor tan grande como ese, vivo con una incertidumbre que me mata de solo pensar en cómo estará”.

Aseguró tener una gran fe de que su hijo aparecerá vivo: “Si me lo hubieran matado, ya lo hubiera conseguido. Tengo la fe que él, donde quiera que lo tengan, está con vida”.

En la actualidad, Jhaylander tuviera 25 años. “Ese día me dijo: ‘Mami, yo al mediodía estoy en casa’, pero no llegó. Desde ahí, no sé nada de mi hijo”, sentenció la madre, residente de La Fría.

«Pareciera que la tierra se lo tragó»

En 2016, la familia Rondón migró a Colombia. Lo hizo desde el estado Miranda, Venezuela, hasta el departamento fronterizo de Norte de Santander. En marzo de 2022, uno de sus integrantes, Yorman Rondón, de 20 años, decidió ir más allá y se adentró a Ríohacha, en busca de mejores oportunidades laborales.

El 27 de marzo de ese año perdieron toda clase de contacto con el joven. Ha transcurrido más de año y medio y “pareciera que la tierra se lo tragó”, puntualizó su hermana, Claudimar Rondón.

La joven acompaña a su madre, a quien se le hace imposible hablar frente a los medios. El dolor el produce un gran nudo que le impide proferir palabra alguna. “Vinimos a Colombia a buscar un mejor futuro, pero pasó esto, lo de mi hermano”.

Indicó que vive en la ciudad de Cúcuta con su hermano mayor y sus padres. “Mi otra hermana migró a Chile”, resaltó quien no pierde la fe de que su pariente aparecerá con vida.

“Él pensaba que allá, en Río Hacha, iba a tener más entrada de dinero, por ser una zona turística”, prosiguió al recalcar que han cumplido con toda la ruta de búsqueda, desde ir a la Fiscalía a poner la denuncia hasta Medicina Legal, donde descartaron que le hubiera pasado algo fatal.

Trujillana lleva cuatro años tras la pista de su hijo

Del estado Trujillo, Zulgey Peña migró con sus hijos a la ciudad de Cúcuta, Colombia. En mayo de 2020, su hijo, Néstor Peña, decidió adentrarse en el vecino país y se fue a Cali a buscar empleo. El 16 de ese mes su progenitora no tuvo más contacto con él. Desapareció. Lo único que supo es que había conseguido empleo en el sector de la construcción.

Con una pancarta donde tiene estampada la foto del joven, con su nombre, recordó que ya tiene 22 años: “Sigo acá en Cúcuta por mi hijo. Vivo con una de mis hijas y mi pareja”.

Dejó claro que se trata de un escenario «muy duro», por el cual «nadie debería pasar». “Nunca imaginé vivir algo así”, soltó con una voz entrecortada y tratando de no sucumbir en el llanto por el dolor que le produce hablar del caso.

Peña recalca que ha ido a todos lados, desde la Fiscalía y hasta la Defensoría del Pueblo. “Los que nos ha tendido más la mano son la ONU y la Cruz Roja Internacional”, aseveró.

La progenitora suma más de 48 meses de angustia, zozobra y mucha incertidumbre. “Ha habido hipótesis, pero más nada”, acotó desde el parque Santander, en Cúcuta.

Su búsqueda de su hermano ya suma 21 meses

El 1° de marzo de 2023, Gerson Useche, de 36 años, junto a dos compañeros de trabajo, desaparecieron en la población fronteriza venezolana de La Victoria, que conecta con Arauca, en Colombia.

A partir de ahí, Lisbeth Useche, su hermana, y demás familiares, no han descansado en buscarlo. Se han adentrado a rutas inhóspitas para hallar un rastro, pero hasta la fecha, ha sido infructuoso. Ya suman un año y nueve meses de desasosiego.

“Nos hemos activado a nivel binacional, tanto en Venezuela como en Colombia, en todos los entes para hacer las denuncias. Mi madre y los familiares de los otros muchachos los estuvieron buscando en el monte y en la montaña, con ayuda de la comunidad, para ver qué se podía recabar, pero no se consiguió nada. Se ha hecho todo el proceso legal en los dos países, pero continuamos sin respuesta”, detalló en entrevista con Diario La Nación.

La joven se hallaba este miércoles junto a otros integrantes del grupo Esperanza de Madre 2, en el parque Santander de Cúcuta. Cada caso toca las fibras humanas, pues se trata de una lucha inagotable por conocer el paradero de los suyos, quién los abordó y por qué, pero, sobre todo, dónde están.

En el instante de la desaparición, ellos estaban en la promoción y venta de la rifa para la Fundación Andina de Niños con Cáncer, y estaban totalmente autorizados con sus carnets, permisos y portaban el uniforme de la fundación. “Los tres son venezolanos y mi hermano goza de doble nacionalidad, pues mi mamá es colombiana”.

En la ruta de búsqueda, la familia se ha tropezado con dos intentos de estafa. “La Fiscalía de Colombia alega que el caso de mi hermano es en territorio venezolano, pero mi hermano estaba en La Victoria, que es frontera con Colombia, por eso buscamos acá y allá, pues no sabemos en qué momento pudieron cruzarlo por las trochas», señaló.

Lisbeth Useche precisó que la madre del joven vive en Bogotá y ha tenido que enfrentar una depresión muy severa a raíz de lo que han atravesado por la desaparición: “Ella está recibiendo tratamiento psicológico por el daño y vacío que deja mi hermano. Es el hijo mayor y es padre de cuatro muchachos que han estado bajo el cobijo de su mamá”.

Cruzó frontera a comprar un jabón y desapareció

«No hay un día que no piense en mi muchacho, todos los días oro y pido a Dios por él», aseveró Marcos Manio, habitante de La Fría, estado Táchira, cuyo hijo desapareció hace 10 años (24 de noviembre de 2014) al cruzar la frontera.

Manio precisó que su hijo, Peter Manio Pérez, salió ese día de su casa a comprar un jabón, del lado colombiano. Cruzó frontera, hacia Puerto Santander, pero nunca retornó.

“Mi nieto, que va a cumplir 10 años, y a quien Peter no conoció ya que su pareja estaba embarazada en ese momento, lo espera cada día”, sentenció con el dolor tallado en su mirada.

El ciudadano no pierde la fe de que su hijo aparecerá. Pese a los dos lustros que han transcurrido, su lucha se mantiene vigente: “En las redes sociales, mi nieto aparece a cada momento diciendo que quiere conocer a su papá”.

“Yo no tengo nada en contra de nadie, lo único que deseo es que aparezca mi muchacho”, prosiguió al señalar que, en la actualidad, su hijo tendría 29 años. “En ese instante hasta le borraron el Facebook”, aseguró.

Desapareció en el país que lo vio nacer…

“Hay veces que me hacen entrevistas y no las puedo contestar. Es un dolor muy fuerte que no se lo deseo a nadie. He estado muy enferma a causa de todo esto, pero Dios ha sido bueno conmigo, estoy de pie y unida a esta organización, Esperanza de Madre 2”.

Así describió Doris Mateus los cinco años de angustia que lleva atados a su alma por la desaparición de su hijo, la cual tuvo lugar en Putumayo, Colombia, adonde intentaba restablecerse tras haber migrado a Ecuador por la difícil situación (política, social y económica) que se vive en Venezuela.

Edwar Alarcón Mateus, de 42 años, llegó a Venezuela cuando apenas tenía 10 años, junto a su madre, huyendo de la compleja situación de Colombia. Varios lustros después,  Edwar se vio en la obligación de dejar el país que lo había cobijado para buscar un mejor futuro. Intentó en Ecuador, pero no se dio y decidió hacer vida en su país natal, el cafetalero, donde desapareció el 13 de marzo de 2019 en Putumayo.

«Él estaba refugiado en una iglesia católica, donde lo estaban ayudando mientras lograba salir adelante», precisó su progenitora desde el parque Santander, en Cúcuta.

A diferencia de su hijo, la ciudadana decidió seguir en Venezuela, específicamente en el estado Táchira: “Estoy en esta organización y ahí estamos, unidas, para adelante, algunas buscando a sus hijos y otras a sus hermanos”.

Ha ido a todos los entes a formular la denuncia: Fiscalía y Alcaldía. “Como mujer cristiana que soy, tengo la fe puesta en Dios, sé que me va a dar respuesta, que me va a dar la oportunidad de saber de él, así esté vivo o bajo tierra, pero es lo que quiero saber, para quitarme esta angustia tan grande”, señaló mientras trataba de contener el llanto.

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