Sucesos
Por hambre y presuntos abusos de poder secuestraron a ocho custodios del CPO
14 de noviembre de 2019
Poco después de las 5 de la mañana, un grupo de presos del CPO I se alzó, tomó las instalaciones, quemó algunas colchonetas y, tras secuestrar al menos a 8 custodios –a algunos los amarraron a bombonas de gas- , subió al techo, a la espera de la prensa y de un representante del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, que escuchara y solucionara sus problemas, de manera permanente e inmediata
Este miércoles, poco después de las 5 de la mañana, un grupo de presos del Centro Penitenciario de Occidente I se amotinó, tomó las instalaciones, quemó algunas colchonetas y, tras secuestrar al menos 8 custodios -a algunos los amarraron a bombonas de gas-, subió al techo, a la espera de la prensa y de un representante del Ministerio de Asuntos Penitenciarios, que escuchara y solucionara sus problemas, de manera permanente e inmediata.
Pero, antes de hablar con alguien que pudiera dar fin al conflicto, por intermedio de otros custodios, los presos pidieron que se les permitiera a los familiares que les llevaran comida, porque se estaban “muriendo de hambre”.
En la misma situación, estaría el Anexo Femenino y no descartaban que las mujeres se unieran a la protesta, comentaron.
Acusan al director y otros funcionarios
En audios que se difundieron desde el interior del penal, aseguraron los presos que “la comida llega, pero presuntamente es sustraída durante la madrugada por el director del penal y otros funcionarios, para su beneficio personal, mientras que fororo con sal sería el alimento de los presos”; también denunciaron supuestos maltratos físicos a los presos que se atreven a reclamar, “o los trasladan para El Dorado, como castigo”.
La gota que rebasó el vaso, dijeron los familiares de los presos, es que tenían tres días sin comer y por ello tomaron la decisión de hacer lo que hicieron, aun cuando Franklin Suárez, en agosto, garantizó que “en este centro penitenciario se les garantiza a las y los privados de libertad sus derechos fundamentales, donde no solo se les brinda una atención integral, sino además su alimentación completa. Los internos reciben sus tres comidas, desayuno, almuerzo y cena, y son tratados por igual, como ciudadanos, sin existir alguna preferencia por pertenecer a algún partido político”.
Hasta horas del mediodía no se habían reportado heridos, pero los vecinos del sector manifestaron haber escuchado detonaciones desde muy temprano.
A esa hora ya se habían hecho presentes funcionarios de la GRI, adscritos al Ministerio de Servicio Penitenciario, Guardia Nacional y también rescatistas y paramédicos del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal y de Protección Civil.
Lo habían advertido
Ya lo había advertido hace tres meses Asdrúbal Ortiz, representante de Derechos Humanos, e igualmente lo alertó el 30 de octubre el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), sobre la dramática situación que vive la población penal del Centro Penitenciario de Occidente, I y II, en Santa Ana del Táchira.
Este miércoles, lo que parecía que iba a pasar, efectivamente pasó, pues los presos se amotinaron y secuestraron a ocho custodios, en lo que llamaron una protesta pacífica, como una medida de presión para exigir respeto a la dignidad humana, a los derechos humanos, a la alimentación regular y adecuada, y sobre todo, la remoción del director del CPO I, Elio María Contreras, a quien señalaron de dichas supuestas irregularidades.
Mientras que tras las denuncias de Ortiz sobre la desnutrición y enfermedades presentes en los reclusos, el director de Gestión Comunicacional del MPPSP, Franklin Suárez, las desmintió, al asegurar que “la población penal está en completa normalidad”; y en septiembre, los familiares de los reos pidieron a la ministra, Iris Varela, la intervención urgente del recinto carcelario, ante la precariedad e irregularidades a que son sometidos los reos. El OVP, en su cuenta Twitter, publicó el 30 de octubre que los presos del CPO I y CPO II tenían más de 24 horas sin comer, porque no tenían gas o leña, y tampoco habían llegado los alimentos.
Miriam Bustos