Tachirenses en el mundo
Entre la danza y la comunicación desde la línea del ecuador
11 de marzo de 2017
“Soy de los Andes, soy todo corazón, soy como un ruiseñor, que canta y es feliz. Yo no me voy de aquí, la montaña es mi flor y flores grandes como estas solo hay aquí y flores como estas solo hay aquí”, dice Luis Felipe Ramón y Rivera en su muy reconocido bambuco Brisas del Torbes (1939); la pregunta es, ¿nos vamos? o ¿nos quedamos?
Muchos tachirenses han migrado en busca de nuevas oportunidades de vida, con la firme convicción de que en otro país podrán tener una buena cosecha de los sembrado en estas tierras de verdes montañas y gente cordial, pero, ¿por qué dejar el terruño que tantas experiencias, conocimiento, amigos, amores y entre muchas otras cosas te ha dado?
Marisabel Gómez Clavijo, una “gocha de cepa”, como ella misma se define, le contó a Diario La Nación su travesía, la cual emprendió hace un poco más de año y medio de manera “espontánea” que la llevó a Quito, Ecuador, con su novio.
Esta comunicadora social, graduada de la Universidad de Los Andes (ULA) Táchira, y además bailarina, formada en la Escuela Nacional de Danza (Endanza), aún no tiene claro si la comunicación la ha nutrido con la danza o viceversa, pero de lo que sí está segura es de que ha podido aplicar sus conocimientos y transmitirlos con la pasión y la entrega con la que siempre dedica su trabajo.
Bailarina de danza contemporánea, Marisabel tiene más de 10 años de experiencia, ha sido intérprete y mantiene sus entrenamientos personales, también ensayó por un tiempo con una compañía de danza ecuatoriana.
–La decisión de viajar a Ecuador surge por esos regalos del destino y normalmente por mi trabajo como bailarina siempre había viajado mucho y entonces adoraba estar en San Cristóbal, porque es una ciudad muy tranquila, me permitía hacer todas mis cosas y además viajaba a cada rato, tanto dentro de Venezuela como fuera del país. Cuando veo que la situación se comienza a complicar; tener los viajes, acceder a los dólares preferenciales y tener las comodidades básicas para viajar, me empiezo a estresar un poco–, relata Marisabel.
Narra que la decisión definitiva de migrar la toma luego de una conversación informal que tuvo con una de sus profesoras de la ULA, la cual le sugirió que visualizara su futuro en Ecuador, pues “allá hay muchas cosas”; razón por la cual compró boletos de avión junto a su novio y viajaron por 18 días y así comenzó esta aventura.
Una vez instalados en un hotel quiteño, la comunicadora llegó a Metrodanza -la Escuela Metropolitana de Danza- donde se ofreció a dar clases y la institución la invitó a dictar un taller de metodología sobre la danza clásica, allí fue cuando la escuela decide contratar sus servicios.
Algunos meses después de comenzar a trabajar en Metrodanza, Marisabel se da cuenta que le hacia falta explorar su segunda profesión, la comunicación; ella al ver que la institución para la que trabaja no contaba con un periodista que maneje las informaciones, se propone asumir dichas funciones, es así como no solo es la que redacta las notas de prensa, sino también es la Community Manager -administradora de redes sociales-, y hace las veces de fotógrafa.
También maneja las cuentas en redes sociales de dos empresas de danza en Ecuador.
Su rutina transcurre entre sus entrenamientos de danza contemporánea en las mañanas, al mediodía se encarga de manejar las redes sociales de las instituciones para las que trabaja al tiempo que almuerza, en la tarde alterna sus clases y el trabajo periodístico en Metrodanza, ya en la noche, revisa nuevamente las redes y descansa.
¿Estatus migratorio?
Señala que los venezolanos tienen dos opciones para el tema del papeleo; la primera es solicitar el visado del Mercosur, que dura un año; la segunda es un visado profesional que le permite al migrante tener cédula como residente de manera indefinida, este es el documento con el cual cuentan ella y su novio.Al respecto Gómez explica que su proceso de legalización migratoria en el país fue “desordenado”, en vista de que inicialmente el plan era “probar un poco suerte y a dejarnos sorprender por el universo” terminó quedándose muy a pesar de que sus planes eran de 18 días, entonces ella tuvo que hacer el papeleo desde allá y pagar en dólares; sin embargo, el proceso se puede realizar en Venezuela a través de un visado que dura un año para residir en Ecuador.
“Ni es mejor aquí ni es mejor allá, simplemente es diferente”
Recuerda que hay aspectos simples que marcan una gran diferencia; por ejemplo, en Venezuela ella cuenta con un vehículo para transportarse, mientras que en Ecuador no, por lo tanto recurre al transporte público.Esa frase la tomó de una amiga que se la dedicó en un viaje de intercambio hace varios años -dice Marisabel Gómez-, aprovechó la entrevista para dedicarla a los lectores y decir que si bien es cierto que Ecuador le ha abierto las puertas a muchas vivencias positivas, destaca que dejar Venezuela no fue un proceso fácil por lo que implicaba dejar un espacio que compartía con seres queridos, amigos y que además ya conocía.
Sobre su realidad económica afirma: “Hay que trabajar bastante para poder vivir bien, las zonas más cómodas donde uno puede residir evidentemente son más caras, los servicios públicos también son costosos. Aquí tuvimos que aprender a vivir con el hecho de que debíamos cuidar el consumo excesivo de energía eléctrica, asimismo como no lavar con la llave abierta siempre”.
Desde que se instaló en Quito ha tenido la oportunidad de viajar a San Cristóbal en dos ocasiones, esas experiencias la dejaron muy preocupada por cómo la vida del venezolano se había complicado, la inseguridad social y la jurídica, son realidades que desde su punto de vista han desmejorado.
Manifiesta que varios países del continente han pasado por crisis y visualiza que en Venezuela las cosas mejorarán.
Justamente por todas estas situaciones su familia estuvo apoyándola desde el momento que decidió migrar, muy a pesar de que su entorno es muy cercano, muy íntimo y que aunque su novio ha sido un gran apoyo en Ecuador, no puede dejar de pensar en todos los parientes que dejó aquí.
¿Y a futuro…?
Con respecto a regresar al país señaló que: “Venezuela siempre será nuestro hogar y esperamos regresar pronto allá, pero debemos seguir creciendo profesionalmente con la intención de que cuando llegue el momento indicado podamos aportar al crecimiento del país y a la reconstrucción de la nación que queremos”.Marisabel explica que de momento Ecuador seguirá siendo su domicilio; sin embargo, ella y su novio tienen planes de viajar a algún país de habla inglesa para perfeccionar el idioma, luego trasladarse a otro país donde puedan continuar con su preparación profesional, pues que en el país sudamericano los estudios con costosos.
Para los que se quedan
Clavijo destaca que se siente muy orgullosa de quienes se quedan en Venezuela, lamenta no tener “el guáramo” que millones de compatriotas tienen al mantenerse en Venezuela y los motiva a seguir luchando, pues a su juicio salir no es la solución más fácil, sino que también se debe trabajar, asumir responsabilidades a las cuales no estás acostumbrado, o mejor dicho a las que en Venezuela no hubieras estado dispuesto a asumir.
Expresa que ser venezolana y migrante en una país desconocido es una gran presión, ya que hacer algo mal no se toma a título personal, sino que el país de origen queda mal.
Marisabel Clavijo grabó un pequeño mensaje para todos los usuarios, un mensaje para quienes se fueron y para quienes aún están:
(Héctor Yepes / Diario La Nación)