Un contraste entre locales con cierta afluencia de gente y otros que consideran que económicamente la semana no arranca y se va a perder, ante la expectativa de que posiblemente la próxima semana tendrán que volver a bajar la santamaria por cuestiones de la pandemia.
Mercerías, abastos, perfumerías se cuidan al máximo de cumplir la seguridad biosanitaria; otros establecimientos solos, no se preocupaban de a muchos, aunque su personal sí estaba debidamente usando el tapabocas.
Los puntos de venta de líneas celulares también han sido muy concurridos, aunque los que a ellos acuden se encuentren con la sorpresa que un chip, aún de las compañías que se suponen estatales, puede costar entre 25 mil y 30 mil pesos.
Como era de esperarse el movimiento de personas por San Cristóbal gozó de cierta intensidad, mas la falta de gasolina lo ha contenido. Esta falta de combustible también frena al servicio de transporte suburbano y urbano de la capital, aunque los transportistas han hecho lo posible para sea como sea circular en la semana que tienen para trabajar, pues de la otra no están seguros que pasará. Incluso algunas unidades han extendido hasta las 4 de la tarde su horario laboral, sacándole el máximo provecho al día.
Precisamente por el transporte urbano, los tarjetahabientes están también preocupados por el rendimiento de sus colas en las instituciones bancarias, pues de ellas depende les salga más barato el pasaje urbano, pues no es lo mismo cancelar 500 pesos, el viaje mínimo, que equivalen a 80 mil bolívares, a 15 mil bolívares.
Josefina Delgado confía en que su tapabocas compense su falta de precaución de guardar las distancias en las colas de los bancos; pero es que la conversación se pone tan interesante y hay tantas cosas de que enterarse.
–No crea –dice Delgado—500 pesos de subida y 500 de bajada es plata, y con mil pesitos te compras un kilo de algo, aunque ya todo está subiendo incluso en pesos. Ya nadie te dice que hay inflación sino que el precio se ajusta al cambio del día. Yo vivo en Táriba y no sé si para este lunes habrá transporte; pero no quiero que me agarre sin bolívares en el bolsillo, y tener que pegar carreras para cambiar pesos.
Perder el ritmo
Giovanni Restrepo, vendedor informal, no sale del desconcierto de tantas impredecibles periodos de encierro y reapertura de negocios, y lo único que sabe es que tiene que aprovechar la ocasión, cuando se presente, pues ya hay poco por planificar.
—Uno pierde el ritmo de lo que venía haciendo, –afirmó Restrepo, vendedor informal, y uno no sabe si comprar mercancía o quedarse con la que ya adquirió e intentar salir de ella. No rinde, es fuerte.
Belkis Contreras, que vende ropa en un local cerca del Terminal, sector de la ciudad que alguna vez se consideró con más flexibilidad durante la cuarentena, considera que ya el covid-19 está entre nosotros, y que con un bolsillo vacío inútil es enfrentarlo.
–Hay que estar consciente de que está el virus, –sostiene Contreras– pero también tenemos que aprender a convivir con él, porque ¿cómo hace uno si no hay dinero? Ya uno no vive de los sueldos. Uy no esa semana que dijeron que seguía, me tocó buscar plata de donde no hay.
En cuestión de mercancía se trata de poner al día, y ahora más que tapabocas, le interesa la fabricación de mascarillas faciales; pero se encontró con que el acetato idóneo por su tranparencia está escaso. Esta semana se convirtió en producto con cierta oferta vendiendo entre los 5 mil y los 12 mil pesos, de acuerdo a su calidad.
Como ellas muchas personas se abocan a los centros comerciales en busca de materia prima para emprendimientos, sin mayor seguridad de que tendrán viabilidad en tiempos de cuarentena.
–Quien creyó –finaliza Contreras—que este año iba a hacer plata, se ha llevado una gran decepción.
Freddy Omar Durán