Nacional

Tulio Ramírez: La educación no puede estar bajo los vaivenes y criterios de cada gobierno de turno

6 de marzo de 2023

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El doctor Tulio Ramírez, cuya experiencia de cuarenta años en la docencia universitaria jerarquiza su opinión,  considera que para tener una educación como instrumento de desarrollo nacional, debe haber un gran acuerdo nacional.

Tiene que ser política del Estado y no de un gobierno, precisa. Gobierno que venga, sea del signo ideológico que sea, debe respetar y garantizar la inversión suficiente en educación para que Venezuela salga adelante.

Al ser entrevistado por El Impulso, el profesor de la Universidad Central de Venezuela y director de Doctorado y Posdoctorado en la Universidad Andrés Bello, quien además ha sido docente de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, mostró su preocupación por la falta de recursos para la educación mientras el gobierno hace ostentación de tener una nómina de cuatro millones de funcionarios militares, superior a los ejércitos de Rusia Estados Unidos, que en total alcanzan unos tres millones, sin tener nuestro país guerra alguna, ni amenaza de invasión.

Autor de veinte libros, el profesor Ramírez fue enfático al señalar que la educación venezolana es muy pobre, de baja calidad y no ofrece ningún estímulo a quienes podrían ser la generación de relevo porque carece de atractivo al punto que los pedagógicos han visto reducir su matricula en 70 por ciento.

Y se le preguntó: ¿Cómo ha visto usted la situación planteada, desde el 9 de enero de este año, por los educadores y trabajadores de la educación en reclamo del salario y sus beneficios arrebatados por las autoridades del Estado?

-Los educadores de todo el país se han activado para reclamar en la calle, no solamente el derecho a un salario digno que les permita vivir decentemente, sino también la suspensión  de sus reivindicaciones, como por ejemplo los HCM, el servicio del Ipas-ME que ha decaído muchísimo y ya no protege a la familia docente, además de eso, las condiciones de trabajo, los planteles carecen de  mantenimiento, no existen recursos de ningún tipo, ni bioseguridad. Esas son las razones por las cuales los educadores se vieron en la obligación de manifestar su descontento públicamente. Recordemos que el salario fue disminuido considerablemente porque le están aplicando las remuneraciones que están en la tabla hecha por la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), que desconoce los logros de la contratación colectiva. Entonces, no queda otra alternativa que la presión desde la calle porque pareciera que el gobierno no quiere, a motu propio, reconocer la situación delicada de los educadores y de manera unilateral  hacer aumentos de salarios significativos. En estos momentos, cuando han transcurrido más de seis meses que comenzaron las discusiones de la contratación colectiva, no se conocen cuáles van a ser los resultados, y los educadores tienen pocas expectativas de que esos resultados sean favorables para cubrir sus necesidades. De tal manera que no queda otra opción que la presión de calle.

¿Usted no cree que la falta de respuesta de las autoridades del gobierno es que éstas están esperando que los educadores y trabajadores de la educación se cansen, y digan: para qué seguir reclamando si esa gente no nos van a resolver el problema?

Si, efectivamente, es parte de la estrategia, tratar de que las manifestaciones se consuman, producir cansancio y que los docentes vuelvan de manera pacífica a sus lugares de trabajo; pero, al parecer, esa estrategia tampoco le está dando resultado al gobierno.  Hemos observado en los últimos días que las manifestaciones en vez de estar disminuyendo se han ido multiplicando no solamente en la capital, sino en las grandes ciudades y capitales de estados, lo cual genera preocupación en el gobierno porque estamos en un período prácticamente pre-electoral. El gobierno necesita que los docentes vuelvan a sus puestos de trabajo, pero no ceden en las solicitudes que ellos están haciendo.

¿En qué forma incide esta situación en la preparación de los estudiantes?

En estos conflictos siempre la cuerda revienta por lo más delgado,  y lo más delgado, en este caso, son los estudiantes, quienes ven interrumpidas sus actividades escolares, sus maestros están desmotivados totalmente, es deplorable el aprendizaje en situaciones de planteles donde no hay servicios, los servicios son intermitentes, no hay electricidad, ni agua, ni mucho menos Internet, y por supuesto todo esto incide en la calidad de la educación. A estos muchachos, al final del curso, son aprobados por suerte de una circular emitida por las zonas educativas, a través de las cuales se ordena a los maestros a no reprobar estudiantes. De esa forma la tasa de escolaridad va aumentando, pero al año  siguiente van a tener que hacer acciones pedagógicas remediales porque fueron promovidos inadecuadamente. Lo peor es que así llegan a las universidades, algunas de ellas muy exigentes, y  a las universidades de reciente creación,  donde así los van a graduar y vemos, lo que no se puede ocultar, profesionales con dificultades para ejercer porque no tienen las competencias. Al final, esto atenta contra el progreso, contra el desarrollo y sobre todo contra la confianza que se tenía de la educación como mecanismo de atención social ascendente.

¿Es populismo promover a un estudiante sin haber sido sometido a la presentación de exámenes?

Hace treinta años la educación pública venezolana era de tal calidad que los estudiantes salían con fortaleza suficiente para ingresar a universidades con curriculum exigente. Anteriormente, en la educación pública, si un estudiante era reprobado no pasaba nada, repetía; pero, hoy en día, si eso sucede, al educador lo sancionan al pasarlo a la Lopna. O simplemente, rige la orden de que hay que promoverlos a todos, para preservar las estadísticas de prosecución. Recuerde que en estos regímenes predominan las estadísticas y según éstas, en Venezuela todo el mundo aprueba cuando sabemos que son falsos positivos, por cuanto son aprobaciones sin competencia. Y volviendo al pasado mencionado, los malos estudiantes de la educación pública tenían que ir a los colegios privados y era una raya estar en colegios privados porque revelaba que eran muy malos alumnos. Eso se ha revertido y hoy día los colegios privados son los que tienen los mejores estudiantes por la deficiencia de los planteles públicos. La verdadera revolución es hacer de los colegios públicos tan buenos y exitosos como los mejores  colegios privados.  En Venezuela hoy día hay una pobre educación para los pobres, que es la que se imparte, lamentablemente, en el sistema del  sector público por  negligencia del gobierno por malos salarios, por no darle mantenimiento a los plantes, por no tener currículum exigente y por el populismo de una aprobación masiva sin que el estudiante logre las competencias.

¿Cuál es su opinión acerca de la Ley de participación estudiantil en el subsistema de educación básica, que fue publicada tan pronto estalló el conflicto de los educadores?

En las primeras de cambio hubo muchas críticas porque, supuestamente, autorizaba a los bachilleres a suplantar a los maestros en caso de ausencia. Cuando se revisa la ley, esto no está presente de manera literal; pero, hay cosas que son preocupantes. Una de ellas está entre los artículos 17 y 20, que tiene que ver con el tutelaje del movimiento estudiantil por parte del Ministerio de Educación. En Venezuela, desde la caída de Pérez Jiménez, tres sectores se organizaron y tuvieron mucha fuerza: los partidos, los sindicatos y los estudiantes a través de las organizaciones estudiantiles. Éstos actuaban de manera autónoma, participaban en la vida académica de los colegios y tenían voz propia en la generación de opinión en el país. Esta ley lo que hace es reconocer unos derechos que ya existían, como la libre asociación por parte de los estudiantes; pero, el problema es que intenta tutelar la autonomía de esas organizaciones estudiantiles. A partir de esta ley, un centro de estudiantes para hacer una protesta, por ejemplo, la falta de agua en el plantel, tendría que ir al Ministerio de Educación a preguntar cuándo y cómo puede hacer esa protesta por esa deficiencia, lo que resulta inaudita esa libertad con condición de lo que es la participación estudiantil. Recuerda esta ley los sistemas corporativos del fascismo y de la hegemonía nazi, en los cuales las corporaciones de estudiantes, sindicatos y partidos estaban dominadas por esos gobiernos.  Eso es intolerable. Con esta ley también es cierto que cualquier director más chavista que Chávez  puede interpretar que los estudiantes pueden suplantar a los profesores, porque aunque no lo dice textualmente, puede alegar que ese es el espíritu del legislador para garantizar el derecho a la educación. En Venezuela es posible cualquier interpretación que se le pueda dar a la ley, pero lo más grave, insisto, es el tutelaje del movimiento estudiantil por parte del gobierno porque eso sí lo dice de manera taxativa.

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