Habrá que empezar por lo obvio: el pasado 22 de octubre, el pueblo venezolano tuvo la oportunidad de ejercer su derecho democrático y acudir a las urnas electorales, esta vez para designar al abanderado de la denominada «Plataforma Unitaria» para los trascendentales comicios presidenciales del 2024.
En la tranquila oscuridad de la madrugada, un primer boletín emergió, revelando un resultado que no sorprendió a nadie, pero que llenó de satisfacción a los simpatizantes de esta agrupación política. Como las encuestas habían pronosticado, María Corina Machado, una figura emblemática en la política venezolana, se alzó con más del 90% de los votos. Fue una victoria aplastante, que refleja la confianza que muchas personas depositan en ella.
Aquellos que continuaron en la contienda pronto se dieron cuenta de que enfrentaban una misión casi imposible. Se repartieron el modesto 8% restante de los votos. La intención de voto a favor de María Corina Machado era asombrosa, con decenas de puntos porcentuales de diferencia entre ella y cualquier competidor más cercano.
¡Un día lleno de pasión y esperanza para los participantes, pero no exento de polémica! Muchos venezolanos, dentro y fuera de estas fronteras, se levantaron una vez más, haciendo valer su opinión política y ratificando su deseo por lograr un futuro mejor. Sin embargo, como en todo evento trascendental, surge una controversia que no puede ser ignorada.
Bajo el radiante sol de un domingo, cualquiera pudo ser testigo de la marea de venezolanos que se congregaron para participar en este proceso. La pregunta se convierte en cómo se puede interpretar la magnitud de esta manifestación democrática. Dos visiones contrastantes sobre el índice de participación se alzan como centinelas de la verdad en este debate.
La primera versión, ofrecida por el comité organizador, sostiene que la participación oscila alrededor de 2.5 millones de venezolanos. Una cifra que resuena con la magnitud del evento y refuerza la importancia de este proceso para el futuro del país. En contraste, la segunda visión, expresada por los detractores de esta agrupación política, plantea que el número de votantes rondó las 500 mil voluntades. Esta discrepancia lanza sombras de duda sobre la legitimidad del proceso y sus resultados.
Pero en un momento como este, no es idóneo frotar sal en las heridas que continúan abiertas. Cada ciudadano, ya sea en suelo patrio o en el exterior, fue testigo de lo que ocurrió en aquel día trascendental. Cada uno tiene la capacidad de discernir cuál de estas dos cifras se asemeja más a la verdad, y en sus pensamientos llevan la realidad que vivieron y sintieron en las calles.
Más allá de la cifra de participación que se elija aceptar como verídica, un elemento que brilla con luz propia es la asombrosa movilización de electores. Esto va más allá de lo que cualquiera pueda pensar de la Plataforma Unitaria, sus líderes y partidos: la pasión y el compromiso de muchos compatriotas quedaron grabados. Unas cuantas calles se llenaron de una energía contagiosa, donde la determinación se hizo evidente.
La base de esta afirmación recae en que la participación política en Venezuela ha experimentado un notorio declive durante los últimos años. Una sociedad que ha estado profundamente politizada, parecía haberse alejado voluntariamente de los espacios de deliberación política. Sin embargo, el 22 de octubre podría ser un punto de inflexión en este ámbito.
¿Qué podría significar este resurgimiento de la participación política? Refleja una sociedad que no está tan apática como suele comentarse. Es un logro movilizar a cientos de miles de personas, llegando incluso a niveles donde resulta creíble que hasta 2.5 millones de venezolanos hayan expresado su opinión.
No cabe duda de que se presencia un fenómeno político interesante. Los números no mienten, y revelan un cambio importante: la apatía que una vez se cernía sobre la política venezolana ha dado paso a un palpable cansancio en relación a los políticos opositores tradicionales. ¡Resulta asombroso que una candidata prácticamente independiente arrasó en la contienda, venciendo a los partidos convencionales en su propio terreno!
La importancia de este proceso electoral no es un evento aislado, es el punto de partida para un ciclo político que se desarrollará en los próximos dos años. En este lapso, prácticamente todas las autoridades designadas por elección popular serán renovadas. Se trata de una oportunidad única para transformar este país y abrir un nuevo capítulo en su historia política.
Tampoco se debe ignorar que los próximos meses serán intensos. Apenas han transcurrido dos semanas desde que María Corina Machado se destacó en las primarias, y ya han sucedido algunos eventos notables. La política en Venezuela se está moviendo a un ritmo vertiginoso, y los ciudadanos están ansiosos por ver cómo se desarrollan los próximos capítulos de esta historia en constante evolución.
En el camino que se avecina, es fundamental mantener un seguimiento constante de lo que acontece. Cada decisión y cada paso tendrán un impacto directo en el rumbo de este país. Más importante aún, esta sociedad que tanto ha sufrido debe mantener la esperanza de que podrá recuperar su mermada calidad de vida y de que encontrará una senda hacia un futuro más próspero y justo.
Los venezolanos demostraron su deseo de mejorar y salir adelante. Fue una forma singular de iniciar este ciclo. Ahora, el desafío es mantener viva esta pasión y convertirla en acciones concretas que conduzcan a un mañana esplendoroso. Se avecinan grandes momentos para forjar un nuevo destino, dejar atrás el cansancio y abrazar la oportunidad de renacer como país. Indistintamente de las preferencias políticas de cada quien y de las personas que salgan elegidas para esos cargos, esperemos que así sea.