Carlos Orozco Carrero
Creo que la gente va entendiendo que eso de apoyar absurdos que no tienen nada que ver con nuestra identidad como venezolanos no tiene ningún sentido para el desarrollo que necesitamos en todos los ámbitos como nación inteligente. Poco a poco va desapareciendo esa influencia nefasta de adorar lo que representa lo diabólico como manifestación de culturas muy lejanas a nuestras maneras de concebir la vida y el respeto por la muerte. La cultura heredada que vivimos hoy día tiene que ver con muchas manifestaciones que nos hacen más venezolanos, caballeros. Muy poco queda del culto al jalowin irlandés, cariños. ¡Fuera, satanás!!!
Empezó la pelota nacional con mucho entusiasmo, señores. Los estadios están repletos de aficionados y va creciendo más y más el apoyo por el equipo que agrupa a los verdaderos conocedores de béisbol en el país. Hasta los niños lanzan la consigna generalizada este año en Venezuela: ¡¡Tiburones…Pa´encima!!
En la confluencia entre el rio Pedernales y el caudal del Uribante se formó una oquedad desde hace cientos de años. Esa zona, de difícil acceso por lo escabroso del terreno, ha guardado una especie de cueva profunda que, de acuerdo con los relatos de los viejos habitantes del lugar, sale a la parte más alta de la cárcava de San José. Muchos dirán que son inventos míos debido a la distancia y profundidad de esos terrenos tan escurridizos. Y eso que no les cuento lo de los pasadizos que llevan a la parte alta del Zayzayal, un poquito más abajo de Boca de Monte. Lo mismo opinan sobre la construcción de las pirámides en Egipto y su similitud con las de Centroamérica y las muestras maravillosas de la cultura inca y sus desarrollos arquitectónicos con los movimientos de las enormes rocas y sus precisos cortes y acomodos. Claro, uno se pone a detallar las maneras de contar que tiene ese viejito debilucho y no queda más remedio que creerle sus anécdotas, basadas en sus experiencias enriquecidas en su caminar por las profundidades en esos recodos naturales. –Hasta los esqueletos de gigantes enormes observé amontonados y cubiertos por una especie de fango endurecido que van dejando a la vista al pasar tantos años, dice el anciano. –A mí no me creen y dicen que estoy loco por tanto aguardiente que he tomado. -Cuando les dijeron que unos hombres llegaron a la luna sin carretera lo creyeron completico. –Hay gente bolsas es esta tierra, carretico.