Política

Moronta: “En Venezuela urge allanar caminos y reconciliación”

6 de enero de 2018

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Ante la crisis que envuelve el país monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, obispo de la Diócesis de San Cristóbal, considera necesario proclamar 2018 como el año de gracia, pero para ello es necesario realizar tres tareas y una de ellas, la reconciliación, “allanar caminos, tender puentes y crear los espacios para el encuentro, el reconocimiento de que todos somos hermanos iguales”, eso sí aclarando que eso no significa impunidad.

En su mensaje de Año Nuevo, analizó las predicciones y algunas voces agoreras que “asustan y llenan de temor con sus cábalas y planteamientos”, que dicen entre otras cosas que este año será más fuerte que el pasado, el prelado recalcó su posición de favorecedor del diálogo.

–Con el encuentro, como miembros de la sociedad en sus diversos ámbitos, podremos favorecer y realizar el diálogo, con ello no solo podremos escuchar, sino sobre todo, lograr consensos, sin prescindir de nadie, dicen que faltan muchos representantes en las mesas de diálogo, pero hay uno que falta siempre: los representantes de los sectores populares y más desfavorecidos”, dijo.

Manifestó que “la reconciliación es una tarea irrenunciable de la Iglesia. Con ella más que muros se construyen puentes y más que divisiones y brechas los puentes permiten demostrar que el verdadero sujeto social de la democracia es el pueblo. ¡Ojalá esto lo entiendan todos los dirigentes políticos, sociales y religiosos del país! Y la reconciliación no es para después sino una tarea en el tiempo de gracia”.

En su reflexión también se refirió a quienes vuelven a pensar de manera inconsciente que se debe “calentar la calle” y apelan a la violencia; a los que “rumorean” alzamientos populares y militares como si eso fuera la solución; y a muchos conformistas que juegan a la mediocridad y a que acá no pasa nada, además de quienes piensan que con aumentos de salarios, con ciertos programas y con algunas dádivas al pueblo se va a solucionar la situación de crisis.

La corrupción: casi una sub-cultura consolidada

Llamó la atención en qué debe hacer la Iglesia ante la crisis que agrava “el relativismo ético con el cual hay muchos que están involucrados: son los “bachaqueros”, los especuladores, los que buscan sus propios intereses. Peor aún, pues hay un gran vacío de liderazgo en la clase política: sólo buscan sus intereses particulares y muestran un gran afán de poder y de mantener sus prebendas. Quienes están en los puestos de gobierno, aun cuando dicen estar al servicio del pueblo y ofrecerle algunas dádivas de corte populista, lo que pretenden es su permanencia en el poder. No se siente una auténtica preocupación por el pueblo. Junto a esto, los problemas se agravan con la escasez de alimentos y medicinas, así como de otros insumos necesarios para la convivencia ciudadana”.

Asimismo, destaca que “la corrupción campea y parece convertirse en una “sub-cultura” ya consolidada. Hay sectores de la población que sienten el hambre y la indefensión; por eso, mucha gente ha ido emigrando hacia otros países en búsqueda de mejores condiciones.

Y ante el papel de la Iglesia, señala que muchos dirigentes políticos de los diferentes bandos quieren que la Iglesia tome una posición político partidista y otros, “que no se meta en nada, ni siquiera en la atención de los más necesitados y hasta llegan a descalificar la acción social de la Iglesia. No faltan clérigos y dirigentes laicos que apuestan por lo político-partidista y no tanto por lo evangelizador y buscan soluciones extremas. Por eso, urge responder a la pregunta ¿qué debe hacer la Iglesia?”.

Monseñor Moronta respondió que hay que hacer lo que es propio de la Iglesia pero con sentido de fe, cristiana, “no significa que hay que aislarse ni predicar la resignación. Es necesario recordar lo que nos enseña Jesús. San Pablo, a la vez, nos dice que debemos caminar como en el día siendo hijos de la luz”.

Venezuela necesita un proceso de liberación

Y ante las tres tarea que destaca, se deben hacer para conseguir este año de gracia, el obispo del Táchira dice que otra de ellas es “anunciar la centralidad de Jesucristo y que todo se pueda hacer en su nombre. Hay que presentarlo también como el gran liberador. No hay que tener miedo a la palabra, pero Venezuela necesita un decidido proceso de liberación. No hay que hacer una lectura reduccionista y pensar que se refiere exclusivamente a lo político. Venezuela debe ser liberada de la oscuridad y para ello se cuenta con la Luz de Cristo y de su Palabra de Verdad. Es ella la que nos hará libres (Cf. Jn 8,32). Cristo liberador es el que nos hará, por razón de nuestra fe, hacer una opción preferencial por los pobres y asumir y contagiar los valores del Reino de Dios. Pero hay que hacerlo todo en nombre de Cristo, no con pietismos ni falsos devocionismos, tampoco manipulando el Evangelio ni la enseñanza de la Iglesia. Él es la Luz y nosotros sus testigos.

A derribar los muros de división

Finalmente, la tercera tarea “es demostrar nuestra pertenencia y servicio al pueblo. No en vano somos pueblo de Dios. Para ello, como nos enseña Francisco, demostrar que somos una Iglesia en salida, pobre y para los pobres. La gente sencilla debe sentir la presencia y acompañamiento de sus pastores y de los agentes evangelizadores. Hay la tentación de buscar a quienes se consideran los importantes en la sociedad”.

— Como discípulos de Jesús hemos de imitar y hacer sentir el dinamismo de su encarnación. Esto nos llevará en todo momento a sentirnos miembros del pueblo, no simples espectadores de sus esperanzas y alegrías, de sus sufrimientos y angustias. Sólo así, con la ayuda del Espíritu Santo, podremos tener la creatividad para acompañarlo, buscar propuestas de solución a los problemas de todo tipo y promover las iniciativas necesarias para la superación de la crisis humanitaria existente.

Lo señalado, dijo, “nos lleva a desarrollar todo lo que la misma Iglesia ha propuesto: una Iglesia comunidad de comunidades: es allí en las comunidades eclesiales de base, en los hogares, en las escuelas y otras formas de convivencia donde debemos actuar con sentido de solidaridad. Así podremos poner en práctica lo que nos enseña el libro de los Hechos de los Apóstoles: poner todo en común de modo que nadie pase necesidad”.

De allí que en su reflexión, insiste en que a todos corresponde demostrar que “en este año 2018 debe resplandecer la verdadera luz y se deben derribar los muros de división para que todos puedan tener la viva experiencia del hombre nuevo… Todo ello, porque sencillamente también 2018 es un tiempo de gracia”.

(Marina Sandoval Villamizar)

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