Regional

El reencuentro de Fidelia Chaparro con la niña de sus recuerdos

13 de febrero de 2021

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Norma Pérez M.


Para Fidelia Chaparro hacer una muñeca es un momento mágico y sublime cargado de recuerdos de la infancia; época en la que se enamoró de esta acción creadora que se mantuvo dormida durante muchos años.

Esta muñequera, cuenta cuentos, actriz y docente tachirense, dedica la mayor parte de su tiempo a trabajar en sus obras, las cuales para ella son sanadoras porque transmiten paz y alegría: “La muñeca es un objeto sanador, místico, creador y decorativo; me hace encontrarme conmigo misma, con la niña que soy y eso es sumamente reconfortante”.

Un grato reencuentro que quiere compartir con quienes deseen disfrutar de la ternura atrapada en el cuerpo suave del más puro arte ingenuo, nacido de las manos de una mujer que cada día recrea nuevos personajes para la posteridad, pues su obra trasciende hacia la vida y la historia.

Aprender y enseñar

Fidelia Chaparro nació en la aldea Alto Frío en el municipio Córdoba; pero a los cuatro años fue a vivir a Rubio, donde actualmente reside, después de haber permanecido cuarenta años en la capital del Táchira. Es pedagogo en artes plásticas, actriz y cuenta cuentos.

Fue docente en el liceo Luis López Méndez de Táriba, donde impartió la cátedra de educación artística y por su cuenta ensayaba el teatro y coro del liceo hasta que se jubiló en el año 2005.

Actualmente suma 69 años de edad y está dedicada ahacer muñecas: “Cuando me jubilé, a través de la misión Cultura me asignaron un grupo de cultores de Rubio que eran muñequeros; para ellos organicé un taller y después este conocimiento se extendió hacia diferentes comunidades”.

“En Rubio hay algunas discípulas que realizaron los talleres conmigo y son excelentes muñequeras; quedó una semilla sembrada en el estado Táchira. Siempre he ido a las instituciones a llevar mi mensaje y mi voz; donde me invitan voy a mostrar mis muñecas”.

De esta experiencia se realizaron tres encuentros con exposiciones, donde hubo gran cantidad de participantes. Su afición comenzó desde muy niña, pues su abuela hacia muñecas en las “tusas” de la mazorca y su mamá confeccionaba de trapo para sus hijas.

“Como los recuerdos de la infancia son imborrables, siempre tengo presente a mi abuela y a mi madre. Pero mientras estudiaba, ese recuerdo estaba dormido, y fue cuando comencé a trabajar con grupos de artistas que despertaron en mí esas remembranzas; pues en Cordero eran músicos, en Santa Ana, artistas plásticos, en Rubio, maestros de danza y muñequería”.

Tiene dos hijas, una es músico y la otra bailarina de ballet. “Ellas aprendieron desde pequeñas a hacer muñecas, porque es una actividad recreativa y muy sana para el ser humano”.

Vivir para el arte

 

A la fecha, la artista ya perdió la cuenta de cuántas muñecas han salido de sus manos: “Cada día hago por lo menos un vestido, un rostro, un cuerpo, pero nunca dejo de trabajar. Mi tiempo se lo dedico a las creaciones”.

Tiene siete colecciones hechas a lo largo de más de quince años. Una de ellas se utiliza para contar cuentos, cantos y hacer nanas. Esa es diferente a todas las demás.

“Todas las colecciones me encantan, porque yo las parí. Es algo mágico que me sucede, cuando las hago entro en otro estado mental. Mis colecciones tienen nombres; entre ellas están la de “Personajes y Santos patronos de las parroquias de Rubio”, que se encuentra en mi libro titulado “Garladurías o crónicas de nosotros”; “El Santo de los Santos” con el tema de Jesús Nazareno; “Nacimientos”, “Colectoras de Café” y “La mujer universal”.

Ha participado en exposiciones, encuentros, y visitas didácticas a centros educativos. Allí combina su trabajo de muñequera con su experiencia de cuenta cuentos, donde narra las leyendas que se tejen a lo largo de la historia del café rubiense.

En cuanto al grado de dificultad que tiene esta acuciosa labor, explica que trabajar con retazos tiene su técnica, y hay que conocer la concepción estética del color y tomar en cuenta su distribución en el círculo cromático: “se amplía el concepto de armonía por contraste, la analogía de colores, y se practica la composición y la teoría del color. Eso en mi caso, pero en épocas ancestrales, había personas como mi madre y mi abuela, que tenían un concepto intuitivo de lo que era la composición y así lo aplicaban”.

Para este año tiene previsto montar la exposición de la Batalla de Carabobo; para lo cual ya hizo todos los personajes; solo le falta la figura de José Tomás Boves. Además, confecciona figuras para un proyecto turístico; por ello entre sus creaciones están las recolectoras de café que forman parte de la historia local del municipio Junín.

 En proyecto un museo

Aunque nunca ha recibido apoyo oficial, su trabajo no cesa por esta razón. Ella recibe donativos a cambio de sus muñecas: “Algunas veces hago una pieza de arte y me preguntan por el costo. Pero les respondo que me pueden dar por ella una bolsa de relleno, tela, o hilos. Hago intercambio, para siempre seguir confeccionándolas”.

Su proyecto es crear el Museo de las Muñecas; en estos momentos tiene el taller en su casa, ubicada en el sector Remolino Uno del municipio Junín y una exposición permanente, que realiza de acuerdo al calendario escolar. El año pasado hizo una exposición hasta diciembre de Aquiles Nazoa y sus muñecas, de acuerdo a algunos de sus personajes y poesías, como “el caballito que comía flores” y “la balada de Hans y Jenny”.

“Quiero mucho a Rubio, porque este pueblo me acogió desde los cuatro años y cuando me jubilaron regresé con la idea de abrir el museo. Las piezas van en marcha y no paro de trabajar. Algún habrá la oportunidad de crear el Museo de las Muñecas. Por ahora, está en mi casa como exposiciones libres. No he tenido la ayuda oficial económica, tal vez porque no la he solicitado, pero sí reconocimientos a nivel moral y el apoyo de muchas personas”.

En estos momentos requiere dos vitrinas grandes para alojar sus colecciones, pues algunas están guardadas en cajas y maletas y se pueden estropear. Si hay alguien que pueda hacer este donativo, ella lo acepta con gratitud.

“El museo está en proyecto, me faltan vitrinas para colocar en cada una las colecciones; pero cuando hay eventos que no pueden pasar desapercibidos, monto la exposición en mi taller para quien desee visitarla”.

Hasta que llegue el momento de abrir las puertas del museo, Fidelia Chaparro sigue incansable con su trabajo de crear cuerpos, pintar rostros, unir retazos y ver nacer cientos de figuras emblemáticas.

“La muñequería es algo mágico pero real en mi mundo; porque cuando trabajo en los personajes estoy en otro nivel mental y eso me llena de paz, alegría y despierta mi creatividad. Es como si me conectara a un cerebro universal de creación que me indica lo que debo hacer No hay persona que tenga una muñeca en sus manos que no abra su corazón al amor y la alegría”.

 

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