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Freddy Omar Durán
Aunque no con la misma amplitud de otros tiempos, y en la última semana de la feria, luego de 8 años sin realizarse, la Feria Artesanal de la plaza Miranda, en La Concordia, estuvo de regreso, esta vez con cuatro puestos que sirvieron para resaltar el patrimonio cultural de Lomas Bajas.
Si bien se cumplió con revivir una de los espacios alternativos de la Feria de San Sebastián, y de mayor sabor popular, más allá de los pabellones, la Monumental y la sede de Asogata, se hizo palpable la “modesta” organización de este evento, con una reducida opción gastronómica y de bebidas. Mientras en otros años se instalaban alrededor muchos puestos, para este 2024 no se llegó ni a la quinta parte de los mejores tiempos; pero por otro lado esto permitió mayor espacio para la exhibición de la mercancía.
No obstante, los expositores se mostraron muy agradecidos de que se haya arrancado nuevamente con la actividad, y esperan que para el próximo año vuelva a recuperar el alboroto y la masiva concurrencia de otros años, que pueda hacer posible una preparación oportuna y sin dejar las cosas para última hora.
La nobleza y plasticidad del barro, sometida a la laboriosidad manual, la intensidad del fuego y el ingenio creativo, ha logrado pieza de una diversidad, y que más que la utilidad que prestan, se destacan por esa belleza de lo sencillo y ese sabor a pueblo, que una sociedad tecnificada se niega a abandonar.
Son objetos para ocupar lugares destacados de un hogar, desde el jardín, pasando por la sala y hasta la cocina, e inclusive los tiempos para el entretenimiento y el solaz. Los hay de un centímetro de altura hasta un poco más de un metro; desde los dos mil pesos hasta los 25 mil pesos. La idea es que los visitantes no pase por la exposición artesanal, sin dejar de llevarse algo de ahí.
Materos, tacitas, vasijas decorativas, mondongueras, espigueros, cucharones, paleteros, alcancías, móviles, tejas con imágenes sagradas, y todo lo que la imaginación y los requerimientos de lo utilitario exijan: las técnicas han pasado por un remozamiento necesarios, pues con nuevas formas y coloridos se busca atraer nuevas clientelas, y eso se evidencia en la feria artesanal.
—Cuando mi abuela todo se hacía a mano, luego mi madre usaba más el torno, y ahora disponemos más de los moldes, aunque a manos seguimos pintando y haciendo algunas cosas— afirmó Angie Ruiz, que vienen continuando una tradición de sus abuelos en Lomas Bajas.
Durante 15 oportunidades, Miriam Sánchez ha participado de la Feria Artesanal de la plaza Miranda, y se mostró satisfecha del movimiento de clientes en estos días; pero también aspira a que este evento vuelva a llamar la atención sobre Lomas Bajas, municipio Capacho Viejo, no solo como emporio de la artesanía, sino de la confección de materiales de construcción, aprovechándose la materia prima existente en la famosa localidad tachirense.
—Queremos más atención para la comunidad de Lomas Bajas, para que nos visiten más los turistas, y que sepan que además de artesanía allá se sigue confeccionando bloques, tejas, ladrillos, a partir de los cuales se puede hasta construir una casa— anotó Sánchez.
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