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Yuliana Ruiz
«Pronto viene el día de la Virgen. ¿Le traerán escapularios?”, recuerda y pregunta un joven a Domingo Caicedo, en un local de ventas de imágenes cercano a la basílica de Táriba. Quizás… hacerle recordar la fecha está de más. Domingo ha vivido las épocas de oro de las fiestas religiosas y populares de Nuestra Señora de la Consolación.
Desde el otro lado de la vitrina de su negocio, creado hace 22 años, Caicedo relató con lucidez que, en otras décadas, desde el 13 de agosto, las calles adyacentes al templo ya estaban preparadas para una gran celebración, tanto a nivel religioso como popular.
“Era mucha la participación de los fieles de la Virgen de Nuestra Señora de la Consolación. Venían peregrinos de distintas partes del municipio, del estado y Venezuela, incluso hasta de Colombia”, contó. Desde Cúcuta, Norte Santander, llegaban peregrinos caminando.
“A las 3 de la mañana se reunían grupos de personas al frente de la basílica y en la plaza Bolívar; muchas arribaban a pie y descalzas”, recordó.
Después de la tradicional serenata a la Virgen, iniciaban las misas a las 2 de la madrugada. Cada hora había una ceremonia. “Y a las 10 de la mañana del 15 de agosto era la misa pontifical (la central). Al finalizar se iniciaba la procesión con la imagen de la Virgen, con una asistencia masiva de fieles. Había distintos recorridos”, detalló Caicedo.
Las casetas…y a bailar
A las celebraciones religiosas les seguían las fiestas populares. Las famosas “casetas” (grandes encierros con pisos de madera) se adueñaban de algunas calles de la ciudad con la autorización de la municipalidad para los bailes del pueblo, al ritmo de diferentes orquestas o grupos musicales invitados.
“Muchos bailaron los temas más pegados de la Billo´s Caracas Boys, Los Melódicos, Orlando y su Combo. Eran las agrupaciones más populares”, expresó con añoranza Caicedo, quien rememoró la emoción que se sentía en otros tiempos. “La alegría era de todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande”.
Los clubes, Torbes y Sucre, eran otros espacios para la diversión del pueblo en torno a la festividad patronal. La gente consumía el tradicional miche andino, pero la cerveza era la más popular. “En las casetas cualquiera te brindaba una cerveza”.
Artesanía
Días previos al 15 de agosto, hasta el final de la celebración, la carrera 5 de la “Perla del Torbes” y los alrededores de la plaza Bolívar eran ocupados por los artesanos, quienes ofrecían a propios y extranjeros las imágenes de la milagrosa Virgen. “Desde El Abejal de Palmira se traía artesanía”, comentó Caicedo.
En el parque Agroindustrial, según Caicedo, cerrado desde hace muchos años, se reunían artesanos y ganaderos con sus mejores ejemplares y productos de la agricultura. “Decayó hace muchos años, y ahora, por la pandemia, también la fiesta religiosa”, lamentó.
La histórica Fiesta Brava
Los eventos taurinos en la plaza de toros, “Coliseo Hugo Domingo Molina”, anteriormente “Coliseo Perla del Torbes”, eran también un sitio de entretenimiento para los amantes de este deporte en las ferias, consideradas las más antiguas de Venezuela, junto a las de Tovar, en el estado Mérida, y La Grita, municipio Jáuregui.
Pese a que las actividades taurinas en los últimos años no han sido como en décadas atrás, se mantenían en las fiestas patronales. Era espacio para toreros de distintos países. La pandemia de la covid-19 ha dificultado las celebraciones. Quienes vivieron sus épocas de oro, anhelan las corridas.
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