Reportajes y Especiales

Las aguas que curan y entretienen en Ureña #ParajesTachirenses

26 de diciembre de 2024

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Al sitio turístico, con sello binacional, arriba todavía mucho colombiano

Jonathan Maldonado

La Cruz de la Misión de Ureña es un punto clave para llegar a las aguas termales de la jurisdicción fronteriza. Desde ese símbolo tan conocido, el interesado parte por la avenida Intercomunal, hasta la redoma de la virgen y, de ahí, cruza en dirección al hotel de Aguascalientes para así saltar a los lavaderos y atravesar la vía que, en moto, no demora más de cinco minutos.

El olor característico de las aguas y el humo que sale por las altas temperaturas son dos puntos que, a propios y visitantes, les permite saber que están al frente de las aguas termales de Ureña, ubicadas, exactamente, en la parroquia Nueva Arcadia

La primera parada tiene varios planchones que semejan «lavaderos». Allí, la gente acude con su ropa para lavar, si así lo desea. A escasos 200 metros está la famosa laguna de aguas termales, el área más apetecida por la mayoría para sumergir sus cuerpos.

Al frente de esa laguna, hay una especie de pared de rocas irregulares, por donde se desliza el agua y semeja una cascada que cae a un estanque que va enviando el líquido a diversas conexiones. Allí, la naturaleza se impone e invita a cuidar lo ya establecido.

Jesús María Gutiérrez, de 58 años, está pendiente de los baños con aguas termales, situados al lado de los lavaderos. «Gran parte de las personas viene porque son aguas medicinales», destacó

Se estima que más de 60 personas acuden a las aguas termales de Ureña los fines de semana, más los que van a los baños termales o los que simplemente llegan a los lavaderos a usar el servicio gratuito, siempre y cuando no empleen las lavadoras, cuyo costo es de 3 mil pesos la hora.

«No hay guía, ya que más del 95% de los que asisten conocen perfectamente con lo que se van a topar. Muchos cruzan la zona con la fe y la convicción de que se van a curar del mal que los aqueja», prosiguió Rodríguez.

En tiempos de pandemia, los ureñenses, huyendo del encierro por la cuarentena y el aislamiento total que decretó del Gobierno nacional, se refugiaban en las aguas termales para salir de la monotonía de sus casas.