Julieta Cantos
Pienso que hay tres circunstancias externas a una ciudad, que la transforman, la descomponen, la recomponen, la trastocan…: una guerra, un cataclismo natural, y una pandemia.
En nuestro caso, se trata del coronavirus, pandemia que ha logrado acallar la ciudad, guardando a juro a su gente, programando horarios, suspendiendo actividades. Estamos en cuarentena.
Lo cierto es que tal como ya habíamos comentado, la población ha demostrado sensatez, inteligencia, consciencia y organización, y como consecuencia se han evidenciado situaciones interesantes, y muy importantes. Una de ellas, por cierto, es la condición en que se encuentra la plaza Los Mangos, en Barrio Obrero. Normalmente, la plaza se encuentra llena de basura, fundamentalmente en cinco puntos, equidistantes todos ellos entre sí. Por supuesto, esto implica la presencia de aves depredadoras, todas especies de gran tamaño, y que están a la caza -entre otros-, de los restos de comida.
En mi recorrido habitual por la ciudad, observando el desenvolvimiento de la misma y sus habitantes -con la protección adecuada: guantes, mascarilla, evitando la concentración de personas-, pude constatar las condiciones actuales de la plaza. Limpia, limpísima, sin olores desagradables, sin basura; sin animales de ningún tipo, en busca de desperdicios. Adicional, la presencia de cualquier cantidad de aves pequeñas, no las depredadoras, sino aquellas que buscan semillas, que requieren lugares limpios, que adornan con sus trinos los espacios. El aire se sentía diferente, los árboles estaban, a pesar de la sequía, reverdecidos con las pocas lluvias aisladas, y gracias a la no presencia agresora de terceros.
Observé detalladamente, los establecimientos cercanos a los puntos habituales de basura. Todos correspondían con establecimientos que expenden comida, por ende, primera conclusión: los grandes generadores de basura son los negocios de comida. Segunda conclusión: a esos negocios, no les interesa colaborar con los espacios públicos, ni con sus rescates para uso de la comunidad…o no saben cómo. Tercera conclusión: la plaza requiere cuidados mínimos. Si todos contribuimos a no ensuciarla, ella se autoregenera. Cuarta conclusión: los espacios en torno a la plaza, es decir, las cuadras circundantes, que usualmente se ven repletas de basura, se encuentran en su mayoría limpias, debido a que sus habitantes saben que el aseo -en las condiciones actuales-, circula aún menos que lo usual, y que en situación de pandemia, requerimos la mayor limpieza posible, por lo que son más conscientes con los desperdicios.
En otro de mis recorridos, pude apreciar, cómo las personas se sienten más seguras y protegidas por el hecho de que no hemos tenido en el Táchira, casos detectados con el coronavirus, producto de las medidas implementadas en nuestro Estado, y a nivel nacional; pero eso no puede traducirse en minimizar la importancia de las medidas que debemos seguir realizando, hasta lograr vencer la pandemia; sobre todo si tomamos en cuenta que somos zona fronteriza, y los controles por parte del gobierno de Colombia, no han sido suficientemente estrictos, por no decir nulos, y por lo tanto dependemos solo de nosotros. El ciclo del contagio en Colombia entró en la fase exponencial, eso significa que nosotros no podemos disminuir nuestros niveles de compromiso y consciencia individual concatenado con lo colectivo, si no queremos que se nos presente un pico en 10 a 15 días. Nuestra seguridad como región, estado, ciudad y comunidad depende de cada uno de nosotros, de nuestro nivel de consciencia, y de las nuevas y necesarias medidas que tome el gobierno venezolano, por lo que es previsible la extensión de la cuarentena. Acabo de leer la noticia de que murió María Teresa de Borbón y Parma, prima del rey Felipe VI de España, por el coronavirus. El Primer Ministro Inglés está en cuarentena por contagio, y en USA, los contagiados superan los 100.000 . No podemos trivializar la situación.
Todo esto me llevó a hacerme las siguientes preguntas: ¿Cómo canalizar la disciplina demostrada por nuestros vecinos, hacia una política municipal y estadal exigida por la ciudadanía? ¿ Cómo convertirla en acciones propositivas comunitarias a través de las organizaciones sociales, tales como consejos comunales y otras, logrando la verdadera participación democrática de la que tanto hablamos? ¿Cómo convertir la mesa de diálogo nacional en una mesa de diálogo regional, para diseñar políticas conjuntas de auto-protección nacional-regional de fronteras?
Se me ocurren muchas más, pero creo que debemos empezar con estas como prioritarias y generar respuestas, como un todo, un cuerpo colegiado de venezolanos, por encima de las diferencias. Es responsabilidad de los líderes políticos nacionales, regionales, parroquiales, comunales, sentarse a pensar, analizar, proponer, a corto, mediano y largo plazo. Es hora de dejar los intereses particulares, y pensar como País, como Nación. Hemos demostrado que tenemos la capacidad organizativa y disciplinaria como individuos y como colectivo. Hacerlo, significa rescatar nuestros espacios y formas de vida de manera digna, ecológica, sustentable, armoniosa, productiva y saludable. //
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