Regional
Un problema de dimensión universal: botar alimentos en buen estado
9 de julio de 2021
“Nadie compra comida para tirarla, pero esas pequeñas cantidades que se desechan a diario y que parecen insignificantes, suman y al final suponen un enorme volumen”: 930 mil millones de kilos de alimentos aprovechables, equivalentes a 23 millones de gandolas cargadas con 40 toneladas cada una, se botaron en 2019 en todo el mundo, mientras unos 690 millones de personas pasan hambre
Humberto Contreras
Regional/ La Nación
¿Qué cantidad de comida se tira a la basura en casa? La pregunta va dirigida a cada uno de los miembros de la familia, desde los adolescentes más jóvenes, hasta los abuelos, y con mayor énfasis a las amas de casa o a las personas encargadas de la cocina doméstica.
Para responder, en general, los cálculos de la ONU, a través del Programa de Naciones Unidas para Medio Ambiente, Pnuma, estiman que anualmente cada persona desperdicia 74 kilos de alimentos (promedio global), por distintas razones, aunque ninguna razón justifica semejante desperdicio: Solo en 2019 se tiraron a la basura 931 millones de toneladas de alimentos que pudieron ser reutilizados.
Son 931 mil millones de kilos, una cifra que por supuesto escapa a la comprensión inmediata, pero la siguiente imagen, expresada en los informes del organismo, le puede dar una idea: si esa carga se colocara en gandolas de 40 toneladas, se necesitarían 23 millones de camiones, que, estacionados uno detrás de otro, harían una cola que daría ¡siete veces la vuelta al mundo!
Fuerte impacto ambiental
Las cifras recogidas en el llamado “Informe del Índice de Desperdicio de Alimentos 2021”, que muestra los resultados de la investigación hecha, sobre el tema señalan que consumidores, comerciantes y restaurantes, entre otros, desperdiciaron esa cantidad de alimentos, que equivale a 17 % del total de la comida consumible en el mundo, durante ese año, y el resultado es que un tercio de los alimentos que se producen no se consumen.
El Informe señala el fuerte impacto ambiental, social y económico que esta situación genera en los 54 países que fueron estudiados, y estima que entre 8 y 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero son ocasionadas por esta costumbrem que está directamente asociada con los alimentos producidos normalmente, y que no se consumen.
Costumbre generalizada
La investigaciónm publicada en marzo de este año, revela que la cantidad de residuos comestibles per cápita tirados a la basura es muy similar en todos los hogares, independientemente del nivel de ingresos, lo cual contradice la creencia de que el mal uso de alimentos era más acentuado entre los pobladores de los países más avanzados, y que en los países en desarrollo se debía a deficiencias de producción, almacenamiento y transporte.
Eso hace pensar que se trata de un “problema global, que afecta por igual a naciones desarrolladas y en desarrollo”. El documento del Pnuma señala que a nivel mundial se desperdician 121 kilogramos de alimentos al año por persona, 74 de ellos son producidos en los hogares, donde se desperdicia cerca de 11 % del total de alimentos adquiridos para consumir.
220 millones de toneladas
en América Latina y el Caribe
En América Latina, una región en la que se estima que 47 millones de personas pasan hambre, el desperdicio de alimentos es también un problema grave. “En América Latina y el Caribe se pierde 11,6 % de los alimentos en el proceso, que va desde la producción hasta los estantes del comercio minorista, pues lo que se pierde en este sector no se incluye.
Tal es la aseveración que hizo al portal europeo de noticias DW la asesora regional en Sistemas Alimentarios Inclusivos y Eficientes de la ONU, para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Sara Granados, quien dijo que “eso equivale a 220 millones de toneladas al añom con un costo económico de 150 mil millones de dólares”.
El dato aparece en el apartado “El Estado de la Alimentación y la Agricultura en 2019”m que forma parte del documento del Índice Global, en el cual se indica que “las pérdidas se generan en los primeros eslabones de la cadena: producción, procesamiento y transporte, mientras que los desperdicios se generan en los eslabones de comercialización y consumo”.
Según se reseña en la plataforma #SinDesperdicio, iniciativa del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que pretende reducir la pérdida y desperdicio de alimentos en la región, “en países en vía de desarrollo prevalecen las pérdidas de alimentos, mientras que, en países desarrollados, los desperdicios”, agregó.
Según datos de la FAO, en casi todos los países de América Latina ocurre una particularidad común: La pérdida se produce entre la recolección del producto y la distribución, consecuencia de diversos factores: Hay alta cantidad de pérdidas en el campo, por falta de infraestructura y buenas prácticas de siembra y cosecha, así como fallas en la cadena logística y el transporte.
El mal estado de las vías, desde el sitio de producción a los centros de distribución, causa que los alimentos se afecten, en especial las frutas y hortalizas. Igualmente, al no disponer de una infraestructura adecuada para el almacenamiento, el deterioro de raíces y tubérculos es también importante.
¿Qué hacer?
Se estima que en el mundo había cerca de 690 millones de personas afectadas por el hambre en 2019, cifra que, según el Informe, puede aumentar drásticamente a consecuencia de la pandemia viral. Igualmente, dice, había ese año, unos tres mil millones de personas que “no pueden pagarse una dieta saludable”. Por tanto, los consumidores “necesitan ayuda para reducir el desperdicio de alimentos en el hogar”.
En ese sentido, para septiembre venidero, el secretario general de Naciones Unidas convocó la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU, oportunidad en que debe plantear posibles opciones de sensibilización, cambio de comportamiento y estrategias, buscando para los alimentos, una “vida circular sostenible” y evitar que acaben en los vertederos, mientras millones de personas podrían beneficiarse con ellos.
La meta 12.3 de los ODS (Objetivos del Desarrollo Sustentable, de la ONU, para 2030), busca reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel de comercios minoristas y de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.
Según una fuente del Pnuma, citada por una agencia internacional, ya hay varios países que han tomado algunas iniciativas al respecto, y han logrado una reducción de hasta 30 % en el desperdicio de alimentos domésticos.
Un número creciente de países ha medido el desperdicio de alimentos en los últimos años. Los informes encuentran que 14 países ya tienen datos sobre el desperdicio en los hogares, recopilados de una manera compatible con el Índice de Desperdicio de Alimentos.
Otros 38 países tienen datos sobre el desperdicio en los hogares, en los cuales pequeños cambios en la metodología, la cobertura geográfica o el tamaño de la muestra permitirían crear una estimación compatible con el ODS 12.3. En total, 54 países tienen datos de al menos uno de los tres sectores que abarca el informe.
Otra ventaja adicional de la reducción del desperdicio de alimentos, es que se “disminuirían las emisiones de gases de efecto invernadero, ralentizaría la destrucción de la naturaleza que es ocasionada por el deterioro de la tierra y la contaminación, y al hacer los alimentos más accesibles, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”.
El objetivo de la organización mundial, con este estudio que llama a reflexionar, es aunar esfuerzos a fin de reducir a la mitad el desperdicio alimentario para 2030, de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas.