Víctor Matos
El primer periódico impreso que circuló a nivel mundial está cumpliendo años, y el mismo fue La Gazzete de France, fundado en 1631 por el médico y periodista Theofraste Renaudot, aprovechando el auge de la imprenta inventada por Guttemberg en Alemania y que permitió impulsar este medio para mantener informado a la colectividad.
Aunque la historia registra que el periodismo prácticamente se convirtió en la segunda profesión más vieja del planeta, pues el mismo se practicaba en la antigüedad, cuando los egipcios, los persas y los griegos escribían sus hechos en papiros que luego difundían en sus respetivos reinos.
En la Edad Media fueron los monarcas europeos quienes reseñaban sus crónicas y mandatos que eran voceadas por los juglares, quienes transmitían sus decretos y noticias oralmente a la población.
Pero fue la imprenta de Guttemberg, inventada en el siglo XV, lo que permitió una mayor difusión de las ideas que inundó luego toda Europa y que incluso llegó a esta parte del planeta, América, tras la Conquista, con la Gazeta de Guatemala en 1729.
Luego vinieron una serie de mejoras tanto en la presentación tipográfica y hasta en sus contenidos, para pasar a su alta tecnología para su impresión, pues de las máquinas planas para imprimir el periódico se pasó a la rotativa, capaz de lanzar hasta 60 mil ejemplares por hora de sus linotipos en lugar de las piezas unitarias de molde de sus letras en plomo, hasta el moderno sistema offset que le dio mejor calidad de impresión tanto para el color como para el blanco y negro.
Fue Europa la que dio el ejemplo para la impresión de la gran prensa, pero estuvo en la América del Norte su mayor auge e influencia en el pensamiento colectivo que jamás pensó que la tecnología moderna iba a poner en peligro su capacidad de venta ante la inundación noticiosa que sufre la humanidad a través de los celulares y del Internet, que ha puesto a pensar a sus editores en nuevas maneras de presentar el producto para que no reduzca su circulación.
En Venezuela, al igual que a la mayoría de los diarios de varios continentes, ha llegado la crisis ante el abandono de sus habituales lectores, por lo que se exige que el periódico de hoy cambie de narrativa y de presentación para atraer a las nuevas generaciones más dedicadas a la Inteligencia Artificial que a la cotidiana lectura.
Tanto la escasez de papel de hace siete años para acá, el aumento de los insumos como planchas y tintas, y la caída en la circulación, han puesto a meditar a los editores que otrora fijaban su fortaleza tanto informativa como de opinión por la lectura de sus medios de comunicación.
Por ello, en la celebración del Día Nacional del Periodista venezolano, en homenaje a la aparición del Correo del Orinoco fundado por el Libertador Simón Bolívar en Angostura, se discutirán las fórmulas para que no desaparezca el diario que junto al pan y el café, han formado parte de nuestra existencia.
Theophraste Renaudot
dejó un gran legado
El médico francés Theophraste Renaudot dirigía su clínica privada en París y varias veces tenía que informar a los familiares de sus pacientes que vivían lejos de la capital sobre su estado de salud, por lo que empezó a informarles a través de boletines, hasta que le vino la idea de crear el primer periódico del mundo, en 1631, titulado La Gazzette, durante el reinado de Luis XIII y de Ana de Austria.
El periódico, circuló hasta el 30 de septiembre de 1915, luego de 284 años de estar en la calle, dejando un increíble legado cultural periodístico recordado a nivel planetario.
Tras la muerte de Renaudot, siguieron su ejemplo, sus hijos Isaac y Eusebio, alimentando el interés de sus lectores lo que favoreció a la multiplicación de estos medios a nivel mundial, no solo en su concepción noticiosa sino convertidos en su gran mayoría, como hasta ahora, en una empresa de servicio y sobre todo familiar heredada de sus ancestros.
A la fecha, existen miles de medios impresos tanto en los tamaños grande llamados estándar como en los más pequeños o tabloides que circulan sobreviviendo a la tecnología que amenaza con dejarlos como muestras para los museos del recuerdo.
Víctor Matos