Rocío Márquez
Videos de políticos hechos para atraer seguidores o para ganar likes; escenarios fabricados para viralizar mensajes políticos, posicionar fake news y generar desinformación. ¿Una nueva forma de hacer política?
Hoy en día, las redes sociales se han convertido en escenarios de la política. Instagram, YouTube, TikTok, X (antes Twitter), e incluso aplicaciones como WhatsApp, se usan para el ejercicio de la política. Ello nos conduce a pensar en la manera como convergen, en nuestra sociedad hipermediatizada, comunicación y política. En otras palabras, la mediatización de la política. Pero, ¿en qué consiste?
Mediación y mediatización
Cabe aclarar la diferencia entre mediación y mediatización. La primera, tiene que ver con el acto comunicativo. Es decir, “la comunicación a través de un medio específico”, como bien lo explica Stig Hjarvard (2016) en un artículo titulado Mediatización: La lógica mediática de las dinámicas cambiantes de la interacción social.
Resulta más claro si decimos que la mediación está relacionada con el uso de los medios para comunicar o interactuar. Para explicarlo mejor, podemos adaptar un ejemplo que expone el mismo Hjarvard.
Un político puede emitir un mensaje a través de una rueda de prensa o de un post. Tal como asegura el investigador, la “elección del canal condiciona directamente la forma y el contenido del mensaje, así como quién tiene la opción de participar en el acto de comunicación”.
No obstante, esa mediación “no influye en el método de funcionamiento de la institución política”. Tampoco afecta “la relación de la política con los medios de comunicación, la cultura y la sociedad en general”.
Contrariamente, la mediatización de la política sí se corresponde con “cambios estructurales que se producen a largo plazo en la relación entre la política y los medios de comunicación”. Lo cual implica una transformación de las relaciones entre las instituciones políticas y los medios de comunicación, y el surgimiento de nuevas condiciones para la comunicación y la interacción política. Es decir, se genera una transformación del ejercicio de la política.
Y, ¿cuál es la consecuencia más visible de la mediatización de la política? Me atrevería a responder que la espectacularización de la política.
La espectacularización: La metamorfosis de la política
Lo más preocupante que podemos notar en la realidad política fragmentada e inmediata que se nos presenta a través de las redes sociales, es la profundización de la espectacularización de la política. Una escena preparada donde se destacan ocurrencias, acciones principales y secundarias, actores preparados para producir efectos emocionales, maximización de escándalos políticos, etc.
Esto no es nada nuevo. Pues, aunque las redes sociales constituyen la novedosa arquitectura donde, además de muchas cosas, también se ejerce la política, no fue con ellas que se produjo la espectacularización de la política.
Juan Pablo Aracibia (2002) señala que, a partir de la irrupción de la televisión y su fusión con la política, la dimensión espectacular que ya tenía la política sufrió un proceso de acentuación. Imagínese, usted, cómo pudieron profundizarse aún más los rasgos de espectacularidad con el poder de las redes sociales digitales.
Y, ¿cuál es el problema de la espectacularización de la política? Que, al convertirse en espectáculo, asegura Postman, el discurso político se convierte en un show constante para una sociedad condenada a “divertirse hasta morir”.
De esta manera, el embrollo no está en que la política también sea parte del entretenimiento, sino que es el entretenimiento el formato en el cual se representa toda experiencia. Así, la realidad misma se transforma en un constante psudoevento o un pseudoacontecimiento, como se les llama en periodismo a los sucesos fabricados para que sean publicados por los medios de comunicación.
El peligro es que la política solo se haga en los medios, para los medios y en formato de entretenimiento; y que se profundice tanto la espectacularización, que olvidemos que la verdadera política tiene que ver con la realidad de la gente. El problema, estimado lector, es que nos acostumbremos tanto a la trivialidad que al final ignoremos todo aquello que no nos divierta.
*Comunicadora social, doctora en Ciencias Humanas. Directora de la Escuela de Comunicación Social, ULA Táchira.