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Los Corredores, donde nació el pueblo viejo
8 de enero de 2025
Mientras camina por los pasillos de antaño, sostenidos por pilares de madera, el cronista de Rubio observa, con una mirada distinta, las paredes de adobe, pintadas de blanco y coronadas de tejas añejas
Norma Pérez
“Los Corredores, fueron, históricamente, el epicentro del pueblo viejo. Cuando hablamos de Rubio decimos pueblo viejo y pueblo nuevo. El Guayabal, fue el barrio indígena. Después, vino La Palmita. La parte nueva inicia en Palo Santo, actual calle ocho hacia la iglesia Santa Bárbara”.
Iván Bonilla, indagador de historia, que atesora miles de datos, en su privilegiada memoria, trae a colación las remembranzas de aquel nostálgico pueblo viejo, génesis de la capital del municipio Junín.
Mientras camina por los pasillos de antaño, sostenidos por pilares de madera, el cronista observa con una mirada distinta, las paredes de adobe, pintadas de blanco y coronadas de tejas añejas. Tras los pesados portales, como testimonio del pasado, modestos comercios ofrecen sus mercancías, sin el esplendor de otros tiempos.
Aquellas casas y la gente que las habita, ha resistido no solo el paso de los años. También, la depresión económica y la furia de tres vaguadas.
Refiere que estas galerías sirvieron como centro de negociaciones, tanto de nacionales como internacionales. “Llegaban excelentes mercancías y las mujeres de la época se vestían con las mejores telas traídas de Europa. También, se encontraba una diversidad de productos de lujo y de utilidad, para comerciar. Corría el año 1870.
Muy cerca, en la calle La Zea, estaban las mulas que llevaban la producción de café a Colón, a la estación San Félix, donde se encontraba el tranvía. De allí al Lago de Maracaibo, con destino final a Alemania. Los alemanes fueron los primeros clientes del café rubiense y después los ingleses, que negociaban con la empresa Alarcón Hermanos. Posteriormente, se incorporaron los norteamericanos y los colombianos.
“Este barrio de Pueblo Viejo tiene mucha historia. Los hijos ilustres de Rubio nacieron aquí. Recuerdo a Monseñor Carlos Sánchez Espejo, Leonardo Ruiz Pineda, Eleazar Silva, Patrocinio Peñuela Ruiz, entre otros”.
Veintiún puentes
Imposible no mencionar sus puentes: “en 1872, la municipalidad consideró que se debía hacer un puente para unir los dos pueblos. Construyeron el Puente Unión, que también se llamó Puente Federación y Puente Cipriano Castro”.
Al final de los corredores, hacia el barrio La Palmita, se encuentra Puente Azul, pero también le dieron los nombres de Puente Amarillo y Puente Miranda.
“Éste fue el que tomó el escritor, cronista e historiador Rafael María Rosales para colocar en el escudo, el cual entregó el 9 de diciembre de 1964 a la municipalidad. El llamó a Los Corredores Gimnasio del Recuerdo y Museo del Folklore de los Rubienses”.
Actualmente hay un total de 21 puentes. Cuando el médico y farmaceuta Alejandro Osorio Negrón, le da el nombre de Ciudad Pontálida, solo había seis puentes.
Templo de admiración
La iglesia Santa Bárbara de Rubio fue declarada Monumento Histórico Nacional según Gaceta Oficial N° 26320 de fecha 2 de agosto de 1960. El arquitecto rubiense Óscar Medina Hernández, quien tuvo la oportunidad de apreciar algunas etapas de su construcción, aporta sus conocimientos para ir más allá de la simple contemplación estética.
La describe como un edificio que destaca por haber evolucionado, hasta ser una referencia muy importante desde el punto de vista arquitectónico, constructivo y social, convirtiéndose a través de su historia en un hito no solo para la ciudad de Rubio, sino para la región y el Táchira.
Añade que la obra dirigida en gran parte por los Dominicos se realizó entre 1948 y 1958. “No obstante, creo que la cúpula y la colocación de la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que sirve de remate a la misma, se terminó de construir en la década de los años 60 del siglo pasado, pues, mientras cursaba mis estudios de primaria en el Colegio María Inmaculada ubicado en el margen izquierdo de la iglesia sobre la acera contraria, veía su construcción”.
La fachada original se mantuvo intacta hasta 1974, año cuando se realizó con un proyecto del arquitecto venezolano Erasmo Calvani, una reconstrucción total de la iglesia que abarcó tanto el aspecto arquitectónico- constructivo como urbano, dentro del marco del Plan de Desarrollo para Rubio presentado durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.
“El proyecto consistió en el cubrimiento de la vieja fachada con la actual dentro de un lenguaje neogótico, donde el concreto, la arcilla y el hierro fueron los principales materiales produciendo una nueva, compuesta por tres cuerpos horizontales -los dos de los extremos son torres de aproximadamente 50 metros de alto– correspondiéndose con las tres naves que componen la iglesia”.
Mucho por recorrer
Quien visite el municipio Junín tiene muchos sitios por conocer, aun cuando, a juicio del cronista de Rubio, Iván Bonilla, el turismo no es su fuerte.
“Históricamente el turismo en el municipio Junín ha sido un campo inexplorado. Tenemos varios sectores para explotar: El turismo religioso, la iglesia Santa Bárbara, La Virgen de La Fortuna que es la misma Virgen del Rosario, conocida en Venezuela como La Chiquinquirá. También se le llama Virgen de la Piedra Santa. Y la Virgen del Carmen de Cuquí”.
Menciona al Cerro del Campanario, y explica que se comparte con una salida que se denomina Paso de Libertadores, pues por allí transitaron durante la Campaña Admirable. “Comienza pasando Peracal, Las Adjuntas y subiendo por El Alto del Viento. Esto se une con la aldea Canea, La Palmita y una vía hacia San Cristóbal”.
También Pozo Azul, donde se encuentra la Cueva de Los Santos. “Hay algunas especulaciones que hablan que sus galería comunican subterráneamente hasta San Antonio del Táchira”.
Ahora, cuenta con dos nuevas plazas; San Juan Pablo Segundo y Santa Bárbara, inauguradas recientemente.
A Rubio se le conoce por su época dorada del café, su casco histórico, la imponente iglesia Santa Bárbara, la plaza Bolívar y muchos otros lugares. Pero, sobre todo, como acertadamente lo dijo Don Rafael María Rosales, por ser “un pueblo honesto, generoso y de noble espíritu”.