Reportajes y Especiales
Triple historia: trillizos, médicos y Magna Cum Laude
24 de febrero de 2025
No existe otro antecedente público en el mundo de trillizos que estudien la misma carrera, se gradúen el mismo día y con las más altas calificaciones. Son tachirenses y hoy no solo enorgullecen a su familia, sino a todo el Táchira
Omaira Labrador M.
Fotos: Johnny Parra/
Álbum familiar
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“¡Felicitaciones, son trillizos!”
-I-
“Ven esto aquí, es uno. Observen esto, es otro; y ven esto, es el tercero. Son tres”, dijo el gineco obstetra Gustavo Fuentes en la ecografía prenatal a Isaura Maldonado Rueda y Halmar Morales Agüero. Para que entendieran mejor, los felicitó por los trillizos, que en septiembre de 1996 vendrían al mundo.
Isaura recuerda hoy, con risas, que hace 28 años experimentaron amor por dar tres vidas. Impacto, temor, miedo, alegría cuando el médico les dijo que María Alejandra, de ser hija única tendría tres hermanos que nacerían el mismo día. La situación económica era la inquietud permanente para quienes se dedicaban a un pequeño negocio de fotocopiado.
Los trillizos nacieron de la mano del doctor Víctor Omaña, en el Hospital Central de San Cristóbal, estado Táchira, el 27 de septiembre de 1996. A las 11:20 am. Halmar Eduardo pesó 3.200 g (mayor) 11:23 am Halmar José pesó 2.900 g (segundo) y a las 11:26 am José Gregorio Morales Maldonado, pesó 1.800 g (menor).
El menor, por seis minutos de diferencia con sus hermanos, lo llamaron Halmar Gustavo. Padeció serias complicaciones de salud. Estuvo grave. La madre lo encomendó al beato José Gregorio Hernández y en agradecimiento a su salvación, le cambió el nombre a José Gregorio. Aunque hubo algún inconveniente porque ya había sido registrado, lo lograron.
Isaura Maldonado, ahora con el corazón repleto de fe y agradecimiento, dice que el embarazo fue difícil. Los primeros meses después del nacimiento de los trillizos, a veces sentía no poder más. Tenía muchos sentimientos encontrados, pero ella profundamente católica, sostiene que la fe en Dios fue la clave para salir adelante con su cuarteto de hijos.
Halmar Eduardo, José Gregorio y Halmar José Morales Maldonado siempre han sentido el peso de las miradas sobre ellos: son idénticos. Son trillizos. Distinguirlos lleva su tiempo. Hay que detallarlos para saber identificarlos. Hay que preguntarles: ¿Usted es Halmar, José Gregorio, Eduardo? Es frecuente la equivocación.
En la misma familia, no era fácil identificarlos. Llegaron a bañar a un niño tres veces. También hubo confusión a la hora de darles el tetero. Revisar el pañal a uno tres veces, sucedió varias veces. Las imprecisiones eran frecuentes. A veces aún el papá les pregunta: “¿Usted es…?”
Cuando estudiaban primaria en el Grupo Rafael Álvarez de Táriba, municipio Cárdenas, los separaban de sección. Cada uno debía estudiar en una sección diferente. Evitar que los profesores los confundieran era el objetivo y también impedir las peleas de hermanos. “Pequeñas peleas por juguetes, juegos de manos de niños, peleas por los amigos. Porque mis amigos eran mis amigos y ellos no podían hablar con mis amigos”, recuerda seriamente Halmar Eduardo.
En bachillerato, en el Colegio San José, también de Táriba, pasaron las peleas. Comenzaron a estudiar en la misma aula.
De pequeños eran vestidos iguales. Captaban las miradas, lo cual a Halmar Eduardo, José Gregorio y Halmar José Morales Maldonado a veces incomodaba. Las pequeñas travesuras que suelen hacer morochos y trillizos, como es fingir ser el otro, no estuvieron ausentes.
“Cuando éramos niños jugábamos beisbol, a mí me pusieron de pitcher a lanzar la pelota, y yo era muy malo. En cambio Halmar José era el mejor. Entonces, como yo era muy malo, los entrenadores dijeron: ‘Vengan, vengan para el baño’, y nos metieron a los dos al baño. Nos pidieron que nos cambiáramos el uniforme y que fuese Halmar José a pitchar por mí. Los entrenadores de los otros equipos decían: ‘¡Epa!, pero se cambiaron la camisa, se cambió por el otro’, y los entrenadores de nuestro equipo les explicaban: ‘No, es que son trillizos, déjelos quietos’. Y nadie dijo nada, porque realmente nadie sabía diferenciarnos”, dice entre risas José Gregorio.
La infancia transcurrió entre los estudios y actividades complementarias, entre ellas el deporte.
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Ser trillizos es una ventaja. Nunca están solos. Nunca se aburren, reconocen hoy y además les produce risas, cuando los ven y les dicen “son igualitos”. Ellos sienten que tienen una conexión, y si a alguno le sucede alguna situación imprevista, los otros dos la sienten.
“Sí. En lugar de sentido arácnido, le decimos el sentido de los trillizos. Porque de verdad, recuerdo una vez que fui con Gregorio a caminar por Táriba y yo me sentí raro. En ese momento yo dije: ‘Algo le pasó a Eduardo’; de verdad sentí que algo le pasó a Eduardo. Hablé con Gregorio todo el camino y cuando llegamos a la casa, a Eduardo sí le había pasado algo, recibió una noticia y estaba triste por eso. Entonces de verdad esas cosas sí pasan. Del mismo modo, ya sea cuando estamos en videojuegos o estudiando, siempre tenemos el mismo pensamiento, en el mismo momento. No tengo la necesidad de decirles algo porque sé que ellos piensan exactamente lo mismo”, la anécdota la recuerda Halmar José.
Otra ventaja de ser un trío es que los amigos son comunes, aunque también están las amistades de cada uno. Con las novias no hay problemas ni desorientaciones.
En esta etapa de la vida, la familia Morales Maldonado, en especial los trillizos recuerdan al abuelo materno José Maldonado, quien estuvo en la casa de ellos, desde que ellos estaban pequeños y los ayudó a criar. Fue el segundo padre. Los enseñó a comer con cubiertos, a vestirse, les hizo prometer que no se tatuarían, no fumarían ni tendrían vicios, y lo han cumplido con creces.
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En las calles de Táriba, donde siempre han vivido, para muchos es común ver a tres jóvenes que dedican parte del tiempo a cuidar y alimentar perritos de las calles. Muchos ignoraban que estudiaban medicina. Hoy ya lo saben y aumenta la admiración.
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“Los tres o ninguno”
II
No necesitan ir vestidos iguales, para saber que son los trillizos Morales Maldonado. La Escuela de Medicina de la Universidad de Los Andes en San Cristóbal donde se formaron como médicos cirujanos, es el escenario para hablar de sus estudios. Allí el personal los conoce y saluda con afecto. Estuvieron en la facultad 8 años, los agarró la pausa de la pandemia.
Su hermana María Alejandra Morales Maldonado fue la inspiración cercana para querer estudiar medicina. El ejemplo fue la mejor recomendación para querer ser médicos. Ella se graduó también en la ULA-Táchira en 2011. Los honores como la mejor estudiante de su promoción estuvieron presentes.
“Ella siempre nos contaba cómo era todo y, en cierta parte, siempre todo lo que hemos hecho a lo largo de la carrera ha sido en inspiración hacia ella. Siempre veíamos que ella era muy constante, entonces siempre quisimos ser así. Gracias a ella estudiamos medicina y también hemos logrado nuestras metas”, explica Halmar José mientras sus dos hermanos reafirman con sus gestos las palabras y el agradecimiento.
La preparación al salir de bachillerato fue intensa. La decisión era quedar los tres en la escuela de Medicina de la ULA en San Cristóbal. Con la ayuda de su hermana, con diversos cursos preuniversitarios y el respaldo de sus padres se dedicaron a prepararse para ser futuros médicos
“Hicimos cursos muy recomendados y en esos cursos de verdad aprendimos a pensar, aparte de que nosotros ya éramos constantes. Porque siempre, toda la vida, nuestros papás nos han inculcado eso de ser constantes y la disciplina. Nosotros lo que hacíamos era estudiar todos los días, nuestra hermana también se sentaba con nosotros, y como ella ya estaba en el área de la medicina, ella nos ayudaba mucho con la biología; discutíamos con ella lo que no entendíamos. Fue todo eso lo que a nosotros nos hacía decir: tenemos que quedar los tres”, relata Halmar Eduardo, sentado junto a sus hermanos en la sede de la escuela, que ya despidieron como estudiantes.
Sintieron mucha presión en ese momento preuniversitario. Amigos cercanos decían: “¡Ay no!, esos son trillizos, eso mínimo queda uno”. El día del examen todos se reían porque eran trillizos y decían que solo iba a quedar uno. Ellos tenían una promesa, o quedaban los tres o ninguno. Los tres lograron el anhelado cupo.
“Y lo logramos, de hecho obtuvimos las mejores notas de ese examen”, dice, sin prepotencia, José Gregorio.
Al comenzar a estudiar la carrera de Medicina se dieron cuenta los niveles de exigencia y dedicaron su tiempo a estudiar a tiempo completo.
“El primer día, en la primera clase de Anatomía, recuerdo que empezaron a explicar un montón de estructuras óseas de los huesos y las vértebras. Los compañeros respondían y nosotros estábamos totalmente perdidos. Yo miraba a mis hermanos y decía: Esto no es lo mío, esto no es lo mío. Pero lo que nos faltaba era constancia y dedicación, era el primer día”, es uno de los ejemplos que hoy da Halmar José que con la constancia y estudio se superan los obstáculos.
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Halmar Eduardo comenta que lo de ellos era estudiar y estudiar: “Nosotros llegábamos todos los días a la casa y era a estudiar, todos los días en cualquier momento. Y aunque mucha gente piensa que nosotros estudiamos juntos, la verdad es que no; siempre estudiábamos cada uno por su lado, y aprovechábamos los momentos del almuerzo o la cena para poder discutir la información entre nosotros”.
José Gregorio, de la etapa estudiantil destaca la gran ayuda que significó ser trillizos: Si uno quería estudiar menos, el otro le decía: “¿Hasta ahí va estudiar? Son las tres de la tarde y usted no va a estudiar”. Otra cosa que influyó mucho es que uno los ve como competencia, pero sanamente ¿En qué sentido?: “Que si yo termino de estudiar a las ocho de la noche y ellos siguen estudiando a las diez, yo me digo ¿pero por qué yo no puedo seguir estudiando hasta las diez de la noche? Pienso que eso influyó mucho en que todos fuésemos igual de disciplinados, de constantes y en que realmente siempre nuestras notas eran muy similares”.
Halmar José reconoce hoy con risas, que de los tres es el más perezosito: “A mí me costaba levantarme. Mis hermanos se ponían a estudiar y llegaba un momento en que ellos me quitaban la cobija, me decían: Bueno a estudiar. Porque de verdad, si no hubiese sido por ellos, yo ni me levanto a estudiar. De los tres, cuando decía a estudiar, listo ya agarré para estudiar, pero para iniciar me costaba muchísimo”.
Aunque son trillizos, cuando sus compañeros y profesores comenzaron a conocerlos, se dieron cuenta que cada uno tiene su personalidad bien definida, pero lo que sí les es común es el apoyo mutuo.
“A mí por ejemplo me costó un poco fue Farmacología. Una de las materias más fuertes de la facultad. Y mis hermanos siempre me hacían preguntas. Farmacología consistía en aprenderse un montón de fármacos, sus efectos adversos y demás. Entonces, mis hermanos me decían en la comida: efecto adverso de tal fármaco, efecto adverso de tal fármaco, y así me tenían hasta que se los recitara”. Es solo un ejemplo de los que da Halmar José, de esa unión que mantienen desde el vientre.
Al igual que en toda la vida estudiantil, no faltan las anécdotas de ser trillizos: “Una vez me pusieron, en la nota final de una materia, la nota de mi hermano. Y yo dije: ¡Uy!, aquí no me cuadra algo, ¿qué paso aquí? Después nos pusimos a revisar y a hacer los cálculos y nos dimos cuenta de que me pusieron la nota de mi hermano y al otro le pusieron la mía, hablamos y se solucionó. La diferencia era solo de un punto”.
El primer día de clases, algunos profesores se impresionaban, era la primera vez que tenían trillizos en sus aulas. Algunos al pasar la lista decían: los trillizos, y cada uno respondía: presente.
Hoy los tres exhiben sus anillos de graduación. El revuelo que causa su presencia y su graduación fue motivo para que la joyería Joyas Italianas (Lidotel) tuviera con ellos atenciones especiales, para unirse a las felicitaciones por el grado que alcanzan.
El servicio comunitario lo hicieron en el hospital general de Táriba y la rural la hacen en el Padre Justo de Rubio. Como todo en su vida los conocen trillizos, ahora doctores, y el personal destaca la buena actitud que tienen con sus pacientes, el don humanista característico de los tres.
Los tres mejores promedios
III
Vean a esos tres jóvenes sentados en la entrada de la sede de la Escuela de Medicina en la ULA-Táchira, son Halmar Eduardo, José Gregorio y Halmar José Morales Maldonado. Hacen historia, al ser los primeros trillizos que se gradúan en la misma profesión universitaria, como médicos y además con los promedios más altos de la promoción XIX.
José Gregorio obtiene el título con el promedio de 18,44 puntos. Le correspondió dar el discurso en el aula Magna de Mérida. Halmar Eduardo y Halmar José salen con el segundo y tercer mejor promedio con un idéntico 18,33 y acompañan a su trillizo en el pódium de honor.
“Realmente considero que más que ser el primer lugar, los tres somos el primer lugar”, es el pensamiento de José Gregorio, el tercer trillizo, el último en nacer y quien le debe su nombre al beato José Gregorio Hernández.
Ya hoy, con el título en mano, con planes futuros no dejan de agradecer a quienes los ayudaron y respaldaron desde diferentes maneras y posiciones: Padres, hermana, abuelo, familia, amigos, compañeros, novias y docentes. En la ULA, a la doctora Carolina Madriz le agradecen con especial emoción.
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Los trillizos Morales Maldonado saben que la etapa de estar juntos tendrá una separación. Cada uno hoy piensa hacer una especialización diferente. “Con el tiempo me puse a pensar que sí, es cierto, los tres juntos somos muy fuertes. Luego me puse a pensar, también debemos desarrollarnos individualmente para fortalecer ese equipo. Mientras que cada uno se va fortaleciendo, el equipo se va haciendo más fuerte”, refuerza Halmar José asistido por sus dos hermanos.
Observen a estos tres profesionales de la Medicina, son Halmar Eduardo, José Gregorio y Halmar José Morales Maldonado. Además de ser trillizos han hecho historia por su alto promedio estudiantil. Son los primeros trillizos en obtener el mismo día el título de Médicos Cirujanos y con los más altos promedios de su promoción. Caso único en Venezuela y el mundo.
Especialidades diferentes
IV
Halmar Eduardo: “Yo siempre he pensado que lo más importante, además de tener los conocimientos para tratar a los pacientes, es cómo tratar a los pacientes. Para mí, una de las cosas más importantes es la empatía. Pienso, si estuviese del lado del paciente, me imagino cómo quisiera que me tratasen. Estoy aquí desesperado porque a un familiar le pasó algo y quisiera que trataran bien a mi familiar. Entonces siempre procuro dar ese trato a mis pacientes para que se sientan bien atendidos”. Quiere especializarse en Oftamología.
José Gregorio: “Estoy de acuerdo con mi hermano en cuanto a la empatía. Porque muchas veces, notamos que los familiares tienen poca información sobre muchas cosas, ellos siempre andan con la zozobra ¿Qué tengo que hacer?, ¿cómo va mi familiar?, ¿cómo salieron los exámenes?, se preguntan porque obviamente no saben interpretar los resultados, o no tienen los conocimientos para interpretar así sean exámenes de sangre. Entonces, deseo al menos darle la tranquilidad de ‘su familiar va bien, los exámenes salieron muy bien, va evolucionando de la mejor forma’. Pero no es simplemente decir: ‘¡Ay no!, su familiar vamos a ver qué pasa con él’. No, porque uno se pone en el lugar y en algún momento todos vamos a pasar por ahí. Tratarlo lo más humano posible”. Le gusta la especialidad en Gastroenterología.
Halmar José: “Concuerdo con mis hermanos. Siento que ser humanos es lo más importante, y en eso debemos agradecerles a nuestros doctores, a nuestros maestros. Porque ellos aquí además de dar clases de calidad, siempre al finalizar nos decían: ‘Y no se olviden de la parte humana, porque ustedes podrán saberse el libro de memoria, de pies a cabeza, pero si no tratan con dignidad a sus pacientes, no les explican por lo que están pasando, ustedes podrán ser los mejores, pero esos pacientes nunca más querrán que ustedes los vean’. Porque esa es la parte más importante, mantenerlos tranquilos y darles la confianza que todo saldrá bien”. Se inclina por la Cardiología.
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Honores y aplausos en el Aula Magna
La etapa universitaria de Halmar Eduardo, José Gregorio y Halmar José Morales Maldonado culminó con honores y aplausos.
Egresar de la Universidad de Los Andes, núcleo Pedro Rincón Gutiérrez, con la mención honorífica Magna Cum Laude, ameritaba la deferencia, palabras y aplausos que el rector Mario Bonucci tuvo para los trillizos Morales Maldonado.
“Es un hecho inédito para la ULA, graduar a trillizos con distinción Magna Cum Laude y en la misma carrera”, dijo el rector Mario Bonucci, al pedir que se pusieran de pie los padres además de un aplauso para Isaura Maldonado y Halmar Morales.
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Es importante destacar que José Gregorio tiene el más alto promedio académico de la Promoción XIX; Halmar Eduardo y Halmar José le siguen. En sus palabras, además del agradecimiento a la Universidad, a los profesores, amigos y familias, destacó la importancia de estudiar.
Igualmente se hizo un paréntesis para explicar que los trillizos son hermanos menores de una médico cirujano, María Alejandra Morales Maldonado, también egresada con similares honores de la ULA, actualmente con estrecha relación con la Universidad de Yale como docente investigadora.
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Fue otro momento inédito, cuando la doctora María Alejandra Morales les impuso la medalla a sus tres hermanos.
Con méritos y honores los hermanos Morales Maldonado hacen historia en la ULA. Ahora continuarán con otra etapa de especialización que sin duda alguna comienzan con suficientes méritos, éxitos y futuro.
Aplausos y más aplausos para la familia Morales Maldonado.
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