Porfirio Parada
Hay un viejo vecino de mi familia, por Barrio Obrero, pequeño, con bigotes, ahora los tiene canosos, me saluda por Chuito, toda la vida, desde que era niño, me dice con cariño, o así pensaba, pero un día yo ya adulto, años recientes, me saludó y se sonrió antes de darme la mano, su sonrisa era rara, luego en la despedida me dijo algo así, palabras más palabras menos “Ay y Chuito se porta mal no”. Bueno me decepcioné con las buenas intenciones que pensé que él tenía conmigo. Ahora, ¿Quién es bueno y malo en la vida? ¿Qué tan malo soy y que tan buena gente he sido durante los años? ¿Cómo se mide sinceramente lo bueno y lo malo de una persona? Sí, posiblemente nací algo torcido, pero en la vida hasta me he estrellado para enderezarme, y sigo caminando, me sigo corrigiendo, conociéndome, y disfrutando lo que se pueda de la existencia que se va como la colina de un basurero.
Nadie me conoce, solo Dios, mi familia, mis padres, hermanas, sobrinos, primos, algunas personas, poca gente que amo, pero ni eso, quizás el diablo también me conoce, que me muestra el otro camino de la vida, los paisajes oscuros, paisajes que batallo en las mañanas antes de salir y tambien si me da la gana me libero de esos mismos paisajes como un juego sin fin. No pretendo caer bien a todos, no me interesa, pero algunos me señalan, me siguen criticando, me joden por mi apellido, me comparan, eso me incomoda y mucho más. Los ignoro, trato de ignorarlos, pero salen como pequeñas ratas a volver a preguntar o sonreír falsamente como el otro que me saludó. He escuchado una campaña que dice “Los buenos somos más” sí de verdad conozco buenas personas, muy buenas personas, muchos venezolanos de bien, pero no pertenezco ni a la campaña ni en decir que soy buena persona. Aplausos para ustedes de pie los que se autoproclaman de buenos.
La vida es un cristal, de espejos rotos, es la incertidumbre real del pensamiento. También es la paz, la armonía, la búsqueda de la libertad entre las rosas y espinas. He tenido una vida afortunada, en cada mañana, incluso en los momentos más tristes y desesperantes, en los más delirantes, donde la niebla es pura tiniebla antes de abrir los ojos. Nadie me conoce ni me conozco yo mismo, porque sé de mis fuerzas superficiales y ocultas, se de mi propia magia que, durante los años, a veces, ha despertado en mi interior mientras no lo creía, y la otra magia que aún pertenece dormida esperando mi propia revelación conmigo mismo para despertar nuevamente, nuevo nacimiento dentro del mismo. Otra persona adulta, una mujer, que me ha visto en el centro, en recintos culturales, un día me llegó donde estaba y me dijo “Jum Porfirio pórtese bien” y con una de sus manos levantó el pulgar y se lo llevó a la boca en forma de un trago y actuó como si estuviera tomando miche, o sea, me trató de alcohólico. La dejé de saludar por unas semanas, un mes, y actualmente nos saludamos sin rollos, de nuevo, con abrazo y todo, que toches la vida sigue, no soy hipócrita trato de desprenderme del rencor. ¿Por qué esa vieja se mete en mi vida? Vaya saber.
La vida también se puede ver como un experimento, si se está solo la soledad te puede absorber y consumir, pueden salir fantasmas, aunque no quieras, y si se está con gente, alrededor de personas, uno se puede cansar de tantas voces y miradas, creando un tumulto de vacío, al mismo tiempo y por todos lados. Hay fibras del pensamiento muy frágiles, hay sensibilidades más sensibles de lo normal, el caos está más cercano de lo que uno piensa, sin embargo, hay que verse lejos, me quiero lejos del presente, no le huyo, lo asumo desde la distancia en la quietud, mientras el tiempo transcurre, tiempo relativo, algunas veces torpe, o prudente, necesario, que sirve como oxígeno. El caos es uno en silencio, en la espera de la próxima acción. Y claro que tengo mis cosas buenas, si no, no estuviera escribiendo este texto para el Diario La Nación, no escribiera notas de prensa en mi trabajo, no hiciera radio, no hiciera videos, no escribiera uno que otro poema en verso libre, verso errante, no haría nada, fuese uno del montón, una oveja blanca, blanquita, obediente, entre el rebaño, no tuviera voz en la selva de cemento.
Esto no es un texto para una víctima, ni para un obstinado obsesivo, mucho menos para un resentido, de hecho, lo que escribo es común, muy humano, algunas veces estúpidamente humano. Le puede pasar y le está pasando a muchos, constantemente, en diferentes vidas, diferentes empleos, diferentes estilos de vida. Hay gente que nació para hablar mierda de los demás, se vuelven viejos juzgando sin cesar por falta de personalidad e imaginación. Señalan y joden. Solemos recordar lo malo de un individuo, sus penas, sus faltas, sus equivocaciones, su tristeza, sus embarradas, su pesar, su comportamiento extraño, absurdo, loco. Pero ¿Quién está totalmente cuerdo en estos tiempos modernos? Ya la vida dará vueltas, y en las vueltas uno se vuelve encontrar con el que más te criticó, pero uno está en otro estado, en otra versión, en otra circunstancia, en otra evolución, no valdrá la pena ni hablar, solo seguir caminando.
Nadie me conoce y en la medida que menos me interese lo que piense la gente pues más me encuentro conmigo mismo. Que si fumo, que si bebo, que si soy una mierda, que si soy rata, que si robo, que si soy otra persona, que si soy marica, que si uso máscaras, que si soy desordenado, que si este dijo, que si el otro, que si este pajuo contó, que si el otro escuchó, que este sapo me vio, que la gente se ríe, que la gente comenta. A todos le saco el dedo del medio, o como decimos por aquí coman toche, pero no con arrechera sino con libertad, de saber que no les debo nada a nadie y porque cada quien lleva y tiene su vida, bueno les debo a mis padres, que por ellos es en gran parte por el cual esté vivo y esté escribiendo estas palabras no tan refinadas. Seguiré con mi estrella, mi camino, por el sendero del conocimiento y autoconocimiento, por la vía de mi metamorfosis, tratando de no meterme con los demás, haciendo el menos daño posible, no esperar que la magia vuelva, ser magia, en este instante.
Lic. Comunicación Social
Locutor de La Nación Radio