EL TIEMPO siempre estará ahí. Inconmovible. No pasa. Quienes pasamos somos nosotros: Nacemos, crecemos, nos multiplicamos y morimos… EL HOMBRE de ayer, de hoy y de siempre, maneja la administración del tiempo a su antojo o a su mejor conveniencia y hasta trata de manipularlo. A lo mejor es lo que inspiró a Albert Einstein con su Teoría de la Relatividad… Y ASÍ FUE que el hombre empezó con el consabido “espérame un segundo”; pidió un minuto de silencio; no contento, saltó a La Hora del conductor; buscó fechas como El Día del Periodista; corrió al expediente de La Semana de la Bondad; trascendió con El mes del Artista Nacional, y no contento, decretó el Año Eucarístico… Y ASÍ CONTINUÓ celebrando por ejemplo Las Bodas de Plata; las Bodas de Oro; el Siglo de la Revolución Industrial; el bicentenario de la Independencia; la Era Cristiana; el Siglo de Oro; e imaginamos que así continuará por los siglos de los siglos… SIN EMBARGO a medida que avanzamos en la edad, ya nos parece que los días pasan más rápido que antes; que el tiempo se llevó lo mejor de nuestros sueños y recordamos al siglo de los inventos… PERO EL TIEMPO, ese tiempo que marca las horas del reloj, está ahí, firme, sin ir, únicamente venir, solo para atrás en los recueros, en la memoria histórica, en lo pasado, que como las golondrinas del poeta Gustavo Adolfo Becker, no volverán… NAPOLEÓN BONAPARTE, el genio de la guerra francesa del siglo XIX, cuando estaba urgido de salir hacia alguna reunión, le decía a su valet: “Vísteme lentamente que ando apurado” como enfrentando al tiempo que sabía que no podía domeñar porque estaba ahí, firme. Sin rendirse. Sin dar un paso atrás… LA CONTRAPARTE a ese tiempo inexorable, está en el apuro, o como dice el refrán: “No por mucho madrugar, se amanece más temprano”, y contrasta con el aburrimiento, el no hacer nada, el dejar que el vecino tome las iniciativas, o dejando que el tiempo justifique, premie o castigue nuestras conductas… EL GRAN ESCRITOR venezolano don Rómulo Gallegos señaló en “Canaima”, una de sus celebradas novelas: “Le pedí tiempo al tiempo; y el tiempo, tiempo me dio”. No se sabe. No desperdiciemos el tiempo pues nuestra vida útil es muy corta y en ese sentido el tiempo, que está ahí, implacable, nos pasa factura de acuerdo a nuestras conductas asumidas durante nuestra guía vital… NO PERDER el tiempo, es la consigna. Aprovecharlo al máximo, la mejor conseja, sin esperar que el tiempo nos dé la razón, pues cuando pensamos que ya lo entendemos, estaremos metidos en la urna por todo el tiempo.
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Y ESTO, es todo por hoy.
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MENTIRAS UNIVERSALES
“Mi amor, te amaré todo el tiempo”.
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DIOS los bendiga, ¿Saben?
VICTOR MATOS