Opinión

En la búsqueda de un pensamiento crítico

14 de julio de 2025

14 vistas

Hogan Vega y Dorli Silva

Recordar es vivir. Durante el año 2020, la humanidad se vio afectada por la pandemia de COVID-19; ello trajo una desconexión total de las rutinas de negocios, comercio, industrias, deportes, política, religiosas, redes sociales; se sintió con más fuerza en la educación. De allí que hablar de conexiones sociales en cualquier ámbito, en ese momento, es hablar de aislamiento, estancamiento, interrupción de la educación y volatilidad del mercado laboral. Por tanto, el sonido del COVID-19 sigue dañando a la población en general, especialmente a la juventud, la cual se ve afectada psicológicamente, por la pérdida de etapas fundamentales de su crecimiento y desarrollo, en torno a la interrupción de la educación y la desconexión de las rutinas mencionadas.

Por consiguiente, quienes se graduaron durante la pandemia aún pueden sentirse rezagados en sus carreras, por el vacío entre la formación presencial y la virtual, además de la pérdida de oportunidades de empleo para recién egresados, sin oportunidades para el desarrollo de habilidades, lo que obstaculiza las perspectivas profesionales futuras de estos jóvenes. Esto implica realizar un estudio de las pocas fuentes de empleo, para mejorar la formación y la búsqueda de un profesional con las competencias de un mercado absorbido por las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), para fortalecer las redes de protección social. Para empoderar a esta generación en la superación de la crisis y que alcance su máximo potencial, es necesario realizar una revisión del sistema educativo, desde la educación media hasta la universitaria.

La pandemia de COVID-19 generó una crisis que interrumpió tanto la educación como el empleo, lo que frenó abruptamente las carreras profesionales emergentes de los jóvenes y nubló sus esperanzas de futuro. Afectó, doblemente, a quienes se encontraban en transición hacia la edad adulta, al salir de la educación primaria, bachillerato o la universidad, para trabajar, y amenazó la estabilidad laboral de quienes iniciaban sus carreras durante el comienzo de la pandemia. Ésta provocó una brecha generalizada en la educación, a partir del cierre de las escuelas, liceos, universidades, hacia una transición rápida al aprendizaje virtual, al suspenderse las actividades presenciales. Esto dificultó, a los jóvenes, la adquisición de conocimientos, habilidades y cualificaciones esenciales; además agravó las brechas educativas existentes, en particular entre estudiantes de la capital, estados y municipios, cada vez más distantes del acceso a los servicios básicos, sin acceso digital confiable, ni apoyo para el aprendizaje.

En otras palabras, ¿qué se observa, actualmente, en las calles? A la juventud en la búsqueda de trabajo informal, solo para sobrevivir, y empleos por contrato temporal con bajos salarios y prestaciones sociales limitadas. La contratación de recién egresados disminuyó drásticamente, ya que las empresas cerraron o redujeron su producción al punto de equilibrio, solo para mantenerse activas. En consecuencia, es común encontrar estudiantes universitarios que, a pesar de su deseo de ser profesionales, carecen de las bases necesarias en asignaturas clave como matemáticas, castellano y literatura; lo más preocupante, en pensamiento crítico. A esto se suma una falta aparente de motivación para el estudio y una actitud que evade la responsabilidad académica.

Sin embargo, la problemática planteada es compleja y requiere de una atención urgente y un abordaje multifacético que involucre la mejora del sistema educativo, la transformación de las prácticas pedagógicas y el fortalecimiento de las condiciones socioeconómicas del país. En primer lugar, aplicar estrategias pedagógicas y de apoyo tales como evaluaciones diagnósticas iniciales, al implementar pruebas al inicio del semestre, para identificar las deficiencias específicas de cada estudiante en áreas como matemáticas, castellano y literatura, entre otras. Esto permitirá tener un panorama claro de las áreas que necesitan refuerzo. Por ejemplo, retomar los cursos propedéuticos o de nivelación, donde se ofrecen cursos intensivos antes del inicio del semestre o durante las primeras semanas, enfocados en repasar los fundamentos esenciales de las asignaturas críticas. Pueden ser obligatorios, para aquellos estudiantes que muestren deficiencias significativas en el diagnóstico. Asimismo, tutorías individualizadas o grupales, donde se establezcan programas donde estudiantes avanzados o profesores puedan ofrecer apoyo personalizado. Las tutorías grupales pueden fomentar el aprendizaje colaborativo y la resolución de dudas, en un ambiente menos intimidante.

En segundo lugar, fomento del pensamiento crítico, con la técnica del Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), al diseñar actividades y proyectos que requieran que los estudiantes analicen situaciones complejas, identifiquen problemas, propongan soluciones y justifiquen sus decisiones. Esto les obliga a ir más allá de la memorización y a aplicar el conocimiento. Otra técnica está conformada por los debates y discusiones en clase, que promueven la participación activa a través de temas relevantes, en los que se anima a los estudiantes a formular argumentos, escuchar perspectivas diferentes y defender sus puntos de vista con evidencia. Asimismo, con el análisis de textos y casos, al utilizar materiales que requieran un análisis profundo, no solamente la comprensión superficial. Puede ser literatura, artículos científicos, noticias o casos de estudio relacionados con su futura profesión, donde se les inspire a que identifiquen la idea principal, los argumentos de apoyo y las posibles falacias. Algo semejante ocurre con preguntas socráticas, al formularlas para que desafíen las suposiciones de los estudiantes y los animen a pensar más allá de lo superficial. Por ejemplo: ¿Por qué crees que X es así? ¿Qué pasaría si…? ¿Cómo podrías probar tu afirmación?

En tercer lugar, crear conciencia sobre la motivación y responsabilidad, mediante una conexión con la realidad profesional, al darle relevancia a las asignaturas y habilidades académicas en su futura profesión. Por ejemplo, la razón por la que las matemáticas son fundamentales para la ingeniería, o por qué una buena comunicación escrita es crucial en cualquier campo. Se invita a profesionales a dar charlas sobre cómo utilizan estas habilidades en su día a día. De esta manera se pueden establecer metas claras y alcanzables, con la ayuda de los estudiantes, para fijar objetivos a corto y largo plazo. Celebrar los pequeños logros puede aumentar su motivación y confianza; en este caso, la retroalimentación constructiva y frecuente ofrece comentarios específicos sobre su desempeño. Al destacar tanto sus fortalezas como las áreas de mejora, la retroalimentación debe ser oportuna y orientada hacia la acción.

En tal sentido, el fomento de la autonomía transfiere, gradualmente, la responsabilidad del aprendizaje a los estudiantes. Esto puede incluir la asignación de proyectos en los que deban investigar por su cuenta o la presentación de temas a sus compañeros, de forma que se consideren como contratos de aprendizaje. En algunos casos, se pueden establecer acuerdos formales con los estudiantes que especifiquen las expectativas, los plazos y las consecuencias del incumplimiento, lo que puede ayudar a fomentar la responsabilidad. En tal sentido, fomentar el uso de metodologías activas y lúdicas, que hagan el aprendizaje más dinámico y menos tedioso, como gamificación, proyectos en equipo, simulaciones o el uso de herramientas tecnológicas interactivas.

En cuarto lugar, es crucial, en los estudiantes, el desarrollo de hábitos de estudio, con talleres de técnicas de estudio, donde aprendan sobre gestión del tiempo, toma efectiva de apuntes, preparación para exámenes, lectura comprensiva y elaboración de resúmenes. En cuanto a la creación de un ambiente de apoyo en el aula, donde los estudiantes se sientan cómodos al hacer preguntas y buscar ayuda sin temor al juicio, es preciso el seguimiento constante y cercano del progreso de los estudiantes; se debe intervenir tempranamente si se detectan señales de desinterés o dificultades crecientes. Es fundamental recordar que este proceso requiere paciencia y empatía. Muchos de estos estudiantes pueden provenir de entornos educativos con deficiencias o no tener hábitos de estudio efectivos. La meta es guiarlos hacia la autonomía y el desarrollo de las competencias necesarias, para que sean profesionales exitosos y responsables. Para Bacon (1561-1626): “El pensamiento crítico es tener el deseo de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner en orden y el odio por todo tipo de impostura”.

¡Quieres recibir el periódico en la puerta de tu negocio!

1 Mes

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 5% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post 1 historia

Mensual
54.000 Cop

Pago único

Suscribirse

3 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 10% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
51.300 Cop

Pago único

Suscribirse

6 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 20% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    2 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
48.600 Cop

Pago único

Suscribirse