El cuerpo de monseñor Mario Moranta ya descansa a los pies del Cristo del Limoncito en la Catedral de San Cristóbal, pero antes de su entierro fue sacado en procesión por los alrededores de la plaza Juan Maldonado cómo un último adiós.
Así fue captado el momento del recorrido por el lente de nuestro reportero grafico Johnny Parra @johnnymolotov este 8 de agosto.














El cortejo fúnebre recorrió la plaza, ubicada frente a la Catedral de San Cristóbal, en un gesto de profundo respeto y amor por el pastor que guió la diócesis por un cuarto de siglo.
El ataúd, símbolo de la fe y el legado de Moronta, fue escoltado por un mar de personas que, con cánticos y oraciones, lo acompañaron en su último recorrido. La procesión fue un testimonio vivo del cariño que el pueblo andino sentía por su obispo, una figura que se ganó el corazón de la comunidad con su cercanía, su incansable servicio, y lucha contra las injusticias.
Bleima Márquez/ YR