Gustavo Villamizar D.
Sin ánimo de menoscabar la significación que tiene esta fecha en el mundo y en especial en el continente, el 12 de octubre tiene en el Táchira y por extensión en Venezuela, una trascendencia fundamental en la historia de industria petrolera en la nación: en esta fecha, 12 de octubre de 1878 se legalizó en san Cristóbal la Compañía Petrolia del Táchira, pionera de la producción del hidrocarburo en Venezuela. Manuel Antonio Pulido, José Antonio Baldó, Ramón María Maldonado, Carlos González Bona, José Gregorio Villafañe y Pedro Rafael Rincones, tachirenses unos y barineses otros venidos a recalar por estas tierras cordilleranas huyendo de los avatares de la Guerra Federal, fueron los firmantes de aquel histórico documento. Días antes, el 2 de septiembre de 1878 Manuel Antonio Pulido había realizado la declaración de una mina de hulla ante el Gobierno del Estado Autónomo del Táchira y al día siguiente, le fueron otorgados los derechos exclusivos para la explotación por 50 años, de 100 hectáreas en Cerro Negro y La Alquitrana, cerca de Rubio. El interés por esta iniciativa nació como consecuencia del terremoto del 18 de mayo de 1875 que devastó la ciudad colombiana de Cúcuta, sacudiendo también la región tachirense y provocó la aparición de “menes” –denominación que daban los pueblos ancestrales a los brotes espontáneos de petróleo- en las tierras de La Alquitrana.
Para dimensionar la relevancia de aquel acto y el proyecto que luego se puso en marcha, es bueno recordar que menos de 20 años atrás (1859) se había iniciado la explotación mundial del petróleo en Tuisville, Pennsylvania, EEUU. A esos campos fue a dar en 1879 Pedro Rafael Rincones, enviado como primer becario venezolano por la Petrolia del Táchira, con la idea de conocer la tecnología y los procesos de perforación, explotación y refinación del petróleo, además de seleccionar y adquirir para la empresa la maquinaria que sería trasladada desde aquellas tierras hasta el puerto de Encontrados en el sur del Lago de Maracaibo, estado Zulia y desde allí, luego de ser completamente desarmados, hasta La Alquitrana a lomo de mula y en carretas de bueyes. Se dice y perdonen la digresión, aunque sin precisión histórica -tarea que dejamos a los historiadores regionales- que Rincones en el tiempo que permaneció en aquellas tierras se apasionó con el base ball, cuyas grandes ligas se habían fundado en 1869 y adquirió también implementos para su práctica, los cuales vinieron a dar por estas tierras para sembrar este deporte pasión de los venezolanos.
Luego de grandes vicisitudes y no pocos contratiempos, la Compañía y su jefe técnico Pedro Rafael Rincones, obtuvieron su primer éxito con la puesta en producción del pozo llamado Eureka, cuya profundidad era de 60 metros. Desde entonces comenzó la extracción, refinación y mercadeo de sus novedosos productos. Se contaba con una planta de refinación que procesaba un aproximado de entre 12 y 15 barriles diarios de gasolina, kerosene, gasoil, aceite y también brea, alquitrán y otros derivados. Entre los productos el más demandado era el kerosene, insumo básico para encender las lámparas que comenzaron a iluminar las casas y haciendas de Rubio, Santa Ana, San Cristóbal y otras localidades, contando también con que los productos eran exportados a Cúcuta y el Departamento Norte de Santander en Colombia. La presencia de tan novedosos materiales energéticos fueron principales impulsores de la incorporación de tecnologías en otros rubros de la producción regional como el café y posteriormente, la instalación del Gran Ferrocarril del Táchira y pequeños sistemas de electrificación de las poblaciones del estado, hacia la última década del siglo XIX. La Compañía Petrolia del Táchira tuvo sus años de esplendor hasta los primeros 15 del siglo XX. Desde allí inició su declive hasta 1934, cuando el gobierno de Juan Vicente Gómez, alborozado por la gran feria de expoliación del país por las transnacionales del petróleo, decidió no renovar la concesión.
El 12 de octubre tiene una significación relevante para el Táchira y Venezuela, sobremanera para la historia del petróleo que definitivamente no se inició en 1914 con el reventón del pozo Zumaque I en el Lago de Maracaibo. Es necesario descolonizar nuestra historia y sanar esta injusticia histórica cometida contra una empresa estrictamente venezolana que contribuyó, sin duda, al bienestar de los connacionales. Hay que introducirla en forma inmediata en los programas de estudio y los textos escolares, incluso en los de la Colección Bicentenario, donde tampoco aparece. Promover concursos de investigación para escolares, jóvenes e historiadores, cada uno en su nivel, para dar a conocer este hecho fundamental de la historia económica y política de la región y el país. PDVSA, nuestra empresa petrolera nacional, podría contribuir mucho en ese empeño.