Infogeneral

Vuelve a escalar el salario, mientras “los precios se duplican a diario”

2 de mayo de 2019

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Por Daniel Pabón

Se trata del ajuste por decreto número 48 en dos décadas, en una política que acorta sus intervalos: de tres, se ha pasado hasta seis aumentos por año


¿Para qué rinden 2.167 bolívares diarios en Venezuela, durante un mes? Es la media que resulta de dividir en 30 partes iguales el nuevo salario mínimo nacional obligatorio más el cestaticket socialista mensual, recién fijados en 40.000 bolívares y 25.000 bolívares, respectivamente.

Entraron en vigor el 16 de abril, y no el primero de mayo como es tradicional. Esto es lo que precisa la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 6.452, fechada el pasado jueves 25 de abril y divulgada en imágenes, por primera vez, el pasado lunes en la cuenta de Twitter del constituyente Francisco Torrealba, presidente de la Comisión de Trabajadores de la Asamblea Nacional Constituyente, luego de tres días de cadenas de WhatsApp y rumores en redes sociales sobre la noticia más esperada de cada Día Internacional del Trabajador.

Al cierre de esta nota, el miércoles en la tarde, el documento no había sido publicado en los sitios web del TSJ o la Imprenta Nacional.

La publicación del constituyente Torrealba indica que vuelve a escalar el salario mínimo en Venezuela, tres meses después del ajuste de enero. Una práctica ya frecuente entre la población económicamente activa, que supera los 13 millones de personas (Encovi).

Han sido no menos de 47 los aumentos salariales decretados durante los últimos 20 años. De media, entre dos y tres por año. El que entra en vigor ahora sería el número 48 de la era revolucionaria.

El país, sin embargo, viene de un 2018 que mantuvo por segundo año consecutivo un récord en el número de incrementos del ingreso mínimo legal: seis, en 12 meses. Ocurrieron en enero, marzo, mayo, junio, agosto (este, en el contexto de una reconversión, la segunda en una década, que restó cinco ceros a la moneda) y diciembre. Un periodo que, a falta de datos públicos del Banco Central, se mantuvo bajo hiperinflación, o el alza de los precios en más de 50 % mensuales, de acuerdo con la Asamblea Nacional.

Miraflores, por su parte, ha atribuido el fenómeno a una guerra económica, calificada de criminal e inducida, orquestada por factores económicos y políticos nacionales e imperiales que atentan contra la estabilidad y la paz social de la nación. Esto, unido a sanciones y bloqueos financieros internacionales.

El más reciente sería el decreto presidencial de incremento de salario mínimo número 27 que firma Nicolás Maduro como jefe del Estado, durante el último sexenio. Cuando asumió, en abril de 2013, el ingreso mensual era de 2.047 bolívares (sin reconversión); casi lo mismo que ahora arroja el nuevo ingreso diario en promedio. Ese año hubo tres alzas, al igual que en 2014 y en 2015. A cuatro ascendieron los ajustes en 2016 y a seis llegaron, por primera vez, en 2017. Fue este último el año en el cual, según entendidos de la economía y revistas como The Economist, Venezuela debutó con la hiperinflación más alta del mundo.

Nace “ya irrisorio”

En Venezuela hay trabajadores que no se alegran por un aumento salarial, observa el economista y asesor financiero Aldo Contreras.

“En medio de la peor crisis económica de toda su historia, en medio de una devastadora hiperinflación que supera los 2.000.000 % interanual, sus ciudadanos saben que detrás de cada aumento salarial, y sin políticas económicas eficientes sumado a un cambio en el modelo económico, ningún aumento tendrá sentido, pues los precios se duplican a diario”, promedia el especialista.

La expectativa salarial de este primero de mayo era diversa. Algunos trabajadores y empresarios conjeturaban cifras más altas, pero, en un contexto de hermetismo, alcanza un nuevo monto que, en opinión de Contreras, resulta “ya irrisorio”, porque, a la fecha, con él “tan solo pueden comprarse dos kilogramos de carne o bien dos cartones de huevos”, ejemplifica, sin contar que en breve “el trabajador es consciente de que se pulverizará su poder de compra aún más”.

El consumo está cada vez más deprimido, afirma el economista, al calcular que este nuevo salario mínimo representa 7,70 en dólares mensuales a la tasa oficial Dicom, “con lo cual hoy más del 70 % de la población se encuentra en condiciones de pobreza, pues devengaría 0,25 centavos de dólar al día”. Según estimados del Banco Mundial una persona se considera pobre si gana menos de 1,39 dólares al día, coteja.

En este contexto la empresa privada procura planes de compensación que, de acuerdo con Contreras, están cada vez más orientados a bonos de transporte, alimentación o bolsas de comida, o bien salarios un poco más altos que rondan hasta los cuatro o cinco mínimos. En momentos de crisis económica, retener al talento humano resulta clave para el desarrollo organizacional.

“Ante todo esto, la dolarización y colombianización de los bienes y servicios ha sido la respuesta de ciudadanos y empresarios venezolanos, con el fin de mitigar los efectos de la hiperinflación y la constante devaluación del bolívar”, refiere Contreras, al recoger de la calle que cada vez sea más común pagar y cobrar en dólares o pesos colombianos.

Entre las soluciones, recomienda cambiar el modelo de controles y migrar hacia una economía de mercado, abierta, propia de los países en desarrollo, que devuelva las condiciones mínimas de sobrevivencia, poder adquisitivo y servicios.


¿Por qué no sube más?

Más de uno se ha hecho esta pregunta en voz alta por redes sociales. El economista y asesor financiero Aldo Contreras responde que el Banco Central ha decidido llevar a cabo una política monetaria en los últimos meses, que califica de “un tanto compleja”: ha implantado dos encajes legales que, sumados, ascienden a 157 %, “con la finalidad de algún modo de secar la economía de bolívares y, por otro lado, han suprimido casi por completo a la banca de la posibilidad de cumplir con su misión, como es prestar dinero, todo ello con el fin único de frenar el tipo de cambio (dólar), política que claramente no ha funcionado cuando la liquidez monetaria en manos del público ha variado más de 320 % en los últimos seis meses, dinero inorgánico que financia el déficit fiscal”.

Sobre el Petro, un bono con vencimiento a futuro o activo digital, según su libro blanco, este define su precio igual al de un barril de petróleo, es decir, 60 USD, por lo cual el valor del Petro a la fecha, usando las mismas teorías del BCV, se debería cotizar en Bs 312.120 al ser multiplicados por la tasa oficial Dicom (5.202 Bs/$). “Por tanto, el salario que se había anclado al Petro, diciéndose que se pagaría mínimo medio Petro, debiera ser de Bs 156.060”, calcula Contreras.

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