Cosas del Mundo

Se han perdido 15,8 millones de hectáreas de bosque tropical en todo el mundo en el último año

27 de junio de 2018

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El mundo perdió en 2017 tantos árboles tropicales como podrían caber en un país como Bangladés o en una superficie que doble el tamaño de Andalucía. En total han desaparecido 15,8 millones de hectáreas o, lo que es lo mismo: es como si se hubieran perdido 40 campos de fútbol cada minuto durante los 12 meses. Estos datos convierten al 2017 en el segundo año con los peores datos registrados en la pérdida de superficie forestal desde 2001. El peor fue el anterior, 2016, con 29,7 millones de hectáreas desaparecidas. Estos son los últimos datos recabados por la Universidad de Maryland y publicados este miércoles por la organización Global Forest Watch en el marco del Tropical Forest Forum de Oslo, un evento bianual organizado por el Gobierno de Noruega durante los días 27 y 28 de junio al que Planeta Futuro ha sido invitado.

Además de proteger la biodiversidad y proporcionar medios de vida humanos, los bosques también desempeñan un papel fundamental en el almacenamiento del dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. Los datos más recientes indican que las emisiones de la deforestación tropical representan alrededor del 11% de las emisiones anuales. Y de manera paralela, los bosques que aún permanecen intactos absorben hasta el 45% de todas ellas. Así, detener la deforestación y restaurar los bosques podría eliminar 7.000 millones de toneladas métricas de carbono cada año, que es el equivalente a neutralizar los efectos de 1.500 millones de automóviles, más que todos los que existen hoy en el mundo.

Restaurar los bosques podría eliminar el carbono equivalente al que producen 1,5 mil millones de automóviles

En este tiempo y con estos datos presentes se ha firmado el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También se han desarrollado numerosas alianzas globales para proteger los bosques, como el programa de la ONU REDD+para incentivar a los países a reducir las emisiones de carbono que provienen de la pérdida de árboles, cuyo impacto se va a estudiar también en este foro internacional. Pero, pese a los compromisos asumidos tanto por Gobiernos como por empresas, la pérdida de cubierta arbórea y la deforestación han aumentado ininterrumpidamente en los últimos 17 años. Los desastres naturales como los incendios y las tormentas tropicales desempeñan un papel cada vez mayor, especialmente a medida que el cambio climático los hace más frecuentes y severos. «La tala de bosques para la agricultura y otros usos sigue impulsando la deforestación a gran escala», han advertido los autores del informe.

Proteger, restaurar y administrar árboles podría contribuir a evitar los peores impactos del cambio climático. Sin embargo, los bosques del mundo, especialmente los tropicales de América Latina, el sudeste de Asia y África Central están cada vez más amenazados por la producción en constante expansión de soja, ganado, aceite de palma y productos de madera.

El informe califica los datos presentados hoy de «nefastos» y «alarmantes». «Estamos fuera de tiempo», ha advertido Carlos Nobre, uno de los mayores expertos en clima del mundo, durante una rueda de prensa previa a la inauguración del Forum. «Existen signos preocupantes de que los trópicos no van a continuar comportándose como hasta ahora, recogiendo tanto carbono de la atmósfera. No está garantizado en el futuro, así que no podemos actuar despacio, necesitamos cambios inmediatos y no tenemos 30, ni 50 ni 100 años para hacerlo. Esto es urgente y obligatorio», ha demandado.

Aunque la conservación forestal podría proporcionar casi el 30% de la solución para limitar el aumento de la temperatura global a dos grados, solo el 2% de la financiación para asuntos relacionados con el clima se destina al sector forestal

Los autores de la investigación señalan estas cifras como la prueba de que los esfuerzos actuales para reducir la deforestación son insuficientes. «Aunque la conservación forestal podría proporcionar casi el 30% de la solución para limitar el aumento de la temperatura global a dos grados, solo el 2% de la financiación para asuntos relacionados con el clima se destina al sector forestal», ha denunciado la experta forestal del World Resources Institute Frances Seymour, al tiempo que ha pedido mayor implicación por parte de los Estados.

Colombia, caso dramático

El país que ha sufrido la pérdida más dramática en 2017 es Colombia: más de 400.000 hectáreas, un 46% más que en 2016 y más del doble de su tasa desde 2001. Casi la mitad de la desaparición de su cubierta forestal tuvo lugar en las regiones de Meta, Guaviare y Caquetá, las tres limítrofes con la Amazonia. Además, se han detectado nuevos focos de pérdidas que avanzan hacia áreas que hasta ahora permanecen intactas. El informe señala la relación de este empeoramiento con la llegada de la paz al país tras un conflicto que duró más de 50 años y, en concreto, con la expulsión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de grandes superficies de bosques que controlaban anteriormente. «Las FARC mantuvieron un estricto control sobre el uso de la tierra y apenas permitieron el uso comercial de los recursos. Con la desmovilización, surgió un vacío de poder que condujo a la tala ilegal de pastos y coca por parte de otros grupos armados», indican los expertos, que añaden que la especulación de la tierra se está produciendo de manera «desenfrenada» porque parte de la población ocupa y deforesta nuevas áreas con la esperanza de obtener un título de propiedad de la tierra en virtud de la próxima ley de reforma rural, un componente clave del Acuerdo de Paz.

Además, los expertos creen que las rutas de las FARC que daban acceso a esas áreas forestales remotas ahora han quedado abandonadas y están siendo expandidas por algunos gobiernos regionales con la idea de promover el desarrollo.

No obstante, los autores del informe también señalan los esfuerzos del Gobierno colombiano para frenar la destrucción de los bosques. Destacan que la Corte Suprema ordenó recientemente que se controle la deforestación en el Amazonas y, además, que el Ejecutivo ha cancelado un importante proyecto vial que conecta a Venezuela y Ecuador, ha destruido varias carreteras ilegales, ha ampliado el Parque Nacional Chiribiquete en 1,5 millones de hectáreas y ha lanzado la iniciativa Green Belt para proteger y restaurar un corredor forestal de 9,2 millones de hectáreas.

Brasil, una mejora muy insuficiente

La pérdida de cobertura de árboles en Brasil sigue siendo alta en todo el país y en 2016 alcanzó su máxima tasa de deforestación, pese a que en 2017 se produjo una ligera mejoría. Los incendios en la Amazonia, que sufrió el año pasado más que desde que se empezaron a realizar registros en 1999, causaron la desaparición del 31% de la cobertura arbórea, según los datos de la Universidad de Maryland, que los ha localizado principalmente en los estados de Amazonas, Mato Grosso, Pará, Rondônia y Roraima.

Si bien el sur de la Amazonia sufrió una sequía en 2017, casi todos los incendios en la región fueron perpetrados por personas con intención de despejar la tierra para destinarla al pastoreo o a la agricultura. La falta de aplicación de las normas que prohíben los incendios y la deforestación, la incertidumbre política y económica y el retroceso en la protección ambiental por parte de la administración actual son las razones que los investigadores achacan a este aumento. Estos, además, han mostrado su preocupación porque la degradación y los incendios en la Amazonia «se están convirtiendo en la norma». «El cambio climático combinado con la deforestación causada por los humanos está aumentando la prevalencia de la sequía, haciendo que el paisaje sea más vulnerable a los incendios», alertan.

Indonesia, esperanzadora

A diferencia de la mayoría de los países con bosques tropicales en su territorio, Indonesia ha experimentado una caída en la pérdida de la cubierta arbórea en 2017, con una disminución del 60% en la pérdida de sus bosques primarios en las provincias de Kalimantan y Papúa. No hay que perder de vista, no obstante, que en algunas provincias de Sumatra aún han registrado importantes pérdidas, como las 7.500 hectáreas desaparecidas del Parque Nacional Kerinci Sebat.

Para los investigadores es probable que la disminución se deba en parte a la moratoria nacional de drenaje de turba, vigente desde 2016. La pérdida primaria de bosque en áreas de turba protegidas disminuyó en un 88% entre 2016 y 2017, alcanzando el nivel más bajo jamás registrado. Además, el país no sufrió en 2017 el fenómeno El Niño, por lo que las condiciones fueron más húmedas y eso ayudó a que hubiera menos incendios que en años anteriores. «Las campañas educativas y el aumento en la aplicación de las leyes forestales por parte de la policía local también han ayudado a prevenir la destrucción de tierras mediante incendios», apuntan los expertos, cuyo optimismo es moderado. «Solo el tiempo y otro año de El Niño revelarán si estás políticas son realmente efectivas», observan.

República Democrática del Congo alcanza máximos

La pérdida de la cobertura arbórea en la República Democrática del Congo alcanzó máximos en 2017, con un 6% más que en el año anterior. La agricultura, la tala artesanal y la producción de carbón fueron las principales actividades causantes, y cerca del 70% de estas se llevaron a cabo en áreas agrícolas. Si bien los investigadores aclaran que la agricultura migratoria no tiene por qué estar necesariamente relacionada con la expansión de esta actividad hacia el bosque primario, sí es cierto que las poblaciones en crecimiento pueden intensificar las prácticas agrícolas, reduciendo así los períodos de barbecho donde los árboles vuelven a crecer naturalmente. El análisis también mostró que el 3% de la pérdida total de cobertura arbórea ocurrió en áreas protegidas y el 10% en concesiones de explotación maderera.

El informe alerta de que, aunque durante los últimos 16 años, la República Democrática del Congo ha suspendido las nuevas concesiones industriales de tala, el Gobierno las restableció a dos compañías en 2018. Pero hay más: la moratoria se aplicó solo a la tala industrial, pero la tala artesanal, a menudo ilegal, también se ha disparado. «Dadas las crecientes tendencias observadas en 2016 y 2017, es fundamental que la República Democrática del Congo avance con la mejora de la planificación del uso de la tierra, aplique la legislación forestal y mejores prácticas de gestión», recomiendan los expertos.

(El País)

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