Cultura

Huellas en permanente eclosión

22 de febrero de 2023

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Aunque su dedicación a la publicidad en vallas y la construcción de alguna manera obligó a la aplicación de su pasión por la plástica, la entrega plena de Pablo Botero Ochoa es de reciente data, y ha dado buenos frutos, tantos que su obra ha cubierto los espacios de la galería Ulacio Sandoval del Ateneo del Táchira.

Freddy Omar Durán

El informalismo, no solo renuncia a la representación, al menos desde un sentido directo, o como intención del pintor, sino que cambia radicalmente la perspectiva del autor frente a la superficie a intervenir. En este sentido, el artista es el depredador que acecha su presa, en este caso el inmaculado soporte, y le lanza su violencia pictórica, hasta que una profunda intuición detiene su mano de verdugo.

Al final queda algo así como una huella, pero muy lejos está la misma de ser un capricho, y de alguna manera el espectador lo debe sentir, algo primigenio se ha plasmado, algo que antecede a toda forma, o que da lugar a que el acto transformador corra por cuenta del ojo que observa.

Así lo logra Botero, con sus piezas de grandes formatos, aunque como el artista invitado para este febrero y marzo, lo que trajo para el Ateneo del Táchira, entre los 2 y los 4 metros cuadrados resulta término medio para con los que le gusta trabajar, de mayores dimensiones, a las que admite difícil es buscarles la pared correcta.

Deja al espectador en libertad para que juzgue lo que en apariencia brota en su campo visual; pero podríamos llegar a cierta convención de que en algunos cuadros algo cósmico se cuece; mientas que en otros la exuberancia es más orgánica.

Aunque no hay una delimitación marcada con rótulos, en la exposición Estallidos Siderales se pueden apreciar varias etapas, basadas en las ya anotadas variantes, a las que se agrega una de corte más minimalista, y que para gusto del artista, resulta muy satisfactoria, en el que el rojo, el blanco y el negro se integran en una desapacible dialéctica.

Rojo sangre o rojo fuego; negro tierra o negro ausencia; blanco pureza o blanco, suma de todos los colores, blanco desamparo, blanco como necesidad de compañía. Las posibilidades son infinitas.

4ª Individual

—Es mi cuarta individual. La primera fue en ExtremeArt de Jorge Belandria, por el año 2019, y luego vinieron dos en la Biblioteca Tulio Febres Cordero (2020 y 2021). Participé en varias colectivas, una de ellas en el Ateneo del Táchira, en Preocuparte, actividad que se hizo en apoyo de la institución cultural; otra en el Mavet, y la Galería Manuel Osorio Velasco, de la Dirección de Cultura, y otra en el Sambil, que fue una convocatoria en la cual resulté ganador— nos explicó Botero.

Por más de 40 años se ha dedicado a la publicidad exterior y a la construcción a partir de estructuras metálicas, una actividad empresarial cuya visibilidad y grandilocuencia se compara a lo que sus cuadros quieren alcanzar.

Además de ser pintor, se ha unido a Oswaldo León, para a través de una fundación darle al arte mayor proyección dentro de la sociedad tachirense. Él, quien viene con una experiencia de galerista en Barquisimeto, fue también quien vio sus dotes de artista y lo animó para darse a conocer entre el colectivo tachirense, e incluso, en espacios internacionales. No obstante sus primeros reconocimientos como artista vienen desde los 11 años -hoy tiene 72-, cuando fue elegido en una convocatoria nacional para escoger la mejor tarjeta navideña. Desde entonces es un apasionado del diseño gráfico y el dibujo.

—Oswaldo León creo una fundación en San Cristóbal que se llama Fundatualcance, y él es el presidente y yo el vicepresidente, y se dedica a fomentar el arte entre la gente joven, a recuperar espacios perdidos, a dictar talleres, y también hemos realizado donaciones de obras a instituciones  del estado— anotó Botero.

La baja en la actividad económica del país y la pandemia fueron oportunidades, que Botero, ya avanzados los 60 años, aprovechó para resolver un asunto pendiente con la plástica, y cuando compartió lo hecho con sus amigos, vislumbró un interesante futuro como artista.

— Hay un momento en que la obra te dice deténgase, y a veces me ha ocurrido que me pase de color, de algo y entonces no me gusta la obra y la he tapado. Cuando la ve mis cuadros puede decir que capta como un cementerio, o es un submarino sumergiéndose en el fondo del mar, o determinado animal. Cada quien ve una cosa diferente, se sujeta la imaginación de cada persona, e incluso potencia esa capacidad de espectador— concluyó Botero.

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