Cultura

Sencillo homenaje para reconocer trascendencia del Instituto Gregg

12 de mayo de 2023

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Freddy Omar Durán

 

Con sencillos actos se puede rescatar a un pueblo del olvido, y uno de esos acontecimientos envueltos más de emoción que de formalismos, ocurrió la semana pasada en el edificio Sao Bento de Barrio Obrero.

Fue la ocasión para abrir una página de la  historia de la educación en el Táchira, la del Instituto Greg, fundado un primero de mayo de 1940, y que durante mucho tiempo formaba a todos aquellos con deseos de formarse en contaduría y secretariado técnico, esta última una profesión casi desaparecida, pero en un tiempo de gran demanda laboral.

Por aquel entonces en San Cristóbal, por no decir en el Táchira, quien deseaba aprender una profesión debían retirarse a Mérida, a Caracas o al exterior, eso dependiendo de las posibilidades económicas de cada familia y su estrato social.

Su fundador fue Manuel Alberto Clavijo López, quien mereció un apoteósico funeral en el año 1965, al cual se abocó una muchedumbre que supo reconocer en él a una persona que dio grandes aportes a la educación tachirense.

Pero Clavijo no fue solo “profesor”, de hecho, en aquel entonces esa palabra se usaba con orgullo como título profesional: se destacó como periodista, contador, poeta, artista plástico, y un apasionado socio del Club de Leones.

Para el aniversario de un instituto extinto en sus actividades académicas y en su locación, otrora ubicado en la Quinta Avenida entre calles 10 y 11, cuyo aspecto arquitectónico aún se conserva, aunque con modificaciones cuando se amplió la entonces carrera 5; pero no extinto de la memoria de muchos sancristobalenses, se rindió homenaje a su más antigua egresada, Doña Isabel María Martínez de Osorio, de 90 años, y madre del siempre recordado caricaturista Jairo Osorio.

En tal homenaje hubo un reconocimiento por parte de Intamujer, entregado por su titular Yolimar Hernández, con su respectivo ramo de flores, y también del Cronista de San Cristóbal, el historiador Luis Hernández Contreras, quien dio ilustró a los presentes sobre la relevante trascendencia del Instituto Greg.

Hernández celebró en sus palabras al esfuerzo de esta mujer que se graduó en el Gregg por el año 1952, y desde entonces abandonó sus estudios para retomarlos  muchas décadas después, graduándose a los 80 años de licenciada de Gestión Ambiental, 6 décadas después de haberlo hecho en secretariado comercial.

Un encuentro por gloria del azar entre los familiares del profesor Clavijo y esta mujer de la tercera edad, quien se llenó de emoción al recordarle, y sacó del baúl de los recuerdos una foto y una copia del título, dio pie para la realización de este acto entre amigos.

Un accidente cerebrovascular le mermó su capacidad de habla; pero su intensa risa, cada vez que escuchaba o veía algo que la hacía remontar a su pasado, valía más que mil palabras. Con noventa años a cuestas, disfrutó como una niña en una piñata de la velada y también de la memorabilia confinada en tres “capsulas del tiempo” adaptadas en las escaleras del centro comercial y una zona destacada del segundo piso. Estas vitrinas de alguna manera hacen de Sao Bento, un museo no declarado, solo comparable en el Táchira, al Museo de los Recuerdos de la Humanidad en La Grita.

Capsulas del tiempo que se nutrió con lo que Leony Clavijo, pudo rescatar al cerrar la institución a finales de los años 70, y que alimentó con objetos de la familia e incluso donaciones de otros conocidos.

Si bien aún hay testimonios vivientes de la vida y obra Manuel Alberto Clavijo López, así como reseñas en diarios de la época y un poco después, un vistazo a sus objetos personales nos dicen mucho más: una gran  máquina de escribir, cámaras de todo tipo, incluso una minúscula tipo espía, una filmadora, una proyectora, sellos, llaves, el carnet de periodista, el carnet de contador, sellos, radios y hasta elegantes alcancías metálicas, cuando se podía ahorrar en efectivo y el mismo no perdía valor tan rápidamente. Artefactos y tecnologías que buscaban ser tan útiles, como duraderas y poseedoras de una aspecto sólido y bello al mismo tiempo.

Algunos de esos objetos dicen mucho más de su dueño, como por ejemplo sus credenciales profesionales, un comunicado del entonces presidente del Táchira Leonardo Ruiz Pineda, numero como el segundo emitido por su despacho luego de posesionarse del cargo, y un cuaderno llenado completamente con una minúscula, pulcra y elegante letra, que incluso, sin plantillas, disponía de tipografías especiales para la titulación.

Convocatoria a egresados

Como expresó a los presentes, la organizadora  del acto conmemorativo, Leony Clavijo, la idea es que muchos más egresados se incorporen a otros eventos similares. Ese día además de Doña María se hicieron presentes dos de sus exalumnos, uno de los cuales, Rosa Mora, por casualidades del destino, coincidiría en el lugar, al cual visitaba para recorrer el centro comercial, allí establecido desde hace 7 años.

Una feliz coincidencia pues sorprendió a los asistentes con la interpretación del himno del Instituto Greg, algo de los cual ni la familia del fundador, contaba con registro alguno.

Escuchar «Juventud vigorosa y triunfante, que del Gregg levanta este pendón. Nuestro orgullo se apoya en la ciencia (…) de la América próspera y libre surge el templo del bien y el saber. Instituto que siembra cultura (…)”, marcó un emotivo momento; en contraste con la acertada exposición del Cronista de la Ciudad que sacó a luz aspectos de la educación regional prácticamente desconocidos por la gran mayoría de los sancristobalenses.

Mora recordó emocionada que estuvo entre el grupo de estudiantes que tuvo la penosa tarea de recibir su cadáver, en septiembre de 1965, luego de morir en Caracas mientras recibía un tratamiento médico, y le hizo guardia de honor a su féretro, desde el cual vio un circunspecto rostro que no olvidará jamás.

“Él se sentaba conmigo y no me dejaba hasta que yo cuadrara bien los balances de contabilidad. Era fuerte, pero enseñaba. «A mí la contabilidad no me gustaba, pero mama y papá insistieron que la aprendiera, lo cual yo siempre les agradezco. Qué casualidad que vengo al centro comercial y los veo reunidos y de pronto me encuentro con esa máquina de escribir y me digo “el Profesor Clavijo” y me dio un sentimiento. Una vez pasé por la Quinta Avenida, vi la sede y cómo me entraron ganas de volver a entrar para recorrer esos salones” confesó emocionada.

Pero el sostén moral del Instituto Gregg no solo estuvo en este personaje venido de la ciudad de Pamplona, pues en el mismo jugó un gran papel su esposa Ysabelita Sánchez de Clavijo, quien estuvo en la dirección de entidad académica, hasta el cierre definitivo en 1975.

Con el título en la mano, cuyo diseño es una bella pieza art decó surgida de la propia pluma de Manuel Clavijo, recordó a Doña Ysabelita como una mujer “que no era brava, pero siempre decía la verdad”.

Alborada de la educación superior

Antes de la aparición de Universidad Católica del Táchira, por el año 1962, las opciones educativas posteriores al bachillerato, de los jóvenes tachirenses eran para los cuarenta y cincuenta o el Instituto Alberto Adriani, de carácter público, o el Instituto Gregg, de carácter privado.

Esto lo trajo a colación el Cronista de la Ciudad, Luis Hernández Contreras, quien además reconoció a Regina de Velásquez, madre del expresidente Velásquez, y a Cecilia Ferrero Tamayo,  como pioneras en estudios de comercio por los años 30.El español José Saénz Soto  siguió por el mismo derrotero, y bajo su tutela se formó Manuel Alberto Clavijo,  comenzándose así a plantear alternativas para los estudiantes que salían egresados del liceo Simón Bolívar, exclusivo en educación secundaria hasta que en el año 1962 se fundó el Instituto Pedro María Morantes.

“Gente como Manuel Clavijo  son más tachirense que los que nacimos acá, porque tuvieron la buena voluntad de quedarse acá y contribuir al desarrollo de la ciudad. No es un tesoro de recuerdos lo  que está en este edificio, sino es una lección de cómo se le sirvió a una sociedad, de cómo se marcaron los derroteros para comparar lo que somos hoy y lo que fuimos ayer» anotó Hernández

 

 

 

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