Más de 200 migrantes quedaron varados en Peracal
Jonathan Maldonado
La frontera, y en especial el eje San Antonio-Ureña, estuvo aislado del resto de la entidad andina durante los cuatro días de cierre de los pasos internacionales que conectan a Táchira con Norte de Santander.
Desde el jueves 22 de mayo en la noche, hasta finalizar el lunes 26, el ingreso al municipio Bolívar estuvo fuertemente restringido a la altura de Peracal, donde los funcionarios atravesaron obstáculos que impedían a los vehículos, provenientes de Rubio o San Cristóbal, entrar a la zona.
“No me explico la razón de esa medida. Que yo sepa, San Antonio y Ureña siguen siendo territorio venezolano; no deberían limitar la circulación ni de carros, motos ni peatones”, subrayó Alfonsina Ramírez, habitante de la Villa Heroica, como también se le conoce a San Antonio.
Otro problema que padecieron los residentes de frontera, por más de 96 horas, fue la ausencia de unidades suburbanas, que cubren la ruta San Cristóbal-San Antonio, viceversa, y Rubio-San Antonio, viceversa.
Los andenes del terminal de pasajeros se mantuvieron vacíos. Los trabajadores del puerto terrestre no percibieron ganancias durante cuatro días. «Urge que abran la frontera. Estamos parados y eso golpea mucho nuestros bolsillos», indicó Gerson Suárez, trabajador.
El analista en temas de frontera William Gómez estimó que en más de 56 millones de dólares se sitúan las pérdidas en frontera a casa del cierre por las elecciones, enfocándose en los sectores comercial (Área Metropolitana de Cúcuta y Táchira), intercambio comercial binacional aduanero y transporte público de pasajeros transfronterizo.
A la intemperie y cocinando a leña
Decenas de viajeros estuvieron varados en el punto de control de Peracal, en el municipio fronterizo Bolívar, desde el pasado viernes hasta finalizar el lunes, lo que los obligó a dormir a la intemperie y cocinar a leña.
En los grupos familiares había varios niños. El escenario para estos migrantes fue muy complicado por el cierre de frontera, que incluyó restricción para el ingreso a San Antonio del Táchira, a la altura de Peracal.
Jorge Santos llegó a Peracal, proveniente del estado Trujillo, el viernes a las 11:00 a.m. Desde ese día y hasta este lunes, tuvo que dormir, con otras personas, en el porche de una casa.
«Para uno como adulto fue rudo, pero más rudo fue para las mujeres que trajeron a sus niños, porque el poco dinero que uno traía nos lo gastamos en comida», lamentó quien va migrando hacia El Huila, en Colombia.
Otro grupo se hallaba cocinando a leña a un costado de la vía: “Estamos cocinando para 13 personas. La prioridad se la damos a los niños, luego nosotros”.
Las ollas, algunos vecinos las prestaron, otras las llevaban en sus maletas los migrantes. Se estima que alrededor de 200 personas estuvieron a la espera de que abrieran la frontera para seguir con su ruta migratoria. La mayoría se va a establecer en el vecino país.
Elizabeth Cabezas estaba en otro porche con un grupo de al menos 10 migrantes. Aseguró que llegó a Peracal el jueves 22 de mayo. “Fue muy duro para todos, ya que lo poquito que traíamos lo agotamos, ya no tenemos para comer”, señaló, agradeciendo a la dueña de una bodega por la ayuda que les brindó.
«Hay gente que nos trajo un cafecito porque teníamos más de cuatro días acá. Los niños se sintieron muy agotados», destacó quien llegó a la frontera, procedente de Puerto La Cruz.
Canal humanitario
Con el cierre de frontera, las restricciones para entrar a San Antonio y la ausencia de transporte público, los funcionarios apostados en la aduana principal activaron, durante los cuatro días, el canal humanitario.
Por el corredor, pudieron ingresar a Colombia más de 1.000 pacientes renales, oncológicos y cualquier otra patología o cita que revistiera emergencia. Una doctora, con su personal y la colaboración por parte de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y Migración Venezuela, se encargó de revisar las citas médicas.
Los trabajadores, estudiantes y viajeros no pudieron emplear el canal humanitario. Hubo gente que se la ingenió, pagó la suma exigida y cruzó por las trochas con una ruta algo enlodada por las lluvias.
Atolladero en frontera
La Redoma del Cementerio y parte de la avenida Venezuela, en San Antonio del Táchira, estuvieron convertidas este martes 27 de mayo en un atolladero ante la cantidad de vehículos que ingresaron a la zona para acudir a la ciudad de Cúcuta, luego de cuatro días de cierre por los comicios en Venezuela.
La circulación de vehículos estuvo muy lenta. Los conductores manifestaron su molestia con la activación de sus cornetas. La lluvia de las últimas horas hizo más ralentizado el tránsito.
Conductores pidieron que se agilizaran los controles en ambos lados de la frontera para evitar las dilaciones que retrasan las diligencias de muchos.
Los puentes internacionales se mantienen operativos por 15 horas (de 6:00 a.m. a 9:00 p.m.), excepto el Atanasio Girardot que cierra tres horas después, a la medianoche.
La reanudación del tránsito binacional fue puntual, justo a las 6:00 a.m.