Frontera

Es reactiva y no estratégica la atención a la crisis migratoria venezolana

9 de octubre de 2019

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La crisis humanitaria venezolana es una crisis del siglo XXI con una respuesta del siglo XX. Es uno de los aspectos destacados del informe “Comunicación, participación comunitaria y migración: desafíos de la crisis de Venezuela”, presentado esta semana por la organización europea Development and Humanitarian Learning in Action (DAHLIA).

Destaca el informe que la respuesta dada por las instituciones humanitarias internacionales ha sido básicamente reactiva, “asistencialista y no estratégica, ignorando los principios de la rendición de cuentas a las poblaciones afectadas y su participación”, lo que limita el impacto positivo que este apoyo pueda tener en los migrantes forzosos venezolanos. Tampoco se toma en cuenta la experiencia internacional humanitaria obtenida desde el 2005 en otras crisis y que pudiera ser aplicable en esta situación.

Para DAHLIA, los caminantes son un caso específico de vulnerabilidad. Personas que caminan hasta 16 horas diarias por periodos promedios de 13 días, desde la frontera colombo-venezolana, hasta la frontera colombo-ecuatoriana, en su ruta al sur del continente.

Estima la organización en su informe que las acciones de las agencias de ayuda humanitaria para la atención de los caminantes son limitadas, estratégicamente débiles y mal financiadas por el flujo informal de población y la falta de un control efectivo. Esta situación se extiende a los 77 puntos de atención que DAHLIA identificó en Colombia para la atención de caminantes y que son administradas por ONG, Gobierno, Iglesia y privados, entre otros.

“Como consecuencia, se produce cobertura irregular, la falta de presencia permanente en el
terreno y la ausencia de una respuesta integrada”. Otro de los elementos que forman parte de la crisis migratoria venezolana es la falta de información para el migrante. En primer lugar, desde Venezuela, el migrante generalmente llega a la frontera con un conocimiento mínimo sobre geografía, vías, instituciones de apoyo, instituciones del Estado colombiano, entre otras.

Y una vez en Colombia la situación no cambia. No hay un esfuerzo organizado de las
organizaciones públicas y privadas destinadas a la atención del caminante sobre sus derechos, logística, riesgos, zonas peligrosas, temas legales, administrativos, entre otros.
“Organizaciones entrevistadas, incluyendo asociaciones de abogados involucradas, y
coordinadores de albergues entre Cúcuta y Bucaramanga, denuncian el aumento de
deportaciones de migrantes a lo largo de la ruta por desconocer la normativa migratoria
colombiana y no haber recibido la información adecuada”.

Señala el informe que no existe un sistema unificado y gratuito para canalizar las quejas,
demandas y necesidades de los migrantes. Cada agencia se preocupa por promover sus
canales de comunicación, pero no hay un sistema que centralice este aspecto. Tampoco
existen mecanismos para enfrentar los rumores o desinformación, deliberada o no, sobre los migrantes, lo que puede generar en la población receptora fenómenos como la xenofobia y la estigmatización. Asegura el informe que “es necesario trabajar a fondo y de manera sistemática el tema de los rumores y de la desinformación, que envenenan la situación y provocan polos de violencia, como fue el caso en Ibarra (Ecuador)”.
“A lo largo de la ruta existen puestos de información para los migrantes. Sin embargo, la falta de armonización de los mensajes, la multiplicidad de mecanismos asistenciales (refugios apoyados por diferentes entidades, variedad de puestos de información de ACNUR, Cruz Roja, IOM, ONG o del Gobierno del país) y la unidireccionalidad de la información, han afectado a la credibilidad, aceptación y utilidad de la misma por parte de los migrantes”.

DHALIA, en su informe, señala que no hay rendición de cuentas de los fondos movilizados para la atención de la crisis y esto afecta también la credibilidad de la acción humanitaria. “Tanto la sociedad civil de los países receptores, como lo propios migrantes, reclaman esta rendición de cuentas, según lo manifestado en nuestras entrevistas”.

Tampoco existe un mecanismo de incorporación, de manera formal en la estrategia de
atención a la crisis, de iniciativas privadas como los refugios y voluntarios de la sociedad civil, conformándose, en algunos casos, con darles un apoyo asistencial para ser distribuido entre los migrantes.

“Esta situación hace que algunos albergues, como es el caso de los visitados entre Pamplona y el Páramo de Berlín, gestionados por colombianos y venezolanos establecidos en el país, se están planteando cerrar por falta de inclusión al nivel más global de la respuesta”. (AlansPeralta/Xendero)

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