La Parada, en Colombia, se ha convertido en el punto de rebusque de muchos venezolanos. Las aceras y parte de la carretera de la zona comercial, cada día lucen más atestadas de vendedores informales.
Franklin Padilla, de 25 años y oriundo de Aragua, llegó hace siete meses a la localidad neogranadina con su esposa. Pese a tener problemas con la movilidad de sus piernas, todos los días sale a vender afeitadoras en su silla de ruedas.
Lo más difícil para Padilla es lograr reunir el dinero del alquiler. “Mi esposa vende café”, precisó.
Jonathan Maldonado (@ponchogocho)