Frontera

Múltiples casos frente a un paso limitado

18 de junio de 2021

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EL DATO

La ralentización en el paso sigue siendo otra de las quejas de la ciudadanía, además de la poca flexibilización


Jonathan Maldonado


En la avenida Venezuela, en San Antonio del Táchira, a la altura de las vallas metálicas, convergen a diario ciudadanos de diversas zonas del estado Táchira. Los mueve la necesidad de acudir al vecino país, Colombia, para ser atendidos sanitariamente. Los casos son variados, mas no las posibilidades de cruzar el puente internacional Simón Bolívar.

Más de 12 días lleva el paso preferencial registrando restricciones. Los que van por la primera dosis contra la covid-19 no pueden emplear el canal, solo lo hacen quienes asisten por la segunda dosis o quienes presentan casos oncológicos, renales, VIH o vacunación para niños. Pese a ello, otras patologías siguen arribando, con la esperanza de conseguir el “siga adelante”.

El equipo reporteril de La Nación pulsó los motivos que empujan a muchos de los que se acercan a la avenida para atravesar el puente y cruzar hacia la hermana república. Las respuestas fueron diversas y las solicitudes, por parte de los encuestados, se centraron en que haya más flexibilización.

María Solarte, de 63 años, tenía en Cúcuta una cita para medicina integral. Aunque no está entre los casos que pueden pasar por el tramo binacional, acudió a la avenida y cruzó hacia la Aduana Principal de la ciudad para exponer su caso.

María Solarte, de 63 años. (Foto: Jonathan Maldonado)

“Vine la semana pasada y no me dejaron pasar. En esa oportunidad, me fui por las trochas; renové la cita y hoy vengo a intentarlo una vez más por el puente”, resaltó Solarte, con la fe puesta en un “sí” por parte de los uniformados de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).

“No puedo perder la cita. Yo tengo cédula colombiana y todos los papeles en regla”, prosiguió la sexagenaria, mientras dejaba claro que, si la negativa persiste por el paso preferencial, volvería a los caminos verdes, donde la ruta se hace más larga y algo sinuosa, por la inestabilidad del terreno.

“Voy por la segunda dosis”

Rosa Rueda, de 88 años, habitante de la ciudad de Ureña, debe trasladarse hasta San Antonio del Táchira, en compañía de sus familiares, específicamente de sus hijos, en vista de que por el puente internacional Francisco de Paula Santander no está habilitado el canal humanitario,

“Voy por la segunda dosis a Colombia”, soltó la dama mientras resaltaba que todas las veces que ha necesitado pasar por el puente Simón Bolívar lo ha conseguido, sin problema alguno. “No nos han puesto trabas para ingresar”, acotó, ajena a los últimos acontecimientos registrados en el paso.

Hace aproximadamente un mes, fue la última vez que la octogenaria, quien goza de una salud inquebrantable, estuvo en Colombia. “Pido a las autoridades que se pongan la mano en el corazón y dejen pasar a todo aquel que lo requiera por cuestiones de salud. Esto es un canal humanitario”, recordó, para luego aconsejar a la ciudadanía no trasnocharse ni tomar licor.

“Voy a ver si me dejan pasar”

Rosa Rueda, de 88 años. (Foto: Jonathan Maldonado)

Mauricio Jaramillo, de 50 años, acostumbra acompañar a su madre para que cruce el puente y cumpla con las consultas médicas en Colombia.  En esta oportunidad, lo movía un interés más personal: ir a aplicarse la primera dosis contra la covid-19.

“Voy a ver si me dejan pasar”, dijo el caballero, al tiempo que aprovechó la ocasión para enviarle un mensaje al Gobierno de Venezuela: “abran ese paso peatonal, ya que aquí todo está muy bravo, y un puente activo generaría más tranquilidad”.

Jaramillo no dudó en aseverar que, si no obtenía el permiso para ir por el puente, haría uso de las trochas, como otros tantos que han sido rechazados en el canal. “Por ahí sí hay paso, y a la hora que uno quiera, eso no es un secreto para nadie”, remató.

“Abran el canal

humanitario en Ureña”

José Valero, de 62 años. (Foto: Jonathan Maldonado)

José Valero, de 62 años, quien sufre de artritis reumatoide, enfermedad que le dificulta caminar, en el momento de la entrevista iba con su esposa, mientras su cuerpo descansaba en una silla de ruedas para ser trasladado hacia el puente.

Valero, pese a las dificultades que se han registrado en las últimas dos semanas, duda que le nieguen el paso, pues cuenta con todos los papeles en regla y cree que su patología debe ser incluida en el grupo de casos que pueden pasar por el puente.

El clamor del ciudadano se centró en la apertura del canal humanitario por el puente internacional Francisco de Paula Santander, ya que, a su juicio, aliviaría el escenario de los pacientes que, “como yo, nos vemos obligados a viajar hasta San Antonio para poder ir al vecino país, generando más gastos”.

“Pónganse la mano en el corazón y abran por Ureña, ya que representa un costo el traslado y se pierde el tiempo. Allá hay enfermos con diálisis y otras patologías que requieren esa medida”, reiteró.

“Tengo mi EPS

en Colombia”

Rosalba Guerra. (Foto: Jonathan Maldonado)

Hace aproximadamente ocho años, Rosalba Guerra, habitante de San Antonio del Táchira, fue arrollada por una motocicleta, que la dejó 17 días en estado de coma. El golpe, a casi dos lustros de lo sucedido, aún provoca ciertos estragos en su cuerpo.

“Allá tengo una EPS, pues soy colombiana, y es donde me atiendo”, precisó la dama. Guerra no ha tenido problemas cuando requiere cruzar el puente; sin embargo, desconoce las más recientes restricciones que se han dado.

“Hoy voy por el asunto de unas radiografías y todo aquello que requiero”, enfatizó mientras instaba a las autoridades a ser más flexibles en torno a un canal humanitario que, según la septuagenaria, se está desfigurando.

“Voy a sacar una cita médica”

Carmen García, de 61 años. (Foto: Jonathan Maldonado)

Carmen García, de 61 años, tenía dos asuntos sanitarios por resolver en Colombia: aplicarse la segunda dosis contra la covid-19 y sacar una cita médica por su problema en la cervical. “Venezuela es muy hermosa, pero está bastante limitada en materia de salud”, aseguró.

García vive en la urbanización fronteriza de Libertadores de América. Hace tres semanas fue la última vez que usó el tramo binacional. “En ese momento no tuve problema para ingresar al vecino país y espero que hoy tampoco lo tenga”,  dijo.

El cartón que llevaba consigo y que tiene estampada la fecha para ponerse la segunda dosis, le permitiría pasar sin ningún inconveniente. “Hay gente que se ha quejado porque no la dejan pasar. Una vecina, que iba a aplicarse la primera dosis, me dijo que no la dejaron pasar”, recalcó.

La sexagenaria lamentó el actual panorama en el puente. “Yo casi siempre uso los caminos verdes. En estos días veía cómo llevaban a una señora en silla de ruedas y me dio mucho dolor, mucho pesar, ya que ellos deberían tener esa prioridad”, recalcó.

“Nos permitieron

regresar por el puente”

Gregorio Pernía, de 44 años. (Foto: Jonathan Maldonado)

Cuando Gregorio Pernía, de 44 años, junto a su madre, de 84, intentó cruzar por el canal humanitario hacia el hermano país, se encontró con la respuesta de que su motivo, la actualización del Sisben de su progenitora, no estaba entre los casos permitidos.

La negativa hizo que el ciudadano emprendiera camino hacia las trochas con su madre, de avanzada edad. “Yo soy quien la acompaño a todas sus diligencias. Hay momentos, en las trochas, que he tenido que alzarla para mitigar su cansancio”, señaló.

De regreso, su madre le pidió que intentaran pedir paso por el puente, pues se hallaba muy cansada y no deseaba atravesar los caminos verdes. “Para sorpresa de nosotros, recibimos una respuesta positiva y pudimos pasar”, aclaró.

“Pido más consideración con la tercera edad”

María de los Ángeles Camacho, de 84 años. (Foto: Jonathan Maldonado)

María de los Ángeles Camacho, de 84 años, instó a las autoridades venezolanas a tener mayor consideración con las personas de la tercera edad al momento de cruzar el canal humanitario. “A mi edad, no estoy para pasar por las trochas, pero he tenido que hacerlo por las respuestas que he recibido por parte de la GNB”, dijo.

Camacho aseguró que, en muchas ocasiones, por no tener el documento que los uniformados exigen, se ha visto en la necesidad de irse por las trochas. “Gracias a Dios, mi hijo siempre me acompaña en todas mis diligencias”, agradeció.

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