Cuando las palabras seducen y estremecen
7 de mayo de 2024
De 60 agencias aduanales en el Norte de Santander, de ser la región de frontera binacional terrestre con el mayor volumen de operaciones comerciales de Suramérica y de ser un sector líder en la generación de empleo y servicios conexos, apenas quedan los recuerdos.
El drástico impacto que ha tenido el cierre de los puentes entre el Táchira y el Norte de Santander, desde el 19 de agosto del 2015, lo refleja el hecho de que apenas sobreviven 5 agencias aduanales en Cúcuta y casi la totalidad de sus operaciones se realizan en otras ciudades de Colombia.
Sandra Guzmán, representante del sector, describe así la crítica situación que viven quienes se dedican a la actividad aduanal en esta región llena de zozobras en el periodo previo al 2015, con cierres intermitentes y un languidecer en las operaciones después del cierre total ordenado por el Gobierno venezolano.
“Tradicionalmente, esta frontera ha sido el principal punto de intercambio comercial entre ambos países. Las mayores operaciones de aduanas se realizaban por aquí y ahora nos queda mirar cómo podemos sobrevivir en estas condiciones”.
Por este punto fronterizo, en el momento de mayor expansión, se realizaron actividades comerciales por casi seis mil millones de dólares, lo que hizo denominarla la “mayor frontera comercial activa de Latinoamérica”.
“Siempre ha sido más barato exportar o importar por aquí. Las operaciones de transbordo en la línea fronteriza se habían regularizado y había ventajas para las empresas de ambos lados de la frontera”
De doce depósitos privados para el almacenaje de mercancía en tránsito habilitados por la Dirección de Impuestos y Aduanas de Colombia, DIAN, en la región solo quedan dos y uno de ellos ya a punto de cierre.
“El impacto ha sido duro, no solo en lo económico, también en cuanto a la generación de empleos directos e indirectos, y la separación de familias que se habían venido dedicando tradicionalmente a la actividad y que, para seguir en la misma, se han tenido que ir a otras ciudades para ejercer como agencias aduanales”.
Guzmán se suma al grupo de representantes de la sociedad civil binacional que no entienden cómo, si esta es la frontera terrestre con mayor capacidad en experiencia, recurso humano, infraestructura y tradición, se encuentra cerrada para las operaciones comerciales entre Colombia y Venezuela, mientras se mantiene abierto el paso por Paraguachón, en La Goajira.
“Aquí el discurso político habla de un cierre total, pero Paraguachón siempre se ha mantenido activo”. No habría razón, entonces, para mantener cerrado el principal punto de contacto terrestre entre ambos países.
Señala que se impone la necesidad práctica y real de abrir la frontera en esta zona para las operaciones comerciales entre ambos países, de manera controlada y regulada. “En la frontera tenemos el derecho de trabajar de una manera organizada. Con este cierre hemos aprendido que no podemos actuar de forma independiente, sino que todos debemos unirnos para el bien común, tanto empresarios como sectores de la sociedad. Se hace necesario promover la reapertura comercial, ya que esto traerá beneficios para ambos países, que son complementarios y se necesitan para crecer”.
Alans Peralta Mora
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