Luis Armas, de 24 años, integraba este martes 15 de julio el nutrido grupo de caminantes que ingresaba a San Antonio del Táchira, en el municipio fronterizo Bolívar, rumbo a Colombia, para seguir con su ruta migratoria.
Todos se encontraron en el trayecto y decidieron acompañarse en la fatigosa ruta. La mayoría salió del centro del país. «Llevamos dos días caminando y con algunos aventones», soltó Armas al asegurar que se dirige hacia Chile.

Van con pocas maletas. Casi todos llevan solo un bolso «con lo más necesario». Alegan que la idea es hacer más cómoda la experiencia.
En el caso del joven, no es la primera vez que sale del país. «Hace aproximadamente un año, me deportaron de México tras haber sido agredido por un funcionario. De ahí, me llevaron a Veracruz y me enviaron a Panamá con un salvoconducto, donde estuve cuatro meses en albergue para migrantes».

Luego, con otro salvoconducto (no contaba con pasaporte), logra salir de Panamá hacia Caracas. «Estuve nueve meses en Barquisimeto, en el estado Lara, con mi familia y ahora vuelvo a migrar», soltó al aseverar que escogió Chille por ser un país en el que cree que la xenofobia no está tan acentuada.
Y es que Luis vivió varias experiencias de rechazo de extranjeros tras su primera aventura como migrante. «Volvemos a migrar por un futuro y un bienestar para nuestra familia», subrayó.
«Mi destino es Chile, un lugar seguro y estable donde no hay tanta xenofobia como la que se está viendo, en estos momentos, en muchos países», enfatizó Armas en compañía de otros 12 caminantes.
Confía en su capacidad para adaptarse al país austral. «Uno si se propone y hace las cosas bien, logra muchas oportunidades», recalcó modo de colofón.


En frontera, hay días en los que se ven entre 30 a 60 caminantes cruzando el puente internacional Simón Bolívar. Los números cambian dependiendo de la jornada.
Jonathan Maldonado