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UCAB: Urge diseñar mecanismos que permitan identificar a la niñez y adolescencia en riesgo que sale de Venezuela
31 de mayo de 2021
Cada vez aumenta más la cantidad de niños, niñas y adolescentes (NNA) que migran solos o separados de sus padres desde Venezuela, hasta otros países de Latinoamérica, especialmente Colombia, Brasil y Trinidad y Tobago.
En el reciente informe Pequeños en movimiento, del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (CDH UCAB), el centro reportó que los países receptores no están preparados para recibir a esta población con necesidades de protección específicas, pues no cuentan con políticas públicas diferenciadas que los proteja.
Ante eso, el CDH emitió una serie de recomendaciones para las zonas receptoras. Entre ellas destacó, que debe ponerse mayor énfasis a la prevención de la vulneración de derechos de los NNA no acompañados o separados. Y para eso urge diseñar mecanismos de alerta que permitan identificar a la niñez y adolescencia en riesgo, especialmente en pasos fronterizos.
Como parte de esa propuesta, señala el documento, es necesario que estos mecanismos vengan acompañados de campañas educativas que le permitan a la sociedad civil participar en el sistema de identificación de NNA en riesgo, tomando en cuenta los peligros a los que están expuestos, como la captación para trata con fines de explotación sexual y laboral, o el reclutamiento de menores por parte de grupos armados para portar armas, manejar químicos para procesar drogas, elaborar minas y explosivos, entre otros riesgos.
El centro también recomendó desarrollar políticas públicas sobre niñez migrante y refugiada con enfoque de derechos, en las que los principios de interés superior del niño y de no discriminación sean el norte de esas políticas.
La opinión de los NNA no acompañados o separados debe ser escuchada en cualquier procedimiento que se relacione con su proyecto de vida. El CDH UCAB lo propone, porque dentro de su investigación determinó que existen tensiones entre la respuesta institucional de los países receptores y el interés superior del niño.
Existen instituciones encargadas de ingresar a estos niños y adolescentes al sistema de protección, como en el caso de Colombia. Pero muchos evaden estos sistemas porque sienten que son una piedra de tranca para sus objetivos en el país receptor, ya sea trabajar para enviar dinero a sus familias, estudiar u otras metas, pues el accionar institucional se reduce solo a ingresar a los niños a un centro de reclusión o a un hogar sustituto.
“Los protocolos para atender a la situación específica de NNA no acompañados y separados son limitados y a veces inexistentes, ya que los sistemas de protección fueron diseñados para dar respuesta a otras situaciones como la de la niñez del propio país en situación de calle, abandono familiar, maltrato, explotación e infracciones a la ley penal”, expone el informe.
Se deben conciliar los sistemas de protección con el derecho que tienen los niños a opinar sobre sus vidas. De esa forma no tendrán que evadir puntos de control por temor.
Otra de las propuestas del CDH es estudiar individualmente y acompañar a los NNA que puedan necesitar refugio, y establecer procedimientos expeditos, accesibles y sencillos para que los NNA puedan pedir refugio. Estas solicitudes deben ser atendidas de forma prioritaria.
De acuerdo con el trabajo de investigación Hijos Migrantes, para finales de 2020 había 1,9 millones de NNA venezolanos en situación de movilidad. Más de 55% de los NNA se movilizan sin documentos, lo que les impide acceder a beneficios de seguridad social, y educación.
El CDH reseñó que en el marco de la pandemia por COVID-19, cerca de 750 NNA no acompañados regresaron a Venezuela. Mientras que otros 430 salieron de Venezuela tras la reapertura de la economía de los países receptores.
Entre 2015 y 2019 unos 25 mil menores no acompañados o separados han salido de Venezuela. El CDH alerta que estos niños y adolescentes se exponen cada vez más a las desapariciones forzadas, tráfico humano, enfermedades y demás riesgos en el camino.
Hasta ahora, el país receptor de la mayoría de los migrantes venezolanos es Colombia. Solo en la frontera entre Apure y Arauca se detectaron 248 niños separados y 180 no acompañados en 2020, después del decreto de alarma sanitaria.
La mayoría de los niños no son identificados, de hecho, la infancia y adolescencia no acompañada o separada es uno de los perfiles migratorios más invisibilizados. En parte porque ellos buscan pasar lo más desapercibidos posible evadiendo los puntos de control y por la ausencia de políticas públicas específicas que atiendan a este tipo de población en esta especial condición de vulnerabilidad.
La mayoría de estos menores tienen entre los 12 y 17 años de edad. La mayoría son el hijo o la hija mayor de una familia y asumen el rol de proveedores. Además viajan en grupos que se conocen previamente, o se van conociendo en el camino.
CDH insiste en que, en medio de la crisis migratoria de Venezuela, los niños en esta condición de movilidad deben recibir atención prioritaria.
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