“CADA VEZ QUE ME MIRO en el espejo, ¡Ay! Me veo más viejo” dice la canción, que añade otra: “Un año que viene y otro que se va” sin dejar claros qué nos ha dejado el presente y qué es lo que nos pueda deparar el futuro… DESDE LA época de estudiantes, nos enseñaron que no debe hacerse un balance de los doce meses transcurridos hasta que no llegue el 31 de diciembre, pues de allí para adelante es que se debería lanzar las experiencias sobre lo vivido y las esperanzas por el porvenir, para evitar equivocarnos en nuestros conceptos… PERO LAS PÁGINAS del tiempo pasan inexorables. Lo que se hizo no tiene retroceso y lo de ayer ya es pasado por más que quisiéramos detener las agujas del reloj, así como la imposibilidad de conocer lo que suceda en el mañana que nos pone indefensos, pues no somos dueños de nada, ni de nuestras propias vidas… PARA NUESTROS ancestros, muchas veces lo de abajo era lo de arriba; el último era el primero; el final era el principio y hasta tartamudeaban sobre el mediodía o la medianoche para llegar al análisis común sobre la niñez y la vejez… ANTAÑO, se consultaba a los viejos, hogaño ni siquiera le hacen justicia con una pensión decente… OTRORA, el de avanzada edad era el venerable caballero o la ilustre dama. Actualmente, es el “vejestorio” que no saben dónde poner, como el famoso jarrón chino… Y ASÍ SIGUE el tiempo cual reloj de arena que lo volteamos cada nada aspirando repetir la tradición sobre el ayer, el ahora y el después… COMO DIJO ALGUIEN: “A nadie se le permite morir más de una vez” por lo que si no se está preparado para todo, nunca se estará preparado para nada… PERO ESTAMOS obligados a tomar las cosas con optimismo. Seguir creyendo en la inmortalidad del mosquito y que Dios decida lo que sea.
…..
Y ESTO, es todo por hoy.
……
MENTIRAS universales:
“Soy dueño de mi propio destino”.
……
VICTOR MATOS