Opinión

11 de septiembre de 1973: Allende clamó por la verdad

13 de septiembre de 2023

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Néstor Melani-Orozco

Era el amanecer del 12 de septiembre, allí en San Cristóbal, en la butaca trasera de un cruel autobús dormía, porque un dichoso cuñado trajo una dama a sus atrevidos pecados y dolores. Y a mi me mandó a dormir en el transporte. ¡Puesto que aún no tenía como pagar una habitación!

Recuerdo la luz del alumbrado de la calle, muy cercana a la iglesia el Carmen, de la barriada de La Concordia más cercana al Hospital Central, y de esa madrugada la voz de un muchacho pregonero gritando: ”Se suicidó Salvador Allende, se suicidó Salvador…» llevando el montón de diarios. Esta fue la noticia al mundo ¡Nunca se suicidó! pues el militar Augusto Pinochet había derrumbado el gobierno de Chile y asesinado al médico, poeta y presidente. Era yo un joven de 19 años, trabajaba en el Diario Católico, ya que el interesante periodista uruguayo Alejandro Carreras me dejaba montar los tipos y transcribir memorias. Dibujar aleluyas y contemplar en una vitrina un pedazo de piedra extraída de la restauración de los frescos de Miguel Ángel en la Sixtina. Ese día se valoraron los hechos y los sin valores, no entendieron que los de abajo estaban perseguidos en el rojo país de Neruda.

Pocos días después se supo de la muerte de Víctor Jara, ¡mutiladas sus manos! y nuestro gritense José Laurencio Zambrano, el poeta, se había exiliado en la embajada alemana. Entre la peligrosa fuerza de la derecha venida de los designios mortales yanquis. La mujer del actor y poeta, allá en la noche del 11 de septiembre, fue fusilada días después en el Estadio de Fútbol «Julio Martínez Pradanos» de la ciudad de Santiago. Entre ráfagas de metralletas y un pueblo perseguido. Las letras de América clamaron el dolor del pueblo y las banderas sureñas se cubrieron de llantos. Los valores humanos violados. Habló la izquierda latinoamericana como de la «Casa de los Espíritus» la sobrina Isabel del presidente muerto. Fue despertar, aquella madrugada en el maldito y oloroso autobús; entre la incomprensión a mis sueños de mi juventud, ya con las ideas de llevarme a Bolívar por los pueblos y de describir algún día «Los Gritos de América»… mientras la canción del pueblo en mensajes desde cada amanecer al sentir de aquel acto en mis angustias, aún sin entender mis verdaderos pasos y cuán rodeado de tantos indiferentes. Septiembre de las imágenes de Guayasamín y del poeta muerto… han cruzado 50 años de aquella cruel muerte, el bombardeo al palacio de La Moneda y al dolor cubierto de llantos en los originarios nativos del mar del Pacífico… cuando en rituales los Mapuches y los Rapanis dejaron sus lamentos. Como de La Paz; una herida se convirtió en la fuerza de una nueva semilla. Antonio Scarmeta lo dijo en las reflexiones de la crueldad de una dictadura. Roberto Ippolito el escritor italiano, habló de los asesinatos. Y describe como envenenaron al poeta de «20 Poemas de Amor y una Canción desesperada». Allende muere por la dignidad y de un himno de glorias se convierte en el mártir de un siglo. Días después allá en La Grita, el maestro Carlos García describió los hechos y los fuertes reclamos del dolor, como venido del Che Guevara, desde la sotana de Camilo, y hasta del «Padre Nuestro» de Miguel Ángel Asturias. Del credo de Condorcanqui, y de las hojas regadas en protestas por universidades. “El semanario Impacto» de Macario Sandoval narró los momentos de la desesperación del pueblo en las complicidades de la CIA. El poeta José Laurencio se albergó en un circo en Colonia, para viajar por Europa, me lo narró cuarenta años después, en una noche de memorias chilenas, donde se quedó la escuela de filosofía y los versos de la poesía comprometida, yo idealicé mi primer mural, inspirado en el «Despertar de la Historia» canto de Ali Primera, mientras comenzamos a sentir el destino de una patria grande soñada por el Libertador… Fue de oír entre la esperanza aquella canción; «El Pueblo unido, jamás será vencido» visión escrita de Sergio Ortega Alvarado y convertido en un escapulario indígena por los Quilapayum. En 1987, recorriendo albores del alma, en la bella capital catalana pude encontrar este sentido del dolor en las venas de América. Casi dicho por Picasso y muy después en 1996. Junto a los testimonios de la mexicana Guillermina Rivera en la Universidad de Jalisco, estaba el despertar de aquella noche de La Moneda. En el 2012, en La Habana frente al ideario de Wilfredo Lam, lo entendí mucho más y de leer con el tiempo a Benedetto Croce, anunciando los torrentes del capitalismo. Y entre los exilios millones de poetas de Chile guardando los secretos. Y exiliados en otros países… Volaron alcatraces y desde las cicatrices se escribieron cruces en las puertas. Lloraron los pobres y las madres reclamaron las heridas. Mientras de espantos; ladraron los perros. Sonaron las sirenas y lloraron las presencias. Ha cruzado medio siglo.

 

*Artista Nacional. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1987. Barcelona. España. *Maestro Honorario. *Cronista de La Grita. *Doctor en Arte. *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en el Palacio de los Leones de San Cristóbal 2022.

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