Opinión
Ecos de un mensaje de fe y justicia en la lucha por los Derechos Humanos
15 de julio de 2025
María Ninoska García de Morales
Introducción
En los momentos más oscuros de la humanidad, cuando la guerra y la injusticia amenazan con destruir la esperanza, surgen relatos que buscan dar sentido al sufrimiento y ofrecer esperanza. Uno de estos relatos es el de las apariciones de la Virgen María bajo la advocación de la Rosa Mística a Pierina Gilli, una enfermera italiana, en el pequeño pueblo de Montichiari, Italia, el 13 de julio de 1947. Según Gilli, la Virgen María le transmitió una serie de mensajes conocidos como «El mensaje ignorado». Estos mensajes contenían un llamado urgente a la oración, la penitencia y la expiación, pero también una advertencia sobre las consecuencias de la indiferencia humana ante el sufrimiento y la injusticia.
El contexto histórico de estas apariciones es crucial: la Segunda Guerra Mundial había dejado al mundo sumido en el trauma, con millones de vidas perdidas y una deshumanización sistemática del otro. En este escenario, el mensaje de la Rosa Mística no solo tiene un trasfondo religioso, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la dignidad humana y los Derechos Humanos. Aunque este mensaje fue desestimado por muchos en su tiempo, su contenido sigue siendo relevante hoy en día.
Propósito del articulo
Al analizar los elementos centrales de este relato, podemos desvelar metáforas potentes sobre nuestra relación con la injusticia y la búsqueda de un mundo mejor, un llamado que trasciende lo religioso para anclarse en lo puramente humano.
El sufrimiento y la memoria como un llamado a «Nunca Más»
Las apariciones de la Rosa Mística comienzan en un momento histórico marcado por el trauma global de la Segunda Guerra Mundial. Este período dejó millones de vidas perdidas, crímenes atroces y una deshumanización sistemática del otro. En este contexto, el mensaje de las apariciones no solo busca consuelo espiritual, sino que también subraya la importancia de recordar lo ocurrido para evitar que se repita.
La frase «Nunca Más» simboliza un compromiso colectivo de la humanidad para no permitir que atrocidades como las vividas en la guerra vuelvan a suceder. Es un llamado a la memoria histórica, a la reflexión sobre el sufrimiento humano y a la acción para prevenir futuras violaciones de derechos. Este eco resuena en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que nacería pocos años después, como una promesa de protección frente a la barbarie y un recordatorio de que la indiferencia es el mayor enemigo de la justicia.
Oración, penitencia y expiación como camino hacia la justicia y la reconciliación
El primer mensaje atribuido a la figura de la Santísima Virgen María es un llamado a la «oración, penitencia, expiación». Despojado de su velo teológico, podemos interpretarlo como una demanda universal: la oración como el anhelo de paz y justicia; la penitencia como el reconocimiento de las culpas y la necesidad de rendir cuentas por los horrores cometidos; y la expiación como el imperativo de reparar el daño y buscar la reconciliación entre los pueblos. Estos son los cimientos de cualquier proceso de justicia transicional en sociedades post-conflicto.
El simbolismo de las rosas como guía para la humanidad
El simbolismo de las tres rosas de la Virgen María —blanca, roja y amarilla— trasciende lo religioso y ofrece una poderosa metáfora para reflexionar sobre los valores humanos fundamentales:
- La rosa blanca, que representa el espíritu de oración, nos invita a buscar la paz interior como base para la reconciliación y la justicia. En el contexto de los Derechos Humanos, simboliza la necesidad de introspección y reflexión para construir un mundo más justo.
- La rosa roja, símbolo del sacrificio, nos recuerda el compromiso y la entrega necesarios para luchar contra la injusticia y defender la dignidad humana. Es un llamado a la acción y a la solidaridad con quienes sufren.
- La rosa amarilla (dorada), que encarna el espíritu de penitencia, nos llama a reconocer nuestros errores y asumir la responsabilidad colectiva para evitar que se repitan las atrocidades del pasado. Representa la esperanza y la renovación necesarias para avanzar hacia un futuro más humano.
Estas virtudes, transmitidas a través de las apariciones de la Rosa Mística, resuenan profundamente con los pilares de los Derechos Humanos y la búsqueda de un mundo mejor.
Lágrimas y corazones rotos como símbolo del dolor de las víctimas
La imagen de las «lágrimas cayendo al suelo» y un «corazón atravesado por espadas» es un símbolo universal del sufrimiento. No hay necesidad de ser creyente para entender este dolor. Son las lágrimas de los refugiados, de los torturados, de las familias separadas por la guerra y la opresión. Las «espadas» representan las múltiples formas en que la dignidad humana es herida: la violencia, la injusticia, la discriminación. Es un grito visual por la empatía hacia todas las víctimas.
La «crisis de fe» como crisis moral global
Cuando el relato alude a una «crisis en la fe», podemos extrapolarlo a una crisis moral global. La guerra no solo destruye ciudades, sino que corroe los valores éticos que nos permiten convivir. La indiferencia, el odio y la incapacidad de reconocer la humanidad en el otro, son la verdadera «crisis de fe» que permite la violación de derechos. Restablecer la confianza en principios éticos universales es crucial.
Maternidad universal como símbolo de la humanidad que nos une
La declaración «Soy la Madre de Jesús y la Madre de todos ustedes» proyecta una figura universal que trasciende cualquier frontera. Es un recordatorio poderoso de la fraternidad humana, de que todos somos parte de una misma familia global. Esta idea es la base de la universalidad de los Derechos Humanos: su aplicabilidad a cada persona, sin distinción alguna.
La advertencia de la Rosa Mística y nuestra responsabilidad
Que este relato haya sido relegado al olvido durante tanto tiempo constituye una interpelación directa a la sociedad. Su advertencia sobre las consecuencias de la indiferencia y la inacción frente al sufrimiento humano sigue siendo profundamente relevante: nos exhorta a no ser cómplices silenciosos de la injusticia ni a ignorar las violaciones de derechos, ya sea en conflictos lejanos o en nuestra propia comunidad.
El ciudadano como vidente y la conciencia que denuncia
Finalmente, la figura de Pierina Gilli como «vidente» puede verse como la personificación de la conciencia individual y colectiva. Es el papel de cada ciudadano, de los periodistas, de los activistas, de los defensores de Derechos Humanos: ser testigos, denunciar la injusticia y amplificar la voz de quienes no pueden hablar. Es la valentía de alzar la voz contra el poder cuando este atropella la dignidad humana.
Conclusión
En retrospectiva, los mensajes de la Rosa Mística, vistos a través del prisma de los Derechos Humanos, se transforman en una profunda reflexión sobre el pasado y un llamado urgente para el futuro. Nos recuerdan que la paz duradera no se construye solo con tratados, sino con el respeto incondicional a la dignidad de cada persona, la justicia para las víctimas y un compromiso inquebrantable de no ignorar nunca más el sufrimiento humano.
Hoy, en un mundo que sigue enfrentando guerras, desigualdades y violaciones de derechos, este llamado olvidado nos interpela a no ser indiferentes. Nos invita a ser testigos activos, a denunciar la injusticia y a trabajar por un futuro donde la memoria histórica y la empatía sean los pilares de una sociedad más justa y humana. Este es un mensaje universal, tan vital hoy como lo fue en las cenizas de la posguerra.
*Doctora. en Innovaciones Educativas (UNEFA). M.Sc. en Derecho Procesal Penal (ULA). Especialista en Docencia en Educación Superior (UCV) y Derechos Humanos (Unilibre-Colombia). Abogado (ULA). Exdirectora de Relaciones Institucionales de la Asociación Olímpica de Derecho Deportivo de Venezuela (AODDV). [email protected] . WhatsApp +58 426 3764194.