Opinión

El bachiller de Alirio Pérez

10 de enero de 2024

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Néstor Melani-Orozco

Del grupo chileno: Quilapayun. «El Pueblo Unido jamás será vencido» se dejaba escuchar en los méritos de protesta del Liceo Simón Bolívar, donde su director era el profesor Sanhueza. Lo dijo el poeta Omar Mezza una noche en mi casa junto a su hermosa catalana: Sol, el Doctor Amenodoro Suárez, entre mis apuntes de murales y el acorde de una guitarra. Fue entonces de aquella memoria nos apareció del teatro, el guion «El Bachiller» de Alirio Pérez, el interesante dramaturgo y cantor del Táchira, puesto de esperanzas se entendió su grito revolucionario y como el cielo del  páramo del Tamá: El vuelo de un cóndor viajero, eran los años de estudiantes desde el interesante poeta Rafael Guerrero, hasta de los decretos ocultos en la tienda librería «El Incendio» donde se guardaron los misterios de las proclamas, con sílabas del poeta y dramaturgo. Entre los rechazos del padre Pérez y la policía estadal arremetiendo contra los idealistas, donde figuraba recién llegado el pintor Rafael Ulasio Sandoval y más de las expresiones de la otra escuela en Carlos García, de las voces de Isabel Gafaro y de los viajes simbólicos de la hermosa Belkis Candiales. En el manifiesto teatral de Orlando Cárdenas y de las estampidas oníricas de Aníbal Dennis. Mientras Morelani apuntaba las escenografías…                                Pero más de amor: Alirio Pérez se hizo cantor detrás de sus ojos celestes y del manto de las montañas; en otro guerrillero, como si Alfredo Zitarosa cantara sus odas o Pablo Neruda permitiera «La Noche del Capitán» con «Bolívar Padre Nuestro» en el «Rojo Soldado del cuartel de la montaña».

Así aprendimos a saber de Alirio Pérez, con «El Bachiller» reclamando por las injusticias y de salves; un obispo gordo y barrigón comiéndose las eucaristías; desde aquellos profesores inconscientes, buscando encarar a los sabios y humanistas. Y el pueblo con hambre, dominado por los señores amos. Mientras la roja bandera de los comuneros era prisionera, el guitarrero cantó sus protestas, con sus versos e hizo del teatro una esencia para que entendieran los pueblos. Una mañana en las riberas del Río Torbes, donde el periodista Rubén Darío Becerra, el alumno seminarista de Pamplona organizaba una propuesta, para ir los pintores a recrear el Puente Libertador de Louis Ramozzi, allí vino Alirio Pérez a cantar sus poderosas oratorias, a describir a los muertos hechos de la vieja «Digepol» y a revivir las manos inmensas del teatro. Lo vimos y entendimos en sus oraciones desde la plaza de Palmira donde vivía el librero y poeta Omar Castro y de millones de libros, Ernesto Román Orozco. Como de los relatos del teatro místico del poeta Carlos Tovar, de las añoranzas por el Che Guevara hasta del grito del pueblo en una ciudad de San Cristóbal vestida de verde, cuando corrían de la ciudad al padre de la Escuela de Bellas Artes y nadie entendía el venir de Chillán de aquel Elbano Méndez Osuna de ser compañero de David Alfaro Siqueiros. El muralista mexicano. Naciendo las páginas muy después en un joven llamado: Freddy Ñañez con el alma de los alfareros. En el umbral de los encantos, sagrados de la poesía. Entonces, Alirio Pérez con su guitarra narró las verdades, se confundió en los misterios del teatro de Laurencio Zambrano y manifestó de amor junto a Gallardo Vega.                         Y el «Bachiller» recorrió a Venezuela donde estuvieron los humildes, donde estuvo el pueblo. Los años pasaron. Entre cuarenta años, desde la presencia del maestro Orlando Cárdenas y cuarenta del maestro Alirio Pérez. Un día el gobernador socialista y mi alumno, Vielma Mora, me propuso la Dirección de Cultura del Estado y entre camaradas volví a ver a Alirio Pérez, iba con sus poetas, iba con su pueblo; soñando los manifiestos del credo de Simón Bolívar, y del Alba de Job Amado. Casi en los tormentos de Kafka o la Ternura de Albert Camus. De los testimonios de Osorio Velasco y de decirlo de nuevo de Rafael Guerrero «El Poeta Muerto» yo lo invité a mis logias donde habitaba el actor, poeta y pintor: Agustín Guerrero, para invocar a Espinosa y saber sentir las muestras de las multitudes. Desde Macario Sandoval fundando en La Grita un periódico para decir la verdad, hasta de las fuerzas de Leonel Durán viajando en sus gigantescos murales con los guerreros de las legiones históricas. De una, Fanny Zulay Rojas viendo a los traidores, y de una bandera con ocho estrellas azules, invocando al indio de Barinas como presidente de Venezuela. Vinieron las arremetidas y me fui de la Dirección cultural, porque habiendo aceites quemados; los envidiosos solo querían aquel puesto. Quizás para lucrarse, mientras una lágrima de Reina Duran se desprendía del manzano en el patio de su museo. Y la defensa de nuestros artistas solo se quedaba en ilusiones, siendo una necesidad defenderlos. Me fui, no se podía perder tanto tiempo. Un día del dos mil once, la Universidad de las Artes nos hizo «Maestros Honorarios» y allí estaba Alirio Pérez, el gran actor, estaba junto a mí, a Elio Di Mazo, a Freddy Pereyra y hasta al universal Fruto Vivas.                         Le volví a ver, y en sus manos, aquellas sagradas del cantor y del viaje aparecieron claveles rojos y violetas donde la Luna había convertido a los poetas para conquistar de amor un cielo. Porque algún día de estos donde estará la verdad de ser de la realidad Revolucionaria, y haremos un homenaje al actor y en un lugar de honor develaremos un busto en su nombre, para que vivan los siglos y de los tiempos una guitarra con su alma verdadera, en el desdoblamiento de las existencias …

   *Artista Nacional.                 *Maestro Honorario.               *Doctor en Arte.                          *Cronista de La Grita…                     *Premio Internacional Joan Miró 1987. Barcelona. España.                       *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. 1994.               *Premio Nacional del Libro 2021.                         *Es  Honrado con un Salón en la Gobernación del Táchira. 2022.                       *La Feria Internacional del Libro 2023 fue en homenaje a su labor de escritor y dramaturgo.

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